La presión europea sigue escalando: nuevas sanciones de la UE buscan ahogar los ingresos energéticos de Rusia

Con una batería de medidas históricamente duras, la Unión Europea apunta al corazón económico del Kremlin, mientras la guerra en Ucrania entra en su cuarto año

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Europa redobla su apuesta contra el Kremlin

La Unión Europea ha anunciado un nuevo y severo paquete de sanciones contra Rusia, en un intento decidido por obstaculizar sus capacidades económicas mientras la guerra en Ucrania continúa sin tregua desde febrero de 2022. El nuevo conjunto de medidas incluye la reducción del precio máximo del petróleo ruso, una prohibición de transacciones con los gasoductos Nord Stream, restricciones directas al sector bancario, y una expansión en la lista de embarcaciones de la llamada “flota en la sombra”.

La alta representante de Asuntos Exteriores de la UE, Kaja Kallas, fue tajante: “El mensaje es claro: Europa no cederá en su apoyo a Ucrania. La UE seguirá aumentando la presión hasta que Rusia ponga fin a esta guerra”.

¿Qué incluye el nuevo paquete de sanciones?

Calificado por Kallas como uno de los paquetes más robustos hasta la fecha, las sanciones tienen múltiples frentes:

  • Límite al precio del petróleo ruso: se redujo de $60 a $45 por barril, un valor por debajo del precio de mercado, buscando atacar directamente los ingresos del Kremlin.
  • Prohibición de transacciones con los gasoductos Nord Stream: una medida preventiva ante cualquier posible reactivación o inversión futura.
  • Expansión de lista negra para tanqueros: a la lista de casi 200 barcos sancionados en mayo, se suman ahora otros 100 que forman parte del sistema alterno de transporte (“flota en la sombra”).
  • Restricciones al sistema bancario: se suman dos bancos chinos a la lista de entidades sancionadas, complicando así la posibilidad de financiamiento alternativo a Rusia.

Estas medidas buscan impedir que Rusia continúe generando ingresos, especialmente por sus exportaciones de energía, lo que ha sido históricamente el pilar sobre el cual Putin ha financiado su maquinaria bélica.

El petróleo: talón de Aquiles del Kremlin

El petróleo representa más del 40% de los ingresos del presupuesto federal ruso, según datos del Ministerio de Finanzas ruso. En 2023, aunque existía un tope de $60 por barril impuesto por aliados occidentales, gran parte del crudo ruso se vendía por debajo de ese umbral. Pero con el conflicto en Medio Oriente incrementando los precios mundiales del petróleo y la necesidad de contener la inflación europea, establecer un tope más bajo se volvió una estrategia clave.

Pese a que la medida es unilateral en muchos sentidos —EE.UU. y sus aliados del G7 no se han sumado plenamente— el objetivo es claro: afectar la principal fuente de divisas con la que Rusia sostiene su economía y, por consiguiente, su capacidad de guerra.

Nord Stream y la guerra del gas

Otra arista estratégica en esta confrontación energética es la inclusión de los gasoductos Nord Stream 1 y 2 dentro del paquete sancionador. Aunque ambos ductos están fuera de operación, el mensaje de Bruselas es inequívoco: impedir una futura monetización de estas infraestructuras.

Recordemos que en septiembre de 2022, misteriosas explosiones submarinas dañaron irreparablemente ambos tubos del Nord Stream. Aunque múltiples investigaciones han arrojado teorías, aún se desconoce oficialmente quién perpetró el sabotaje.

Con esta sanción, la UE busca desincentivar todo intento futuro de reactivación o inversión, dejando claro que Europa ha cerrado la puerta al gas ruso como fuente energética confiable.

Sanciones contra el sistema financiero ruso

Los bancos rusos han sido constantemente atacados por rondas sucesivas de sanciones desde el inicio de la invasión. Ahora, con la inclusión de dos bancos chinos que han facilitado transferencias a Moscú, Bruselas intensifica su monitoreo de las rutas alternativas al sistema SWIFT.

Esto podría tener implicaciones para la relación con China, una nación que ha querido mantener una posición ambigua en el conflicto ucraniano. Según estudios del Instituto Internacional de Finanzas, las sanciones financieras han reducido hasta un 90% el acceso de bancos rusos al financiamiento europeo.

Una carrera contra reloj y contra la unidad interna

Desde el inicio del conflicto, la UE ha impuesto innumerables sanciones —más de 13 paquetes— que han afectado ya a 2,400 funcionarios y entidades rusas, incluyendo bancos, empresas tecnológicas y hasta medios de comunicación estatales.

Sin embargo, no todo es armonía dentro del bloque de 27 naciones. Slovaquia, altamente dependiente del gas ruso, puso trabas a la aprobación de este último paquete, reflejando las crecientes dificultades para alcanzar consensos en sanciones que también perjudican economías locales.

“Cada nuevo paquete es más difícil que el anterior”, reconoció off the record un diplomático europeo durante las negociaciones del pasado mayo. “Pero la presión tiene que sostenerse, aunque eso suponga sacrificios”.

¿Y qué hay del impacto real?

Aunque Rusia ha hecho esfuerzos por redirigir sus exportaciones energéticas hacia Asia, particularmente China e India, analistas indican que estas medidas han obligado a Moscú a vender con descuentos de más del 30% en algunos mercados.

En paralelo, el rublo ha perdido más del 35% de su valor respecto al dólar desde el inicio de la guerra, una señal clara de las tensiones económicas internas. Mientras tanto, la inflación en productos básicos sigue al alza dentro de Rusia, aunque controlada por las intervenciones del Banco Central ruso.

Según el Banco Mundial, la economía rusa creció apenas un 0.9% en 2023, frente al 5.7% de India o el 2.5% promedio de los países del G20, reflejando una presión sostenida pero aún insuficiente para provocar un cambio estratégico en Moscú.

¿Unidad o fractura en Europa?

Las sanciones también ponen a prueba la unidad europea. Mientras países como Polonia, los países bálticos y República Checa exigen mano dura, otras economías más expuestas energéticamente al Este —como Hungría, Eslovaquia o incluso Alemania— dudan sobre el coste económico interno de continuar la escalada sancionadora.

El dilema está claro: ¿Hasta dónde está dispuesta Europa a afectar su propia estabilidad económica en defensa de Ucrania?

Camino por delante: ¿Qué más puede hacer la UE?

Algunos analistas sugieren que los próximos pasos deberían involucrar a aliados extrarregionales como Japón, Canadá y sí, también Estados Unidos. Sin embargo, la situación política interna en Washington —con elecciones a la vista y divisiones internas profundas— ha restado coordinación al bloque occidental.

El conflicto en Medio Oriente también ha desplazado temporalmente parte de la atención geopolítica y aumentado el precio del crudo, lo que debilita el impacto del tope a los barriles rusos. Todo parece indicar que la guerra no solo se libra en el campo de batalla ucraniano, sino también en los tableros económicos de todo el planeta.

Una estrategia de desgaste sostenido

Europa no busca una “victoria rápida”, sino desangrar lentamente las capacidades rusas. Como dijo el exministro de Exteriores eslovaco Ivan Korčok: “Las sanciones no son bombas, no explotan. Son enfermedades. Avanzan lentas, pero con constancia y dolorosas consecuencias”.

La gran incógnita: ¿soportará Rusia más que Europa?

Con información de fuentes oficiales europeas, informes del IIF, el Banco Mundial y declaraciones recientes de Kaja Kallas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press