¿El ocaso de la comedia nocturna?: El abrupto final de Stephen Colbert y el futuro de la televisión
Con la salida del aire de 'The Late Show', CBS marca el fin de una era en la sátira política y la comedia tradicional en televisión. ¿Crisis económica o censura política?
El fin inesperado del rey del late night
En mayo de 2025, se apagará una de las luces más brillantes del entretenimiento nocturno: “The Late Show with Stephen Colbert” llegará a su fin, según anunció CBS en una decisión que ha dejado al medio televisivo y a millones de fans atónitos.
Aunque oficialmente se afirmó que la cancelación responde a razones económicas, el contexto y las implicaciones políticas del programa alimentan fuertes sospechas de un trasfondo menos transparente. ¿Es esta realmente una decisión basada en números o es una maniobra silenciosa de censura?
Una industria en declive
Para entender esta decisión, es esencial observar la situación actual del mercado televisivo. De acuerdo con la agencia de publicidad Guidelines, en 2018 las cadenas obtenían $439 millones en ingresos por publicidad en programas nocturnos. En 2023, esa cifra cayó drásticamente a $220 millones. Un desplome del 50% en apenas cinco años.
La razón: el público joven, especialmente los hombres entre 18 y 34 años—uno de los objetivos más cotizados por los anunciantes—ha migrado a las plataformas de streaming o consume los highlights de estos programas en YouTube y TikTok, dificultando la monetización por parte de las cadenas tradicionales.
Streaming vs TV tradicional
Según datos de Nielsen, por primera vez en la historia reciente, los estadounidenses pasaron más tiempo viendo contenido en Netflix, YouTube y Disney+ que en cualquiera de las cadenas nacionales como ABC, NBC o CBS. Este cambio estructural obliga a los estudios a priorizar contenidos que aún generen ingresos constantes.
En ese panorama, los derechos deportivos se convirtieron en el salvavidas de los conglomerados mediáticos: las cadenas gastaron más de $30 mil millones alrededor del mundo en derechos deportivos en 2023, cifra que seguirá creciendo un 8% anual en la próxima década.
Todo esto hace que programas como los de comedia nocturna, que ya no retienen a las audiencias masivas de antes, estén en la mira de los recortes. Pero esta realidad no explica toda la historia.
Colbert, entre el humor y la crítica política
Stephen Colbert no era simplemente un conductor; se convirtió en una voz influyente y una figura clave en la crítica hacia el expresidente Donald Trump. Usó su plataforma para cuestionar políticas, exponer inconsistencias y mantener un tono sarcástico que se volvió marca registrada tras años de comedia política desde “The Colbert Report”.
Este papel, sin duda, le ganó enemigos—y admiradores. Su cancelación, justo en el contexto de una negociación millonaria entre Paramount Global (matriz de CBS) y la administración actual, encendió las alarmas.
¿Censura disfrazada?
El mismo Colbert fue crítico público de la decisión de Paramount de pagar $16 millones a Trump para resolver una demanda que tenía su origen en una entrevista de “60 Minutes” realizada a Kamala Harris. Colbert lo llamó un “soborno gordo”.
En una maniobra poco habitual, el Sindicato de Guionistas de América (WGA) solicitó una investigación formal a la fiscalía general de Nueva York para esclarecer si la terminación del contrato se dio como muestra de buena voluntad para obtener la aprobación de la fusión de Paramount con Skydance Media.
Trump festeja, la TV pierde
Trump, desde su red Truth Social, no tardó en celebrar el anuncio: “Amo absolutamente que hayan despedido a Colbert. Su talento era menor que su rating”, dijo.
Y no se detuvo ahí: advirtió que Jimmy Kimmel podría ser el siguiente. Este último, cuyo contrato vence también en 2025, declaró años atrás: “A veces pienso que no puedo hacerlo más. Otras veces me asusta dejarlo. Es muy complicado”.
Todos estos presentadores, incluyendo a Jon Stewart, quien apenas aparece una vez por semana en “The Daily Show”, representan una generación de comentaristas políticos que están siendo desplazados del prime time televisivo.
¿Tiempos muertos para el 'late night'?
La decisión de CBS impacta más allá de la figura de Colbert. Significa, según Journey Gunderson —directora del National Comedy Center—, el final de una era:
“La comedia nocturna era uno de los últimos accesos democráticos a la crítica y la comedia social diaria. Hoy, perdemos una plataforma colectiva de catarsis y reflexión.”
Para Andy Cohen, de "Watch What Happens Live", “CBS apaga las luces después del noticiero. Es el símbolo de que oficialmente abandonan la carrera nocturna.”
¿Sin alternativas?
No todos ven el panorama negro. Expertos como Brian Wieser, de Madison & Wall, apuntan a las plataformas de streaming como la posible nueva casa de Colbert:
“Si Colbert desea continuar, seguro habrá algún servicio de streaming que le pague.”
Más allá del humor, Colbert representa un enfoque de televisión con valores editoriales, sátira reflexiva y activismo disfrazado de risa. Cada noche, ofrecía un espacio de crítica democrática que, guste o no, no tiene reemplazo inmediato.
El dilema de la responsabilidad: el caso 'Call of Duty'
En otro frente, el debate sobre medios y sus consecuencias sociales se enciende con la controversia legal sobre Call of Duty y su supuesta influencia en el tiroteo de Uvalde, Texas.
La defensa de Activision invoca la Primera Enmienda, argumentando que no pueden ser responsabilizados por el uso que los consumidores hacen del videojuego. Pero los abogados de las víctimas argumentan que los vínculos comerciales con fabricantes de armas y la representación realista de los productos les hace cómplices indirectos del adoctrinamiento violento.
¿Son los medios exentos de responsabilidad por la violencia que reflejan? ¿Dónde está el punto medio entre libertad de expresión y responsabilidad social?
De la sátira a los algoritmos
El ocaso televisivo no sólo implica cambios en la programación. Significa la pérdida de una forma de interacción que era imperfecta, pero profundamente humana. Las noches ya no serán iguales sin la risa incómoda ni los guiños a la política del día.
Puede que el streaming atraiga a Colbert y sus colegas, pero el vértigo de la viralidad y las métricas algorítmicas no reemplazan la comunidad nocturna que, por décadas, construyó la televisión en vivo.
Estamos ante el fin no solo de un programa, sino de un formato cultural. El “late night” tal como lo conocimos—humor, crítica política y diálogo con el país—muere de pie, pero por causas que aún deben esclarecerse. Y mientras Trump sonríe, la sátira que lo desafiaba apaga sus luces, al menos por ahora.