El tiro por la culata de Trump: cómo su enfrentamiento con Lula fortaleció al presidente brasileño
La amenaza de aranceles y el apoyo a Bolsonaro por parte de Trump revirtieron la narrativa política en Brasil, poniendo a Lula de nuevo en el centro del escenario nacional
Una jugada geopolítica de alto riesgo
Lo que parecía ser un movimiento estratégicamente pensado por el expresidente estadounidense Donald Trump —el aumento de los aranceles para presionar a Brasil y defender a su aliado Jair Bolsonaro— se convirtió en una maniobra política que revivió la figura de su rival ideológico: Luiz Inácio Lula da Silva. En una maniobra diplomática inusual, Trump envió una carta al actual presidente brasileño exigiendo el fin inmediato del juicio contra Bolsonaro, calificándolo de "caza de brujas". Incluso fue más allá, amenazando con imponer un arancel del 50% a productos brasileños si continuaba el proceso judicial.
Sin embargo, lejos de amedrentarse, el Tribunal Supremo de Brasil intensificó la investigación contra Bolsonaro. A la mañana siguiente de la segunda carta de Trump, la policía federal allanó la residencia del expresidente y le impuso una tobillera electrónica, restricciones en redes sociales y otras medidas cautelares. Lo que Trump buscaba evitar, se aceleró.
Lula reaparece con fuerza
Hasta antes del conflicto, Lula enfrentaba un desgaste político considerable. Su índice de aprobación había caído al 47.3% en junio y la oposición en el Congreso crecía. Pero el "ataque externo" representado por la amenaza arancelaria estadounidense unificó a diversos sectores nacionales bajo la bandera del nacionalismo y la soberanía brasileña.
En un acto con estudiantes, Lula apareció con una gorra azul con el mensaje “Brasil Soberano Nos Une”, en contraposición al icónico “Make America Great Again” de Trump. Ahí mismo proclamó: “Un gringo no le da órdenes a este presidente”.
Las encuestas mostraron resultados inmediatos. De acuerdo con la encuestadora Atlas, la aprobación de Lula subió a 49.7%, mientras que el 62.2% de los brasileños consideró injustificados los aranceles estadounidenses. Esta reacción patriótica colocó a Lula nuevamente en una posición de liderazgo político e incluso atrajo peticiones para postularse en una “última batalla electoral” en 2026.
La torpeza estratégica de Trump
Esta no es la primera vez que una iniciativa exterior de Trump refuerza a sus oponentes ideológicos. En años anteriores, sus roces comerciales con Canadá y Australia también resultaron en la consolidación de líderes opositores a su línea política.
El politólogo y ex portavoz presidencial brasileño Thomas Traumann afirmó: “Trump le entregó la victoria a Lula en bandeja de plata”. Traumann, quien anteriormente sugería que Lula había perdido su condición de favorito electoral, ahora reconoce cómo el exmandatario estadounidense revivió el protagonismo de su viejo antagonista latinoamericano.
Crisis para Bolsonaro
Mientras tanto, el panorama para Jair Bolsonaro se enturbia cada vez más. Las investigaciones en su contra por supuestos intentos de alterar el orden democrático, organizar un grupo armado ilegal y coordinar presiones contra el poder judicial se expanden.
El tribunal también está mirando hacia su hijo, el diputado Eduardo Bolsonaro, quien reside en Estados Unidos y es señalado de haber colaborado con funcionarios estadounidenses para imponer sanciones contra sus compatriotas. La implicación directa de Trump en este conflicto solo ha complicado más la posición del clan Bolsonaro.
Incluso antiguos aliados de la derecha, como el exvicepresidente Hamilton Mourão, criticaron la acción de Trump por considerarla una interferencia indebida en la política interna de Brasil.
Un Congreso que se reconfigura
Un giro igualmente inesperado fue la reacción del Congreso brasileño. Hasta hace poco, el Legislativo era un campo de batalla desfavorable para Lula. Había sido el primer presidente en tres décadas en ver derogado un decreto suyo por el Parlamento. Sin embargo, tras la tensión derivada del anuncio de Trump, los líderes del Congreso se movilizaron en apoyo al presidente.
Rubricaron una declaración conjunta señalando que, en caso de que EE.UU. no dé marcha atrás antes del 1 de agosto, Brasil haría uso de la “ley de reciprocidad comercial”, permitiendo imponer aranceles equivalentes. Es más: uno de los proyectos insignia de Lula, una exención fiscal para los más pobres, que se creía enterrada políticamente, vio un inesperado renacer.
El agronegocio se une a Lula (por ahora)
El agronegocio, históricamente aliado fiel del bolsonarismo, también mostró su disconformidad con las medidas estadounidenses. Brasil es uno de los mayores exportadores mundiales de carne, soja y minerales, y cualquier bloqueo arancelario puede tener consecuencias devastadoras para el interior del país, tradicional bastión conservador.
Por eso, gremios empresariales y grandes exportadores se pronunciaron con firmeza en contra de los aranceles de Trump, asegurando que eran “claramente políticos y sin justificación comercial”. Esta coyuntura los empujó a negociar directamente con Lula para intentar suavizar la tensión diplomática.
La narrativa de la soberanía nacional
El concepto de soberanía nacional ha sido detonador de movimientos políticos exitosos desde el siglo pasado. En muchos países latinoamericanos, las amenazas externas generaron reacciones internas de cohesión social y defensa de los símbolos patrios. Es lo que está ocurriendo en Brasil actualmente.
La narrativa que se ha consolidado con rapidez es que Lula defiende a Brasil ante imposiciones extranjeras, mientras que Bolsonaro busca salvación personal a través de la injerencia extranjera. En redes sociales, usuarios afines al progresismo popularizaron memes satirizando a Bolsonaro como un "subordinado de Trump". La firma de análisis digital Palver monitoreó 20,000 mensajes en WhatsApp y detectó que las conversaciones orgánicas se inclinaban hacia la defensa de Lula.
Un espejo latinoamericano
Todo esto remite a un patrón más amplio en América Latina: la resistencia al tutelaje político externo, especialmente el estadounidense. Los intentos del norte global por interferir en gobiernos locales muchas veces resultan contraproducentes, como ocurrió con Hugo Chávez en Venezuela tras el golpe de 2002 apoyado por EE.UU., o Evo Morales en Bolivia tras las elecciones de 2019.
Según el historiador Luiz Felipe de Alencastro, “hay una memoria histórica muy fuerte en Brasil contra el intervencionismo extranjero. Desde la guerra del Paraguay hasta el golpe de 1964, pasando por la dictadura, cualquier indicio de imposición externa genera rechazo popular inmediato”.
¿Y ahora qué?
Todo indica que Trump buscaba dos objetivos: salvar a su aliado y enviar una señal a fuerzas conservadoras en todo el continente. Pero el efecto dominó ha sido exactamente el contrario. Bolsonaro enfrenta más restricciones, más investigaciones y más aislamiento político. Lula, por su parte, aunque no lo tenía en su calendario, puede haber encontrado en este suceso una plataforma inesperada para reelegirse, sumando apoyo progresista, moderado e incluso de sectores conservadores asustados ante el impacto económico de los aranceles.
Queda esperar qué sucederá antes del 1 de agosto y si finalmente se aplicarán los aranceles. Pero lo cierto hasta ahora es que Lula ha capitalizado un conflicto internacional para reconstruir su popularidad interna y reordenar el difícil tablero político brasileño.
Y todo gracias a Trump.