La invasión del picudo rojo: la amenaza silenciosa que devora las palmeras de Uruguay
Una plaga invisible transforma el paisaje uruguayo y pone en riesgo un símbolo nacional
Montevideo, la capital de Uruguay, siempre se ha caracterizado por su majestuoso paseo costero, adornado por miles de palmeras que han sido parte del imaginario nacional por generaciones. Sin embargo, ese emblemático paisaje hoy se encuentra bajo una amenaza creciente: el picudo rojo de las palmeras (Rhynchophorus ferrugineus), un insecto invasor de apenas 5 centímetros capaz de destruir una palmera adulta en pocas semanas.
¿Qué es el picudo rojo?
Originario del sudeste asiático, el picudo rojo es un escarabajo cuyas larvas excavan y se alimentan del tejido interno de las palmas, debilitando su estructura hasta matarlas. Actualmente el insecto ha sido reportado en más de 60 países del mundo. No obstante, Uruguay es el primer país sudamericano donde se ha documentado su presencia desde 2022.
Una llegada que nadie esperaba
La plaga fue detectada por primera vez en la localidad de Canelones, a pocos kilómetros de Montevideo. En menos de un mes, el insecto exterminó más de 2,000 palmeras. Desde entonces, se ha expandido a 8 de los 19 departamentos del país.
"Llegamos tarde en la respuesta, pero ahora la asumimos con compromiso y seriedad", admitió Estela Delgado, directora nacional de biodiversidad del Ministerio de Ambiente.
Montevideo y su batalla botánica
Muchos no lo saben, pero Montevideo cuenta con unas 19,000 palmeras distribuidas por toda la ciudad, especialmente en zonas como el icónico Parque Rodó, donde se han concentrado los mayores esfuerzos de conservación.
Según Gerardo Grinvald, director de la empresa sanitaria Equitec, encargada de asistir al gobierno en la erradicación del insecto, al menos el 50% de las palmeras de la ciudad ya han sido infectadas.
"Es una plaga silenciosa", asegura Grinvald. " Cuando uno se da cuenta de que el árbol está enfermo, ya es tarde. El daño es interno y casi irreversible".
¿Cómo ataca el picudo rojo?
- Busca entrar por cicatrices expuestas, generalmente ocasionadas por podas.
- Las hembras depositan hasta 500 huevos por ciclo dentro del tronco.
- Las larvas se alimentan del tejido interno, matando lentamente la planta.
- Los primeros signos visibles son hojas caídas y agujeros en el tronco.
Pérdidas estéticas y culturales
No se trata sólo de una pérdida de vegetación. Las palmeras están profundamente ligadas a la identidad visual y cultural de Uruguay.
"Estamos perdiendo nuestras palmeras", lamenta Rafael dos Santos, vecino del Parque Rodó. "Son parte de nuestra historia, de nuestra forma de vivir, incluso de nuestra infancia. No es simplemente un árbol más".
Las más afectadas son las palmeras canarias (Phoenix canariensis), traídas originalmente desde las Islas Canarias durante el siglo XIX. Con el paso del tiempo, se integraron plenamente al diseño urbano uruguayo, a tal punto que hoy son reconocibles íconos del paisaje montevideano y costero.
Respuesta del Estado: ¿llegó demasiado tarde?
En marzo de 2025, el gobierno nacional conformó un comité de emergencia interinstucional para enfrentar el problema, y en mayo el ministro de Ambiente, Edgardo Ortuño, lo declaró "prioridad nacional". Desde entonces, se han destinado sumas significativas para combatir la plaga:
- Montevideo: USD 70,000 para pesticidas químicos e inyecciones insecticidas.
- Punta del Este (departamento de Maldonado): USD 625,000 en trampas de feromonas, detección temprana y eliminación de palmeras muertas.
A pesar del esfuerzo, los expertos temen que sea demasiado tarde para salvar gran parte del arbolado afectado. La plaga ya se está filtrando hacia ecosistemas protegidos, como la Reserva de Biósfera Bañados del Este, frontera con Brasil, lo que podría tener consecuencias continentales.
Impacto ambiental a largo plazo
La desaparición de las palmeras no solo representa un golpe paisajístico y simbólico. Las ramifications ecológicas son profundas:
- Pérdida de hábitats para aves y pequeños mamíferos.
- Reducción de sombra en áreas urbanas, aumentando la temperatura del microclima.
- Disminución del valor turístico de zonas emblemáticas, como Punta del Este o la rambla de Montevideo.
Experiencias en otros países
La plaga del picudo rojo no es nueva. Afectó de forma severa países como España, donde entre 2000 y 2010 se perdió el 70% de las palmeras en la Comunidad Valenciana. Egipto, Italia, Marruecos y Arabia Saudita también sufrieron impactos devastadores. En algunos casos, la recuperación tarda décadas.
España, por ejemplo, implementó un protocolo basado en tres pilares:
- Prevención: evitar la poda fuera de temporada.
- Detección temprana: uso de sensores de sonido y análisis térmico del tronco.
- Tratamiento: uso de nematodos (enemigos naturales de la larva) y trampas de captura masiva con feromonas.
Una lucha continental en puerta
Uruguay se ha convertido en un inesperado caso testigo para América del Sur. Si no logra contener el brote, es solo cuestión de tiempo antes de que el picudo cruce fronteras hacia Brasil, Argentina o Paraguay. Las consecuencias podrían ser devastadoras, sobre todo en regiones productoras de dátiles o zonas turísticas costeras dependientes del atractivo paisajístico de las palmeras.
Expertos internacionales recomiendan:
- Capacitar a municipalidades para identificar síntomas iniciales.
- Promover la participación ciudadana con aplicaciones de monitoreo colaborativo.
- Establecer corredores fitosanitarios para limitar la propagación.
¿Hay futuro para las palmas uruguayas?
La historia está en marcha. En este momento, decenas de operarios trabajan en la fumigación de parques históricos, botánicos y zonas balnearias. Las universidades nacionales colaboran con estudios para desarrollar métodos más eficientes de control biológico.
Pero el tiempo apremia. Una especie invasora ha encontrado un festín en uno de los árboles más queridos del país, dejando claro que las amenazas medioambientales del siglo XXI ya no solo son incendio o sequía. También pueden venir en forma de insecto, destructor silencioso de paisajes, arraigos y memorias.
Como escribiera el poeta uruguayo Mario Benedetti, “Cuando teníamos todas las respuestas, nos cambiaron las preguntas”. Hoy, Uruguay intenta resolver una pregunta urgente: ¿puede salvar a sus palmeras antes de que desaparezcan para siempre?