Hambre, bloqueo y censura de datos: Gaza al borde de una catástrofe humanitaria sin nombre
A pesar del clamor internacional, la hambruna en Gaza aún no ha sido declarada oficialmente. ¿Qué significa este silencio ante una crisis devastadora?
Una crisis sin nombre
Desde hace meses, funcionarios de la ONU, organizaciones humanitarias y expertos en seguridad alimentaria han advertido de una catástrofe inminente en Gaza. Casi dos años después del inicio de la ofensiva militar de Israel tras el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, la situación humanitaria ha alcanzado un punto de quiebre. Alrededor de 2 millones de palestinos dependen casi exclusivamente de la ayuda internacional para sobrevivir, pero ésta llega a cuenta gotas.
La Organización Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) califica el hambre en Gaza como de "niveles nuevos y asombrosos de desesperación". Según Ross Smith, director de emergencias de la agencia, cerca de 100,000 mujeres y niños sufren de desnutrición aguda severa. Además, una tercera parte de la población pasa días enteros sin comer.
¿Qué se necesita para declarar una hambruna?
Para que una situación sea declarada como hambruna oficialmente, se deben cumplir al menos dos de tres criterios establecidos por el sistema Integrated Food Security Phase Classification (IPC), fundado en 2004:
- Un 20% de los hogares carecen de acceso extremo a alimentos—es decir, están básicamente muriendo de hambre.
- El 30% de los niños menores de cinco años presentan desnutrición aguda (peso peligrosamente bajo para su estatura).
- Dos adultos o cuatro niños por cada 10,000 personas mueren diariamente por hambre o por enfermedades relacionadas con la malnutrición.
Y aunque la situación en Gaza parece cumplir algunos de estos criterios, el principal obstáculo es el acceso a datos confiables; el conflicto armado ha dañado los hospitales y sistemas de recolección de información.
El control sobre el acceso y la información
La imposibilidad de ingresar a muchas zonas de Gaza y la censura de datos impiden a las organizaciones internacionales evaluar la situación con precisión. Según James Smith, médico de emergencias y académico en política humanitaria del University College de Londres, "todos los indicadores de salud —incluido el número de muertes— están claramente subestimados porque los sistemas de vigilancia están destruidos".
Además, los ataques y bloqueos han desmantelado lo poco que quedaba del sistema agrícola en el enclave, eliminando la producción local de alimentos. La entrada de camiones con ayuda ha disminuido drásticamente. Antes del conflicto, entraban al menos 600 camiones diarios; hoy, las autoridades israelíes aseguran haber facilitado la entrada de solo 4,500 camiones desde mediados de mayo de 2025. Es decir, un promedio de apenas 65 camiones diarios, insuficiente para cubrir las necesidades básicas.
La difícil designación de la palabra "hambruna"
Paradójicamente, el reconocimiento oficial de una hambruna no siempre ayuda a resolver la crisis. El IPC ha sido renuente a emitir este tipo de declaraciones sin datos concluyentes, pero reconoce que cuando finalmente se declara una hambruna, "ya es demasiado tarde". Una vez rota la barrera de esa declaración, es probable que miles de personas ya hayan muerto.
Alex de Waal, autor del libro "Mass Starvation: The History and Future of Famine", explica que las muertes por hambruna rara vez se deben únicamente a la falta de alimentos. "Son el resultado de una combinación letal de desnutrición, infecciones, diarrea e incapacidades del sistema inmunológico. La malnutrición te deja sin defensas".
Un desastre humanitario medible, pero ignorado
Documentos de la ONU y reportes médicos en Gaza estiman que más de 100 personas han muerto presentando señales de hambre severa, la mayoría de ellas niños. A pesar de no contar con un análisis clínico completo como causa exacta de muerte, las cifras de "muertes en exceso" —es decir, aquellas atribuibles a causas evitables como hambre y enfermedades relacionadas— siguen aumentando.
La UNICEF y WFP estiman que uno de cada tres niños en Gaza sufre algún nivel de desnutrición aguda. Y con más del 90% de la población desplazada de sus hogares, las condiciones para administrar ayuda alimentaria se deterioran. La violencia, los saqueos, la falta de estructuras de seguridad dentro del mismo enclave y la escasez prolongada generan una sensación generalizada de desesperanza.
¿Por qué no reacciona el mundo?
De declararse oficialmente una hambruna, la comunidad internacional tendría la obligación moral (y muchas veces legal) de redoblar esfuerzos de ayuda y asistencia humanitaria. Pero los recursos internacionales están al límite, y otros conflictos —como los de Sudán, Haití y Ucrania— compiten por los mismos fondos y atención.
Rikke Laerke, portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), lo resumía con pragmatismo: "No hay un fondo gigante listo para actuar cuando decimos ‘hambruna’".
La ayuda está ahí... pero no entra
Grupos de ayuda han señalado que hay alimentos acumulados en las fronteras de Gaza —particularmente en Egipto y zonas bajo control israelí— que no logran cruzar por razones burocráticas, políticas o logísticas. Un contratista estadounidense con respaldo israelí ha intentado distribuir alimento desde dentro, pero sus operaciones son limitadas y caóticas debido a la inseguridad local.
Mientras tanto, el Programa Mundial de Alimentos insiste en que solo una entrega masiva y sostenida de ayuda podría apaciguar los temores, controlar la violencia y reestablecer la esperanza comunitaria. El organismo hace un llamado a un cese al fuego urgente y duradero que permita que la ayuda fluya.
Imágenes que gritan más que las palabras
Fotografías recientes muestran escenas desgarradoras: niños enclenques abrazando sobres de harina, madres desesperadas corriendo hacia camiones de ayuda mientras suenan disparos. Entre estos horrores, testimonios relatados por observadores internacionales afirman que más de 1,000 personas han muerto intentando recibir ayuda desde mayo hasta ahora.
Mientras tanto, la WFP afirma que Gaza está al borde de un precipicio irreversible sin precedentes.
Cuando las palabras fallan, la realidad grita
El mundo teme usar la palabra “hambruna” quizás porque significa aceptar un fracaso humano total. Pero mientras tanto, esa decisión se convierte en una negación sistemática del sufrimiento colectivo de millones de personas.
Gaza no necesita un informe para confirmar lo que todos pueden ver: la vida se está desmoronando bajo toneladas de escombros, silencio diplomático y estómagos vacíos. Si no se declara oficialmente una hambruna, no es porque no exista... es porque aún no se ha permitido medirla oficialmente.