Caos Humanitario en Gaza y Siria: Entre Bombardeos, Tribales y Desplazamientos
Mientras Israel intensifica su ofensiva en Gaza y Siria lucha por estabilizar regiones fracturadas, la población civil paga el precio más alto de décadas de conflictos sin resolver
Un nuevo capítulo en Gaza: Evacuaciones masivas en medio de conversaciones estancadas
La Franja de Gaza se enfrenta a una nueva ola de desesperación. El ejército israelí emitió recientemente avisos de evacuación para zonas del centro de Gaza, afectando severamente el corredor entre Deir al-Balah y las ciudades del sur, Rafah y Jan Yunis. Esta es una región donde, hasta ahora, las operaciones terrestres eran mínimas.
La orden de evacuación se da en un momento crítico. Aunque se están llevando a cabo conversaciones de alto el fuego en Catar entre Israel y Hamás, mediadores internacionales reconocen que no ha habido avances. El primer ministro Benjamin Netanyahu mantiene su enfoque de incrementar las presiones militares para forzar una negociación, estrategia que ha sido criticada por muchas de las familias de los rehenes israelíes.
Un retroceso humanitario en plena crisis
La zona afectada por la evacuación es fundamental para la distribución de ayuda humanitaria. Allí operan numerosas organizaciones internacionales, cuya labor ya es obstaculizada por los bombardeos y bloqueos. Según Gaza Health Ministry, más de 58,000 palestinos han muerto desde que comenzó la ofensiva israelí tras el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, el cual se saldó con alrededor de 1,200 israelíes muertos y 251 rehenes. De estos, sólo 50 siguen retenidos y menos de la mitad estarían vivos.
La cifra es alarmante: más de la mitad de las víctimas son mujeres y niños. Esta estadística, aunque provista por un organismo del gobierno de Hamás, ha sido respaldada como la más confiable por diversas entidades de las Naciones Unidas.
Las tensiones internas en Israel y el clamor por el fin de la guerra
Dentro de Israel, la presión también aumenta. El Foro de Familias de Rehenes ha criticado duramente la reciente orden militar, acusando al gobierno de actuar sin un plan claro. "¡Basta! El pueblo israelí desea abrumadoramente el final del conflicto y un acuerdo comprensivo para el retorno de todos los rehenes", declaró el foro.
Las protestas semanales en Tel Aviv reúnen a decenas de miles de personas que exigen el cese del fuego. La fractura dentro de la sociedad israelí es palpable, dividiendo a los ciudadanos entre quienes desean seguir la ofensiva y quienes abogan por detener el conflicto y priorizar el rescate de los rehenes.
Siria: Ceasefire frágil y tensiones latentes entre los drusos y beduinos
Mientras Gaza arde, Siria también se enfrenta a su propio caos. Tras una semana de enfrentamientos violentos entre clanes armados beduinos y milicias drusas en la ciudad de Sweida, los beduinos han abandonado la ciudad como parte de un acuerdo de alto el fuego mediado por EE.UU.
El conflicto en la provincia drusa dejó cientos de muertos y amenazó con desestabilizar nuevamente una Siria que aún se tambalea tras años de guerra civil. Los enfrentamientos comenzaron tras una serie de secuestros recíprocos y derivaron en ataques a zonas civiles, vandalismo a retratos de figuras religiosas drusas y ofensivas sobre áreas mayoritariamente beduinas.
Las raíces del conflicto: tribalismo, religión e intereses geoestratégicos
La provincia de Sweida es predominantemente drusa, un grupo religioso cuya historia remonta al siglo XI y que hoy en día cuenta con aproximadamente 1 millón de fieles, la mitad de los cuales viven en Siria. El resto se encuentra en el Líbano e Israel, especialmente en los Altos del Golán, ocupados por Israel desde 1967 y anexados en 1981.
Los líderes drusos celebraron el colapso de la monarquía Asad, pero muchos se sienten traicionados por el actual liderazgo pro-islamista encabezado por Ahmad al-Sharaa, presidente interino. Aunque algunos drusos apostaron por el diálogo, los recientes ataques han radicalizado a parte de la comunidad y generado desconfianza hacia Damasco.
Ayuda humanitaria: ¿esperanza o parche?
Como parte del frágil alto el fuego, el gobierno sirio y la organización Creciente Rojo Siria han comenzado el envío de 32 convoyes cargados con alimentos, medicinas, agua y combustible a Sweida, una provincia afectada por cortes eléctricos y escasez de suministros básicos.
“Agradecemos a los beduinos por su valentía, pero exigimos que cumplan totalmente con el alto el fuego”, dijo Ahmad al-Sharaa en un mensaje televisado. Estos movimientos tienen lugar mientras Washington, en voz de su enviado especial Tom Barrack, llama a “poner fin inmediato a las hostilidades y romper el ciclo de venganza tribal”.
“Siria está en una encrucijada crítica: la paz y el diálogo deben prevalecer, y ahora”, escribió Barrack en X (anteriormente Twitter).
Sin embargo, la coexistencia sigue siendo una ilusión distante. Ataques entre comunidades, desplazamientos forzados y una profunda falta de confianza marcan el día a día de una nación que aún lidia con la desconstrucción de su identidad post-guerra.
Perspectiva internacional: ¿Dónde está el liderazgo global?
La doble tragedia en Gaza y Siria plantea preguntas profundas sobre el papel internacional. Las potencias globales, sumidas en sus propias agendas geopolíticas, parecen incapaces de forjar una hoja de ruta estable para dos de los conflictos más prolongados del Medio Oriente.
Los intentos de mediación, aunque constantes, chocan con realidades sobre el terreno cargadas de ideologías, traumas históricos y comunidades que han aprendido a subsistir entre ruinas y promesas vacías.
La población civil: rehén de intereses armados
- En Gaza, más de 2 millones de palestinos viven en condiciones catastróficas, con sistemas sanitarios colapsados y desplazamientos forzosos a zonas como Muwasi, designada como "zona humanitaria".
- En Siria, comunidades enteras son víctimas del tribalismo exacerbado y de una maquinaria estatal incapaz de ofrecer seguridad básica.
Sin un acuerdo duradero, y con escasa voluntad de las élites políticas para asumir responsabilidad, los civiles seguirán siendo peones en una partida de ajedrez global cuyas reglas cambian constantemente.
¿Es este el mejor escenario que el siglo XXI puede ofrecer a poblaciones históricamente marginadas? La respuesta, por ahora, parece ser un sombrío "sí".