El choque presidencial con la NFL: Trump y la controversia por el nombre 'Redskins'
Donald Trump amenaza con bloquear un estadio si los Washington Commanders no recuperan su antiguo nombre, en una polémica que reabre heridas culturales en EE.UU.
Una amenaza presidencial nada casual
Donald Trump, expresidente de Estados Unidos y actual candidato a la presidencia, desató un nuevo huracán político al condicionar un proyecto deportivo clave en Washington D.C. a una polémica cuestión de identidad cultural: el nombre del equipo de fútbol americano, Washington Commanders.
En declaraciones recientes, Trump juró bloquear los planes para la construcción de un nuevo estadio si el equipo no vuelve a llamarse Redskins, un nombre largo tiempo considerado ofensivo por las comunidades nativas americanas. La Casa Blanca confirmó que sus palabras no fueron broma. "El presidente fue serio", declaró Karoline Leavitt, secretaria de prensa.
Este episodio va más allá del deporte. Se trata de una pieza más en el ajedrez electoral y mediático que Trump domina como pocos. Veamos por qué.
El peso simbólico del nombre 'Redskins'
Desde su fundación en 1932, el equipo fue conocido como los Redskins, una denominación que muchos han considerado racista y deshumanizante. Grupos indígenas estadounidenses han protestado durante décadas contra el nombre, argumentando que transforma su identidad en una caricatura.
En julio de 2020, el entonces dueño del equipo, Dan Snyder, cedió ante la presión de patrocinadores y la opinión pública y se deshizo del controvertido nombre. Primero adoptaron el nombre temporal "Washington Football Team" antes de anunciar finalmente en 2022 su nuevo nombre permanente: Washington Commanders.
Pero Trump no está conforme. Para él, el abandono del antiguo nombre simboliza una rendición ante el "wokeismo" y la corrección política que denuncia continuamente.
¿Por qué Trump se involucra?
Una pregunta clave en este asunto es: ¿por qué un expresidente y potencial próximo líder del país toma partido en un asunto aparentemente trivial? Leavitt lo explicó claramente: "Es un presidente no tradicional. Se involucra en temas que le importan al pueblo".
Según su equipo, Trump ve en esta causa un fenómeno cultural que polariza a los estadounidenses. Cree que muchos aficionados al fútbol americano están en contra del cambio de nombre y que puede capitalizar ese descontento. De hecho, el expresidente ya había mostrado sus posturas en contra del cambio en 2020, acusando a los líderes de la NFL de ceder frente a la presión.
¿Qué dicen los fans?
La opinión de los fans está lejos de ser unánime. Una reciente encuesta de Morning Consult encontró que el 49% de los aficionados de la NFL apoyaban el cambio de nombre, mientras que otro 41% se posicionaban en contra. El 10% restante era indiferente.
Ender Tuncay, fan de toda la vida en Washington, responde con firmeza: “Es una tontería más de Trump. Está distrayendo del verdadero trabajo que hay que hacer”.
Ford Flemmings, quien trabajó como vendedor en el antiguo estadio RFK, opinó lo contrario: “Me gustaba más cuando eran simplemente Washington. Pero igual seguiré siendo fan. Si ganamos, da lo mismo el nombre”.
La comunidad indígena responde
Quizás la respuesta más contundente viene directamente de las comunidades indígenas. Para Savannah Romero, miembro de la Nación Eastern Shoshone, “los nativos americanos no somos mascotas. Equipararnos a caricaturas o animales es una táctica de deshumanización”.
La organización National Congress of American Indians también está preparando una respuesta formal, expresando su oposición al regreso de nombres ofensivos usados en el pasado.
No obstante, un grupo llamado Native American Guardians Association ha iniciado esfuerzos legales y campañas para restaurar tanto el nombre Redskins como el de los Cleveland Indians en la MLB, alegando que estos nombres honran en lugar de ofender.
¿Dónde entra el estadio en todo esto?
La política local también juega un papel importante. En abril, el gobierno del Distrito de Columbia y los Commanders llegaron a un acuerdo para construir un nuevo estadio en el sitio del antiguo RFK Stadium, símbolo de los días de gloria del equipo.
Sin embargo, este acuerdo aún necesita la aprobación del Concejo del Distrito, y algunos temen que la controversia por el nombre complique el proceso. La alcaldesa Muriel Bowser aseguró: “Debemos enfocarnos en hacer nuestra parte como ciudad. Ya hemos trabajado casi una década en esto”.
El nuevo propietario, Josh Harris, quien adquirió el equipo en 2023, manifestó que no planea cambiar nuevamente el nombre. Para él, los Commanders representan una nueva era para el equipo.
El deporte como campo de batalla político
Ésta no es la primera vez que Trump utiliza el deporte como plataforma política. Durante su administración criticó duramente a jugadores de la NFL que se arrodillaban durante el himno nacional en protesta por el racismo estructural, como lo hizo Colin Kaepernick.
El deporte, especialmente el fútbol americano, es parte esencial de la identidad estadounidense. Intervenir en ese terreno otorga visibilidad y poder político, especialmente entre los votantes de clase media y obrera blanca, una base clave para Trump.
El expresidente sabe cómo convertir cualquier asunto en una narrativa polarizadora, y el cambio de nombre de un equipo de la NFL es ideal: une la nostalgia con la identidad nacional, el rechazo a lo "woke" y la idea de "recuperar tradiciones".
Más allá del nombre: las elecciones de 2024
Todo esto ocurre mientras Trump se prepara para una dura contienda en 2024. En ese contexto, cada controversia se convierte en una pieza de campaña. Reavivar la guerra cultural del fútbol americano le permite hablar de valores, tradición e identidad, sin tocar directamente temas económicos o judiciales donde él muestra más vulnerabilidad.
En sus mítines, Trump ha llegado a bromear con personas vistiendo camisetas antiguas con el logo de los Redskins, aclamándolos como “auténticos patriotas” y diciendo que “van contra corriente”.
Según la investigadora Lauren Wright, de la Universidad de Princeton, “Trump entiende que estas batallas de cultura elevan su perfil. No son triviales para su estrategia: son fundamentales”.
¿Qué podría pasar ahora?
- La alcaldesa Bowser intentará avanzar con la aprobación del nuevo estadio.
- Josh Harris resistirá presiones para volver al nombre Redskins.
- Trump seguirá usando este tema como bandera anti "wokeismo".
- Organizaciones indígenas reforzarán su lucha contra el racismo en los deportes.
Y lo más probable: seguiremos viendo al deporte norteamericano como un escenario de disputa cultural, tan político como el propio Capitolio.
Mientras tanto, los Commanders se preparan para una nueva temporada. Pero ni sus jugadores ni sus fanáticos ignoran que, esta vez, el partido más intenso se juega fuera del campo.