El desastre silencioso del cambio climático en las playas de Barcelona
Montgat y otras playas del área metropolitana enfrentan su mayor amenaza: la desaparición bajo el mar
De paraíso turístico a zona de riesgo costero
Montgat, una pequeña localidad costera situada a tan solo 30 minutos del centro de Barcelona, ha sido por décadas un refugio veraniego para locales y visitantes. Pero ese idilio enfrenta hoy una amenaza silenciosa pero devastadora: la erosión costera impulsada por el cambio climático.
Ana García, una vecina que cada verano alquila una caseta junto al mar para pasar dos meses con su hija, teme que sus días de playa tengan los días contados. “Está aumentando cada año y no hay señales de que se detenga”, confiesa preocupada.
El origen artificial de las playas actuales
La transformación de Montgat y otras playas del área metropolitana de Barcelona comenzó tras la designación de la ciudad como sede de los Juegos Olímpicos de 1992. Lo que antes eran tramos de costa rocosos y con escasa accesibilidad, se convirtió en una sucesión de playas artificiales gracias a obras de regeneración costera.
Estas playas, sin embargo, no poseen la estabilidad natural de los ecosistemas costeros originales. Cada año, el mar se apodera de metros de arena, muchas veces a un ritmo de hasta un metro anual, según la Autoridad Metropolitana de Barcelona (AMB).
La ingeniera marina Agustín Sánchez-Arcilla, de la Universidad Politécnica de Cataluña, explica que el nivel del mar ha subido 14 cm en los últimos 25 años en la costa catalana, y la altura promedio de las olas ha aumentado 30 centímetros. “No hace falta predecir que esto se acelerará: ya se ha multiplicado por cuatro desde los años 90”, advierte.
Cuando el mar se acerca peligrosamente
El fenómeno de la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), responsable de tormentas intensas durante el otoño e invierno, provoca daños devastadores. En abril de 2024, olas de hasta 5 metros destruyeron gran parte de la playa de Montgat, dejando casas a pocos metros del embate del mar.
El alcalde de Montgat, Andreu Absil, indica que sólo sobrevive un tercio de la playa respecto al año anterior. “Las playas son el último espacio democrático que tenemos”, afirma. “Y deben seguir siendo un lugar de reunión y disfrute colectivo”.
¿Rellenar o proteger?
La respuesta de las autoridades ha sido, en parte, la reposición periódica de arena. Pero expertos como Ramón Torra, gestor del AMB, afirman que esta medida es insuficiente y costosa. “No podemos seguir simplemente rellenando. Hay que detener la pérdida”, dice, abogando por estructuras como escolleras y espigones como soluciones más eficaces.
Los cálculos oficiales hablan de una inversión necesaria de 60 millones de euros solo para estabilizar los 42 kilómetros de costa metropolitana (de los cuales 30 son playas). A esto se suman los costes anuales por tormentas y mantenimiento.
Turismo en peligro
La situación pone en entredicho uno de los motores económicos de la región: el turismo. Montgat pasó de ser un pueblo pesquero en los años 70 a un punto neurálgico del turismo local. Restaurantes, chiringuitos y alojamientos estacionales dependen de la atracción de sus playas, especialmente durante los meses de julio a septiembre.
José Luis Vélez, un jubilado que cada año vuelve al mismo chiringuito desde la década de los 90, resume el sentir general: “La hemos pasado bien aquí, pero la playa está desapareciendo. Y no se está haciendo lo suficiente para salvarla. Esto tiene fecha de caducidad”.
Una amenaza que va más allá de la arena
El verdadero peligro aún no ha llegado: si el mar continúa su avance, afectará directamente a la infraestructura urbana. El tren de Cercanías que conecta Barcelona con las poblaciones del Maresme corre riesgo de quedar interrumpido, así como viviendas y negocios situados a pocos metros del agua.
Según estudios de la Copernicus Climate Change Service de la Unión Europea, Europa es el continente que más rápido se calienta, con un aumento de temperaturas el doble del promedio global desde los años 80. Esto, sumado al deshielo de los polos y la expansión térmica de los océanos, hace que el nivel del mar suba de forma más agresiva que antes.
Adaptación climática: ¿qué soluciones hay?
Entre las medidas que se proponen, además de espigones y escolleras, están la plantación de vegetación costera que funcione como barrera natural, y la construcción de muros costeros diseñados específicamente para áreas urbanas ya consolidadas.
El problema es que este tipo de proyectos requieren tiempo, planificación y financiación que aún no se visualiza plenamente a nivel autonómico ni estatal. Las costas no pueden esperar, afirman los expertos.
“Este no es un problema futuro. Es un problema del presente”, insiste Sánchez-Arcilla. “Las evidencias físicas ya están aquí. Ahora queda decidir si queremos actuar o seguir viendo desaparecer nuestras playas”.
El caso Montgat como símbolo del futuro costero europeo
Lo que sucede en Montgat puede entenderse como una postal anticipada de lo que vivirá gran parte del litoral europeo si no se implementan políticas audaces de adaptación y mitigación. Desde el sur de Francia hasta la costa adriática, pasando por Italia y Grecia, cada centímetro de playa es hoy un bien en peligró.
Y mientras tanto, las olas no cesan.