Gillian Murphy da su último salto: la reina del ballet se despide con ‘El Lago de los Cisnes’

Tras 29 años en el American Ballet Theatre, Gillian Murphy se retira interpretando el papel que marcó su carrera: Odette/Odile. Una mirada íntima a la trayectoria de una leyenda del ballet contemporáneo.

Gillian Murphy ha sido, durante casi tres décadas, uno de los nombres más respetados y admirados del ballet estadounidense. A sus 46 años, sigue brillando con una fuerza escénica que desafía tanto al tiempo como a las expectativas de una carrera en una disciplina tan demandante física y emocionalmente. Pero todo camino, por esplendoroso que sea, tiene un final. Y para Murphy, ese final llega en una noche cargada de emociones: interpretando por última vez a Odette/Odile en “El Lago de los Cisnes”, la obra que marcó su carrera.

Una carrera construida a fuerza de pasión y disciplina

Murphy se unió al American Ballet Theatre (ABT) a los 17 años, un salto precoz en una compañía de ballet de máxima exigencia. Para los historiadores de la danza, este ingreso marcó el comienzo de una revolución silenciosa en la interpretación femenina de los clásicos del ballet, desde "Giselle" hasta "Romeo y Julieta". Su fuerza escénica, precisión técnica y, especialmente, su icónica interpretación del doble rol de Odette (el cisne blanco) y Odile (el cisne negro) la consolidaron como una estrella multifacética.

“Nunca hubiera esperado bailar hasta esta edad”, confesó recientemente. “En mi mente, pensaba que 40 era una buena meta. Pero me siento increíble, y aún siento esa conexión entre la experiencia de vida y la interpretación artística”.

Odette/Odile: el papel de su vida

El último vuelo de Murphy será como la reina de los cisnes. Esa elección no es casual. Se trata de un rol que demanda una fusión de virtuosismo técnico —incluidos los famosos 32 fouettés del acto III— con una capacidad emocional de comunicar la lucha interna de ambos personajes. Para Murphy, “el Lago” no es solo un ballet, sino un viaje artístico que la acompaña desde sus días de joven solista hace 24 años.

“Mi sueño de niña era ser el Cisne Negro, Odile. Así que terminar mi carrera con este ballet tiene algo de círculo completo, de sueño realizado”, dice entre risas y emoción.

Fuerza interior: la clave de la longevidad

Son pocos los bailarines que mantienen el nivel de exigencia de Murphy pasados los 40 años. En el mundo del ballet profesional, la edad promedio de retiro se encuentra entre los 35 y 40 años, debido a las lesiones, el agotamiento físico y las necesidades familiares. Pero Murphy desafió esa norma. ¿Cómo?

“He priorizado el descanso, una alimentación equilibrada y la salud mental. Digo esto con toda la seriedad: el ballet no solo se baila con músculos, también se baila con la mente y el espíritu.”

Este enfoque integral le permitió volver a escena tras una cesárea de emergencia y dar un inolvidable “Giselle” cuando su hijo tenía apenas ocho meses. “Fue desafiante, pero también me reafirmó que mi cuerpo podía seguir dándolo todo”, recuerda.

Un adiós elegido: el poder de retirarse con dignidad

Gillian Murphy no se va porque ya no pueda, sino porque quiere retirarse en su mejor momento, con plenitud física y emocional. Para muchos artistas, este es el sueño: terminar la carrera artística con agencia, control y elegancia.

“Siempre quise retirarme fuerte, con la cabeza en alto, sabiendo que todavía puedo cumplir todos los retos físicos y emocionales que impone el escenario”, afirmó en una entrevista reciente para The Associated Press.

Y el ballet que eligió es prueba de esa intención. “El Lago de los Cisnes” es, quizás, el papel más exigente del repertorio clásico: dos personajes opuestos, una transformación psicológica visible, y una coreografía devastadora a nivel físico.

El legado de una artista

Murphy no solo se destacó como bailarina principal, sino que también inspiró a nuevas generaciones de bailarinas por su enfoque técnico, su ética laboral y su pasión. Susan Jaffe, directora del ABT, lo resume así:

“La vamos a extrañar mucho. Su ética de trabajo, su atención al detalle, su fuerza y su alegría por la danza marcaron todo lo que hizo”.

Entre sus momentos más memorables se encuentran:

  • “El Lago de los Cisnes” (Odette/Odile)
  • “Giselle”
  • “Romeo y Julieta”
  • “Don Quijote”
  • “La Bella Durmiente”

Murphy también ha sido reconocida por su versatilidad. Muchos críticos destacan su capacidad de ejecutar con igual maestría roles líricos que dramáticos, lo que habla de su capacidad teatral además de física.

Lo que viene después del telón final

Para Murphy, el futuro próximo está lleno de posibilidades. Uno de sus objetivos es dedicarse a la enseñanza y la dirección artística. “Quiero dar tanto como he recibido”, comenta. Su esposo, Ethan Stiefel, también es una figura prominente del ballet y coreógrafo, y juntos planean trabajar en proyectos conjuntos.

Además, tendrá más tiempo para estar con su hijo de seis años, Ax. “Verlo crecer y poder estar presente en su vida de manera más completa también era algo que deseaba profundamente”, menciona con ternura.

Una mirada histórica: Murphy y las grandes del ballet

En la historia del ballet, el retiro de figuras emblemáticas ha sido siempre un acontecimiento cargado de simbolismo. Nombres como Margot Fonteyn, Sylvie Guillem y Alessandra Ferri resuenan en los pasillos del ballet por haber sabido decir adiós en momentos de gloria. Gillian Murphy se incorpora a esa élite de artistas que supieron cuándo bajarse del escenario sin haber perdido su fuego escénico.

De hecho, la crítica de danza de The New York Times la ha llamado “una bailarina que combina la precisión de una máquina con el alma de una poeta”. Y eso es lo que la distingue: una artista en completa comunión con su arte.

Una noche para la historia

El telón caerá en el Metropolitan Opera House el viernes en la noche, seguramente entre ovaciones, lágrimas, confeti, y cientos de flores. Gillian Murphy hará su última reverencia, no solo como la Reina de los Cisnes, sino como la reina de corazones de los amantes del ballet.

En un mundo donde las carreras se tornan cada vez más fugaces, Murphy es la prueba viviente de que la disciplina, el equilibrio emocional y la pasión inquebrantable pueden encender una luz que brille intensamente durante décadas.

Y aunque deje los escenarios, su espíritu y sus enseñanzas seguirán danzando en cada nuevo bailarín que la tomó como ejemplo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press