Minas, fronteras y diplomacia rota: crece la tensión entre Tailandia y Camboya

Una escalada preocupante entre vecinos históricos enfrenta a Bangkok y Phnom Penh tras incidentes con minas antipersonales en zonas disputadas

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

El incidente que hizo estallar la crisis

La relación entre Tailandia y Camboya vive uno de sus momentos más delicados en años recientes. El gobierno tailandés anunció el cierre de pasos fronterizos clave y la expulsión del embajador camboyano tras un grave incidente fronterizo que dejó a cinco soldados tailandeses heridos, uno de ellos perdiendo una pierna al pisar una mina antipersonal. El protocolo diplomático avanzó con rapidez: Bangkok retiró también a su propio embajador de Phnom Penh, activando una crisis bilateral compleja en una de las fronteras con mayor historia de fricción en el sudeste asiático.

El detonante fue una mina instalada —según aseguran fuentes del ejército tailandés— en una zona previamente acordada como “segura” para patrullajes fronterizos. De acuerdo con la versión tailandesa, la mina sería de fabricación rusa y no correspondería a ningún modelo utilizado por su ejército.

Una semana de tensión acumulada

El último estallido no fue un hecho aislado. Apenas una semana antes, otro soldado tailandés resultó gravemente herido —perdiendo un pie— tras un incidente similar en un punto diferente de la frontera. Estos episodios, aunque separados en la geografía, parecen obedecer a una creciente militarización de territorios disputados, donde la densidad histórica de minas y artefactos sin detonar convierte la región en un campo minado literal y político.

Camboya responde: "acusaciones sin fundamento"

La respuesta camboyana no se hizo esperar y fue igual de contundente. La portavoz del Ministerio de Defensa, la teniente general Maly Socheata, negó categóricamente que se hayan colocado nuevas minas. Es más, sostuvo que el incidente ocurrió en territorio camboyano y que fue Tailandia quien violó un acuerdo de patrullaje firmado en el año 2000. Bajo ese tratado, ambas naciones delimitaban rutas seguras de tránsito para sus fuerzas armadas en un esfuerzo por evitar tensiones innecesarias.

Historia de una enemistad territorial

La frontera entre Camboya y Tailandia está plagada de tensiones heredadas. Uno de los puntos álgidos siempre ha sido el área del Templo de Preah Vihear, una joya arquitectónica de la civilización jemer cuyos derechos territoriales han enfrentado a ambos países incluso en la Corte Internacional de Justicia. Aunque en 1962 dicha Corte otorgó la soberanía a Camboya, los enfrentamientos esporádicos y los choques diplomáticos siguen sucediendo. La disputa más reciente había comenzado el pasado 28 de mayo, cuando un soldado camboyano murió en otro enfrentamiento fronterizo. Desde entonces, la llama del nacionalismo se encendió con fuerza en las calles de ambos países.

Una frontera sembrada de muerte

Camboya es uno de los países más afectados por minas en el mundo. Según cifras oficiales, más de 20,000 muertes han sido registradas desde el final del conflicto civil en 1998, además de miles de personas amputadas o con discapacidades severas. La mayoría de estas minas fueron instaladas en los años 70, 80 y 90, durante la guerra civil y posteriores hostilidades con Vietnam y guerrillas internas. Hoy, aunque los esfuerzos de limpieza continúan, muchas siguen en áreas rurales o fronterizas.

En 2023, apenas 49 personas murieron por explosivos remanentes de guerra, una reducción significativa comparado con décadas anteriores, pero que subraya el persistente peligro. ¿Fueron realmente nuevas minas las causantes de los últimos incidentes? Al respecto, no se ha mostrado evidencia clara y ambos países se culpan mutuamente.

Diplomacia rota y populismo militar

En el plano político, la crisis minera llegó precedida por otro terremoto institucional. El mes pasado, la exprimer ministra Paetongtarn Shinawatra fue suspendida de su cargo tras filtrarse una conversación en la que, supuestamente, descalificaba a las fuerzas armadas tailandesas en un diálogo privado con el exprimer ministro camboyano Hun Sen. Este último hizo pública la grabación, alegando que el contenido mostraba un irrespeto flagrante hacia el estamento militar tailandés.

La decisión de Hun Sen, aunque ya no está en el poder, fue vista por muchos en Tailandia como una intromisión injustificada que incendió aún más la escena doméstica de Bangkok, donde la sombra de los militares en política ha sido una constante desde el siglo XX.

Los nacionalismos vuelven al centro

Como suele suceder, conflictos fronterizos no solo escalan tensiones internacionales, sino que también reviven pasiones nacionalistas internas. Tanto en Phnom Penh como en Bangkok, las redes sociales y medios locales se llenaron de discursos exaltando la soberanía nacional, denunciando provocaciones del otro lado y exigiendo acciones más firmes. En ese contexto, movimientos como expulsiones diplomáticas y cierres de frontera, lejos de calmar los ánimos, parecen alimentar una narrativa de confrontación inminente.

¿Dónde están los organismos internacionales?

Organismos como la ASEAN aún no han emitido declaraciones firmes respecto al incidente, aunque analistas regionales confirman que ya existen conversaciones discretas para intentar restablecer canales diplomáticos activos. No obstante, el hecho de que ambas naciones estén utilizando este conflicto para posicionarse políticamente a nivel interno complica el panorama.

Históricamente, tanto Camboya como Tailandia han recurrido a organismos multilaterales para arbitrar disputas limítrofes. La Corte Internacional de Justicia y Naciones Unidas han estado involucradas en el pasado, aunque sin siempre lograr soluciones permanentes.

Posibles caminos hacia la desescalada

Romper el círculo de agresión requiere medidas que van más allá de la retórica. Algunos expertos proponen:

  • Reimplantar observadores internacionales en las zonas más volátiles.
  • Iniciar rondas de diálogo trilateral, contando con la mediación de países ASEAN neutrales como Indonesia o Singapur.
  • Permitir a organizaciones humanitarias como HALO Trust o MAG acceder nuevamente a las zonas limítrofes para inspeccionar si efectivamente se han colocado nuevas minas.

Algunos incluso sugieren que sería oportuno considerar líneas fronterizas neutralizadas bajo mandato internacional temporal, como mecanismo de prevención de nuevas bajas.

Más que política: vidas humanas

Entre la narrativa de la soberanía y la geopolítica, es fácil olvidar un punto esencial: las víctimas, soldados y civiles, son seres humanos atrapados en una lógica de violencia evitable. Las minas antipersonales no distinguen banderas. Hoy fue un soldado tailandés quien perdió la pierna, pero mañana puede ser un joven agricultor camboyano quien pise el mismo artefacto sin saberlo.

La historia entre ambas naciones hermana es larga, dulce en momentos de comercio y cooperación cultural, y amarga en capítulos como el actual. La clave está en determinar si quieren sumar una página nueva de paz... o repetir el viejo libro de pugnas fronterizas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press