Cuando el jardín se convierte en un campo de detención: el caso que sacudió a Beaverton
La desafortunada detención de un padre frente a una guardería desata indignación sobre el uso de la fuerza por parte de ICE y revive el debate sobre la seguridad en espacios escolares
Un jardín infantil invadido por el miedo
En la mañana del martes 15 de julio de 2025, lo que debía ser una rutina tranquila en Guidepost Montessori, una guardería ubicada en Beaverton, Oregón, se convirtió en una escena cargada de tensión, miedo e impotencia. En presencia de niños, padres y trabajadores del centro, agentes de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU. (ICE, por sus siglas en inglés) detuvieron a Mahdi Khanbabazadeh, un quiropráctico iraní de 38 años, tras romper la ventana de su vehículo aparcado frente al establecimiento.
El arresto frente a un entorno tan sensible desató una ola de conmoción e indignación en la comunidad, sobre todo porque fue presenciado por menores de edad. Las imágenes del incidente, aunque no viralizadas, generaron suficiente inquietud para volver a poner bajo la lupa a las políticas migratorias y los métodos de ejecución del ICE en terrenos escolares.
Un padre, una familia y una comunidad traumatizada
"Siento que una guardería donde se cuida a niños pequeños debería ser un lugar seguro", declaró Natalie Berning, una madre que se encontraba dejando a su hija en ese momento. La declaración resuena con fuerza, particularmente cuando se considera que más de una decena de menores presenciaron la escena.
La esposa de Khanbabazadeh, quien pidió conservar el anonimato por razones de seguridad, relató que su esposo fue inicialmente detenido por ICE mientras conducía rumbo al centro escolar. Al explicar que deseaba dejar primero a su hijo, los agentes aparentemente accedieron. Posteriormente, comunicó la situación a su esposa por teléfono. Ella acudió rápidamente, retiró al menor del vehículo y lo llevó al interior de la guardería.
Lo que ocurrió después aumentó la tensión. Aunque Mahdi pidió desplazarse fuera del estacionamiento escolar para evitar incordiar a los niños, los agentes ICE rompieron la ventana de su automóvil cuando estaba por bajarse y lo arrestaron violentamente.
¿Realmente era necesaria tanta fuerza?
Testigos como Kellie Burns, madre de dos niños que asisten al mismo centro, manifestaron repudio colectivo: “Más que nada queremos expresar lo inhumanamente innecesario de todo esto. Todos sentimos impotencia. Todos estábamos asustados”. Su esposo estuvo presente durante el incidente y escuchó el estallido del vidrio.
ICE, por su parte, justificó sus acciones indicando que Khanbabazadeh “se negó a cooperar con la detención y a salir del vehículo”, aludiendo a que el arresto estaba vinculado con una presunta visa vencida. Sin embargo, su esposa rebate esa afirmación. Asegura que llegaron al país con visa estudiantil válida, que ambos se casaron legalmente y que su estatus se encontraba en proceso de ajuste tras haber presentado la documentación para la residencia permanente (Green Card). Incluso ya habían asistido a la entrevista migratoria.
¿Qué dice la ley sobre arrestos en escuelas?
Hasta hace algunos años, existían políticas federales que limitaban significativamente las operaciones de ICE en lugares considerados como “zonas sensibles”, como escuelas, hospitales y templos religiosos. Sin embargo, en 2017, durante la Administración Trump, esas restricciones se debilitaron drásticamente.
Numerosos activistas migratorios ya habían advertido de los peligros de convertir espacios seguros en potenciales escenario de redadas. El impacto en niños puede ser devastador, tanto a nivel psicológico como social. Según el informe de la Asociación Americana de Psicología, los niños que presencian arrestos generan trastornos de ansiedad, miedo a la separación e incluso niveles de estrés tóxico.
Un patrón alarmante
Este no es un hecho aislado. Desde mayo de este mismo año, el gobierno federal ha intensificado significativamente los arrestos migratorios. Tras ataques militares de EE. UU. en Irán, el mismo ICE ha promocionado públicamente la detención de ciudadanos iraníes en territorio norteamericano.
Lo que preocupa aún más es que ni siquiera un proceso activo con servicios migratorios —como el caso de esta familia en espera de una respuesta postentrevista para la Green Card— detiene este tipo de procedimientos. El hecho de que esto ocurra en presencia de menores únicamente suma una dimensión nueva e inadmisible.
Reacción institucional y comunitaria
Guidepost Global Education, la entidad que opera la guardería Montessori, emitió un comunicado en el que calificó el suceso como “profundamente perturbador”. Su CEO, Maris Mendes, señaló: “Entendemos que este hecho plantea preguntas más amplias sobre cómo las acciones de la fuerza pública pueden impactar entornos escolares. No somos ajenos a cuán aterradora y confusa fue esta experiencia para todos los involucrados, especialmente para los niños”.
Mientras tanto, padres y madres han empezado a coordinarse para brindar apoyo emocional a los profesores y, por supuesto, a la familia afectada. Se están evaluando iniciativas legales, charlas con abogados migratorios y sesiones terapéuticas para los menores testigos.
El silencio institucional y la distancia moral
Una de las críticas más fuertes que emergen de este caso fue el silencio casi inmediato de autoridades locales. A pesar de la magnitud del hecho, no se ha informado si se abrirá alguna investigación sobre la conducta de los agentes ni si se revisarán protocolos respecto a arrestos en zonas habitadas por menores.
Progresistas y activistas proinmigrantes han denunciado este episodio como otro ejemplo de la criminalización desmedida de personas extranjeras, incluso aquellas que cumplen con la ley y cuyas vidas están estrechamente arraigadas en la comunidad donde residen.
Al final, los niños también son víctimas
Sociólogos y psicólogos coinciden: los traumas generados en la infancia por situaciones de alto impacto emocional como ésta no siempre desaparecen con el tiempo. Según un estudio de Springer de 2019, experiencias de detención de padres o familiares cercanos conducen a problemas escolares, aislamiento social y mayor probabilidad de trastornos emocionales a largo plazo.
“Sabemos que esto ocurre en muchas partes del país, claro, pero nadie está preparado para que tu jardín infantil sea escenario de algo así”, reflexiona Kellie Burns. “Ha sido una pesadilla”.
Mientras tanto, Mahdi Khanbabazadeh permanece detenido en un centro migratorio en Tacoma, Washington. Su familia espera impacientemente una decisión sobre su situación migratoria, una que determinará no sólo su futuro, sino el trauma permanente que ese día dejó grabado en los más pequeños.
¿Debe protegerse la infancia ante todo?
Es hora de reabrir el debate nacional: ¿Deben los entornos escolares ser zonas libres de intervención migratoria, sin excepciones? ¿Cuánto daño estamos dispuestos a infligir, en nombre de la legalidad, a quienes son más vulnerables?
Mientras esas preguntas aguardan respuesta, los niños de Beaverton continúan asistiendo a clase bajo una sombra que no debería acompañarlos: la de una ventana rota, el estruendo del vidrio y la imagen de un padre arrancado de su automóvil por agentes armados frente a sus inocentes ojos.