Josephine Baker: El legado inmortal de una artista, espía y activista ahora plasmado en las calles de París

Un mural en el noreste parisino rinde homenaje a la icónica Josephine Baker, enfatizando su papel como símbolo de libertad, resistencia e igualdad racial.

De Missouri a París: el viaje de una mujer extraordinaria

Josephine Baker nació en St. Louis, Missouri, en 1906, en un país profundamente marcado por el racismo y la segregación. Afroestadounidense, hija de una lavandera y de padre desconocido, Baker creció en un entorno marcado por la pobreza. Sin embargo, su pasión por el baile y su carisma la llevaron a buscar un futuro mejor al otro lado del Atlántico, en Francia.

En 1925, Baker se trasladó a París y se convirtió rápidamente en una sensación en los locales de cabaret, sobre todo en el famoso "Folies Bergère". Además de su talento innegable, su exotismo —magnificado por sus actuaciones con una falda de bananas y sus movimientos inspirados en la danza tribal— atrajo la atención de la élite artística e intelectual europea.

Icono del entretenimiento... y de la resistencia

Lo que muchos podrían considerar una carrera artística deslumbrante fue solo el inicio del multifacético legado de Josephine Baker. Durante la Segunda Guerra Mundial, y aprovechando su acceso privilegiado en los círculos sociales, Baker trabajó como espía para la Résistance francesa, transportando mensajes secretos escritos en tinta invisible en partituras musicales. De esta manera, ayudó activamente a liberar a Francia del nazismo.

La propia Baker afirmó: “La gente me pregunta por qué arriesgué tanto. Porque Francia me dio mucho, y porque sabía lo que era luchar contra el odio. Había sentido ese odio muchas veces en Estados Unidos.”

Activismo y lucha por los derechos civiles

Baker no sólo desafió los estereotipos como artista y espía. Fue también una ferviente activista por los derechos civiles. En 1963, se convirtió en la única mujer que habló en la Marcha sobre Washington liderada por Martin Luther King Jr., frente a más de 250.000 personas. Vestida con su uniforme de la Fuerza Aérea Francesa, recordó la lucha que libró contra el racismo en Estados Unidos y cómo la habían recibido en Francia como igual.

“America has never been a place where I was allowed to sing with dignity. France was,” dijo, resumiendo así el contraste entre los dos mundos en los que vivió.

La tribu arcoíris: un símbolo de unidad

Fiel a su compromiso con la igualdad, Baker adoptó a 12 niños de distintos orígenes étnicos y nacionales, creando lo que llamó su “tribu arcoíris”. Esta familia multicultural y simbólica vivía en Château des Milandes, en el suroeste de Francia, y representaba su visión de un mundo más unido y tolerante.

“Quería demostrar que personas de diferentes orígenes podían vivir juntas en armonía. Era mi manifiesto para un mundo mejor”, explicaba.

Un homenaje urbano lleno de significado

50 años después de su muerte en 1975, Josephine Baker sigue viva en la memoria colectiva, especialmente en París, la ciudad que la acogió. Ahora, su figura vuelve a cobrar presencia gracias al artista callejero FKDL (Franck Duval), quien ha creado un colorido mural en su honor en el barrio noreste de la ciudad, en el marco del festival “Paris Colors Ourq”.

“Josephine Baker ha sido siempre para mí una figura icónica”, comentó FKDL en la inauguración del mural. “Libre, rebelde, entregada a la música y al baile, y también profundamente comprometida con causas sociales.”

La obra representa a Baker con una expresión serena pero poderosa, con un fondo colorido que simboliza la diversidad y la libertad. La iniciativa busca no sólo honrar su figura, sino también recordar sus valores e inspirar a nuevos líderes y activistas.

En el Panteón de Francia: una inmortalidad bien merecida

En 2021, Josephine Baker fue la primera mujer negra en ser incluida en el Panteón de Francia, el mausoleo secular donde reposan los restos de las grandes personalidades francesas como Voltaire, Victor Hugo o Marie Curie.

“Su coraje y su sentido de justicia la convierten en un ejemplo a seguir no sólo para los franceses, sino para el mundo entero”, dijo el presidente Emmanuel Macron en la ceremonia de su ingreso simbólico, ya que sus restos permanecen en Mónaco por decisión familiar.

Esta inclusión fue vista como un gesto poderoso en un momento en que la diversidad y la igualdad racial siguen siendo temas candentes en Europa y el mundo.

Su hijo Brian Baker: “Este mural es parte de la memoria de mi madre”

En la inauguración del mural, Brian Baker, uno de los hijos adoptivos de Josephine, expresó su emoción. “Siento felicidad, siento orgullo. Este lugar se convierte ahora en una extensión de la memoria de mi madre”, declaró. “Ella no se consideraba una estrella ni una celebridad. Era simplemente alguien que quería cambiar el mundo”.

Recordó también cómo la “tribu arcoíris” fue un esfuerzo por demostrar que la humanidad podía vivir en paz, un mensaje que resuena hoy más que nunca en una sociedad aún marcada por divisiones y prejuicios.

Un legado vigente en el arte callejero parisino

El mural de Baker no es el único en el barrio. Forma parte de un conjunto de obras encargadas por la asociación “Paris Colors Ourq”, que busca usar el arte urbano como herramienta de transformación social. El proyecto no sólo embellece las calles, sino que invita a la reflexión y celebra el papel de las mujeres —a menudo invisibilizadas— en la historia colectiva.

FKDL manifestó que su objetivo es “traer de vuelta a las mujeres al paisaje urbano”, y considera a Baker una inspiración constante por su valentía, su arte, y su espíritu indomable.

Josephine Baker: una figura necesaria para comprender el siglo XX

La vida de Baker parece salida de una novela histórica: una artista afroamericana que conquista Europa, una espía que lucha contra el nazismo, una activista que lucha por los derechos civiles en EE. UU., una madre de una familia multicultural y una eterna defensora de la paz.

En palabras del historiador Jean-François Sirinelli: “Baker resume en su persona las grandes contradicciones y esperanzas del siglo XX: el exilio, el arte, la guerra, la raza, la resistencia, la mujer moderna.”

Hoy, mientras su imagen vigila discretamente un barrio diverso de París, sigue inspirando nuevas generaciones a perseguir lo justo, a abrazar lo diferente y a celebrar la libertad.

Josephine Baker no fue sólo una estrella del espectáculo. Fue, y sigue siendo, un faro de libertad, coraje e inspiración.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press