La guerra diplomática detrás de Gaza: ¿Puede Europa realmente presionar a Israel?

Entre palabras vacías y divisiones internas, el rol incierto de la UE en el conflicto entre Israel y Palestina

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Escalada diplomática y presión internacional

En los últimos meses, la presión internacional sobre Israel ha aumentado drásticamente a medida que la devastación en Gaza se vuelve insostenible para la opinión pública global. Con imágenes de sufrimiento y miseria circulando por todo el mundo, gobiernos europeos han alzado la voz, criticando las restricciones israelíes al acceso de ayuda humanitaria y las constantes muertes de civiles palestinos que buscan alimentos.

Sin embargo, mientras el discurso gana fuerza, las acciones concretas aún son escasas. El Reino Unido ha amenazado con tomar medidas más estrictas si Israel no detiene su ofensiva. Paralelamente, un conjunto de 25 países —en su mayoría europeos— emitió una condena formal por las restricciones de ayuda y las muertes en Gaza. Aun así, sin el respaldo de potencias como Alemania y Estados Unidos, muchos dudan que estas presiones desemboquen en un cambio tangible.

La ambigüedad europea: dividida entre principios y diplomacia

Para entender la inacción europea, primero hay que comprender la estructura de la Unión Europea. Cualquier decisión de alto calibre —como suspender el Acuerdo de Asociación con Israel o implementar sanciones a gran escala— exige unanimidad entre los 27 estados miembros de la UE, una condición casi imposible dado el panorama geopolítico actual.

Países como Irlanda, España y los Países Bajos han expresado abiertamente su deseo de revisar la relación diplomática y económica con Israel tras las recientes violaciones a los derechos humanos. Entre tanto, Alemania, Hungría y Rumanía han demostrado una postura completamente opuesta. Este último incluso estableció nuevos acuerdos de defensa con Israel recientemente.

Este desacuerdo interno ha paralizado la capacidad de reacción efectiva del bloque comunitario.

El caso alemán: de aliado histórico a crítico cauteloso

La posición de Alemania es particularmente significativa. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el país ha mantenido una relación especial con Israel, en gran parte debido a su responsabilidad histórica por el Holocausto. Sin embargo, esa atmósfera de apoyo incondicional ha comenzado a tambalearse.

El canciller alemán, Friedrich Merz, afirmó recientemente haber comunicado su disconformidad directamente con Benjamin Netanyahu. “La manera en que el ejército israelí actúa en Gaza es inaceptable”, declaró Merz en una entrevista el lunes. Estas palabras marcan un cambio en el tono habitual alemán, pero aún no se transforman en medidas concretas.

Palabras vs. acciones: ¿de qué sirve la retórica diplomática?

Yossi Mekelberg, experto del think tank británico Chatham House, lo resumió de forma brusca pero reveladora: “Lo que vemos es una montaña de presión, pero son solo palabras, no acciones”. La analista Nomi Bar-Yaacov fue aún más directa: “Israel no escucha el lenguaje de las palabras. Necesita mecanismos de presión concretos”.

Hasta ahora, ni las sanciones individuales impuestas por países como Canadá, Australia y el Reino Unido, ni la suspensión de tratados comerciales han tenido un impacto significativo sobre la postura israelí. Incluso la reciente decisión del Reino Unido de pausar sus negociaciones de libre comercio parece más simbólica que efectiva.

Los mecanismos de presión disponibles para la UE

Pese a la aparente parálisis institucional, la UE aún tiene varios instrumentos a su disposición. Según un documento filtrado por el alto representante de política exterior, Kaja Kallas, los siguientes pasos podrían incluir:

  • Suspender parcial o totalmente el Acuerdo de Asociación UE-Israel, vigente desde 2000.
  • Bloquear importaciones de asentamientos israelíes en los territorios ocupados.
  • Suspender acuerdos de cooperación científica, tecnológica y de aviación.
  • Imponer restricciones en la zona Schengen a ciudadanos israelíes.

No obstante, todas estas medidas requieren consensos difíciles de alcanzar.

El dilema moral vs. interés geopolítico

La falta de unidad europea se explica también por los intereses geopolíticos. Rumanía, por ejemplo, recientemente adquirió sistemas de defensa aérea israelíes, lo cual dificulta su voluntad política de aplicar presiones. Por otro lado, Alemania, cuyo pasado lo convierte en defensor natural de Israel, aún no cruza la línea hacia las sanciones.

Mientras tanto, algunos países europeos comienzan a cuestionar si su relación histórica con Israel debe anteponerse a la defensa de los derechos humanos. “Los dobles estándares minan nuestra credibilidad internacional”, sentenció un parlamentario socialdemócrata alemán, en objeción a la posición oficial del gobierno de Merz.

¿Y Estados Unidos? El gran ausente de la crítica

Mientras Europa se debate entre medidas concretas y declaraciones simbólicas, Estados Unidos continúa siendo el escudo diplomático de Israel. El embajador estadounidense en Israel, Mike Huckabee, calificó la declaración conjunta de los 25 países como “repugnante”, y reafirmó que la presión debe dirigirse contra “los salvajes de Hamas”, no hacia Israel.

Esta postura dificulta aún más cualquier acción coordinada internacional, ya que muchas naciones europeas son reticentes a enfrentarse a Washington de forma abierta, especialmente en momentos de alta tensión geopolítica.

Protestas crecientes y presión popular

En paralelo a los debates diplomáticos, las calles de ciudades europeas han sido escenario de masivas protestas pro-palestinas. Londres, Bruselas, Berlín y París han visto cómo miles de manifestantes exigen un alto al fuego, sanciones inmediatas y ayuda humanitaria sin restricciones.

Esta presión social obliga a muchos gobiernos a posicionarse más claramente, aunque siga siendo insuficiente para cambiar la política exterior de manera efectiva.

Un futuro incierto: ¿hay voluntad de actuar?

Fuentes diplomáticas dentro de la UE reconocen que la situación ha alcanzado un punto de inflexión, pero también admiten que mientras Alemania y Estados Unidos mantengan su respaldo tácito o explícito a Israel, las opciones reales son limitadas.

La comisionada europea Ursula von der Leyen reiteró esta semana el llamado al respeto del derecho internacional y pidió “un flujo libre, seguro y rápido de ayuda humanitaria a Gaza”. No obstante, sin mecanismos de cumplimiento y acción, sus palabras siguen siendo un eco más en una tormenta diplomática que no cesa.

La incógnita es si los líderes europeos estarán dispuestos a transformar la indignación moral en medidas institucionales reales antes de que sea demasiado tarde. Porque como dijo un político español: “Una Europa que no actúa, es una Europa cómplice”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press