Cowboys y Bengals entre contratos, estrellas inconformes y decisiones críticas

Micah Parsons, Shemar Stewart y Trey Hendrickson representan los dilemas de un nuevo modelo de superestrellas en la NFL

La NFL comienza su pretemporada con tensión y negociaciones

El inicio de los campamentos de entrenamiento en la NFL solía traer consigo entusiasmo y expectativas renovadas para jugadores, entrenadores y aficionados. Sin embargo, en 2025, las tensiones contractuales y decisiones gerenciales están dominando los titulares más que las jugadas en el emparrillado. Equipos como los Dallas Cowboys y los Cincinnati Bengals están intentando balancear el talento generacional con las limitaciones del tope salarial y las exigencias de un mercado de superestrellas en evolución.

Micah Parsons y los Cowboys: una novela recurrente

Los Dallas Cowboys, una de las franquicias más valiosas y mediáticas del deporte mundial, no han logrado llegar a una final de conferencia de la NFL en 29 años. El dueño y gerente general Jerry Jones parece no perder el entusiasmo, pero incluso ha admitido, con tono anecdótico, que por “unos segundos” ha considerado renunciar a sus deberes operativos. ¿La razón actual de su desvelo? Micah Parsons.

El edge rusher estrella de Dallas llega a su último año de contrato de novato luego de acumular 12 capturas y 12 tacleadas para pérdida en 2024, sus números más bajos en cuatro temporadas, en parte por una lesión en el tobillo. Parsons está presente en el campamento de entrenamiento, pero su participación real en las prácticas aún está en duda. El equipo tiene la posibilidad de usar la etiqueta de jugador franquicia en 2026, algo que sin duda no será bien recibido por el jugador ni su agente, David Mulugheta.

Stephen Jones, vicepresidente ejecutivo de Dallas, afirmó claramente: “No tenemos un trato con Micah y queda trabajo por hacer.” La retórica recuerda los desacuerdos pasados con figuras como Emmitt Smith en 1993, quien se ausentó dos partidos antes de llegar a un nuevo contrato. Aquel año, los Cowboys ganaron el Super Bowl. ¿Repetirá la historia?

Jerry Jones, la longevidad del poder absoluto

Con 82 años, Jerry Jones sigue siendo el protagonista principal de los Cowboys en todas sus dimensiones. Además de su rol como dueño y gerente, ahora suma participaciones actorales en series como Landman y hasta tendrá un documental en Netflix. Jones defiende su estilo de liderazgo y reafirma su optimismo: “No estoy preocupado en absoluto por cómo esta situación afectará el desarrollo del equipo en el campamento.”

Más allá del discurso público, el tiempo se agota para un equipo que cada temporada comienza con elevadas expectativas y termina en decepción. Dallas tuvo marca de 7-10 la temporada pasada, lo que selló el fin de la era de Mike McCarthy como entrenador. Ahora, bajo la nueva dirección de Brian Schottenheimer, el equipo busca una identidad renovada, pero sin su pieza defensiva clave contenta, el proyecto corre riesgo desde el día uno.

Bengals y sus propias tensiones: Hendrickson quiere respeto, Stewart quiere seguridad

En Cincinnati, las tensiones no son menores. Aunque los Bengals han sido competitivos en años recientes, su unidad defensiva enfrenta incertidumbre con dos piezas clave: Trey Hendrickson y la promesa novata Shemar Stewart.

Hendrickson, quien lideró la liga el año pasado con 17.5 capturas y fue seleccionado al All-Pro, no asistió al minicampamento obligatorio y sufre desencuentros contractuales. Su salario base actual es de $15.8 millones, mientras que su tope salarial asciende a $18.7 millones. Él quiere un contrato a largo plazo con mayores garantías, algo que para el director de personal Duke Tobin es comprensible: “Tener buenos jugadores es una buena ‘complicación’. Trey ha ganado una renovación.”

El caso singular de Shemar Stewart

Stewart, elegido en la posición número 17 del Draft 2025, es el único jugador de primera ronda aún sin firmar. A pesar de que las cifras económicas están acordadas, la traba radica en el lenguaje contractual, específicamente cláusulas que permitirían al equipo anular garantías si ocurrieran incidentes fuera del campo.

El propietario Mike Brown no ocultó su frustración: “Esto ha llegado a un nivel de... bueno, sólo puedo pensar en una palabra que no debería decir. Es una tontería.” Por su parte, Tobin señaló que la ausencia perjudica al propio jugador: “Lo que Shemar necesita es estar aquí. Un buen inicio como novato suele traducirse en una carrera larga y productiva.”

La agencia de Stewart, liderada por Zac Hiller, ha llevado el proceso con una postura férrea. Cuando Tobin cuestionó públicamente la estrategia del agente, Hiller respondió con un dardo ácido: “Duke Tobin no ha estado involucrado en esta negociación. Parece estar por encima de su salario.”

Panorama deportivo y urgencia estratégica

El nuevo coordinador defensivo de los Bengals, Al Golden, dejó claro que la ausencia de ambos jugadores afecta el desarrollo táctico. En 2024, la defensa de Cincinnati fue la número 25 de la liga en yardas permitidas por partido (348.3), un rendimiento muy por debajo de las exigencias para un equipo con aspiraciones de Super Bowl.

Golden cree que Hendrickson podría reincorporarse más fácilmente. Pero con Stewart, quien aún debe adaptarse al sistema defensivo, cada práctica cuenta: “Hay una restricción de tiempo. Necesitamos ponerlo a jugar ya.”

Un patrón repetido: estrellas, contratos y cultura

Estas situaciones contractuales reflejan un cambio de paradigma en la NFL. La figura de la “superestrella defensiva” ha adquirido nuevo peso, similar al que históricamente han tenido los mariscales de campo. Además, los jugadores se sienten respaldados por una cultura donde proteger sus intereses financieros y su bienestar físico ya no es mal visto, sino esperado.

Parsons, Hendrickson y Stewart pertenecen a una generación que creció viendo cómo figuras como J.J. Watt y Aaron Donald transformaban la percepción del impacto defensivo. Hoy, ellos exigen estar en esa misma conversación salarial y mediática.

Los equipos, por otro lado, deben navegar entre satisfacer esas exigencias, cumplir con el tope salarial (que ascendió a $255.4 millones en 2025) y construir planteles equilibrados. En ambos lados, el margen de error es cada vez menor.

Lo que está en juego

Para Dallas, otra temporada mediocre sin resultados tangibles podría erosionar aún más la credibilidad de una estructura dirigencial que no ha variado en tres décadas. En Cincinnati, el potencial de una defensiva joven y agresiva está en entredicho por cuestiones contractuales que bien podrían haberse resuelto desde mayo.

Las señales están claras: atraer y retener talento ya no es solo cuestión de scouting o visión deportiva. Es un juego de gestión, estrategia y saber cuándo ceder, cuándo negociar y cuándo confiar en que la cancha será, al final, la mejor respuesta.

Como dijo Jerry Jones, citando su amor por el trabajo: “No he trabajado en 35 años. ¡He tenido la carrera más divertida que podrían imaginar!” Pero incluso para los propietarios con más carisma de la NFL, el talento no puede reemplazarse ni gestionarse solo con pasión o discursos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press