Censura, Rap e Identidad: ¿Por qué Kneecap ha sido vetado en Hungría?
El grupo irlandés Kneecap no podrá actuar en el festival Sziget por ser considerado una amenaza a la seguridad nacional. ¿Es censura política o una política legítima contra el discurso de odio? Un análisis del choque entre la música, la ideología y la diplomacia cultural.
¿Quiénes son Kneecap y por qué están en el centro de la polémica?
Desde Belfast, Irlanda del Norte, surge Kneecap, un trío de rap que ha conquistado escenarios internacionales con un estilo provocador, letras cargadas de sátira política y un compromiso feroz con el idioma irlandés. Integrado por Naoise Ó Cairealláin, J.J. Ó Dochartaigh e Liam Óg Ó Hannaidh (también conocidos por sus nombres artísticos Mo Chara, DJ Próvaí y Móglaí Bap), el grupo es sinónimo de irreverencia y espíritu disruptivo.
Con letras que hacen referencias explícitas al consumo de drogas, cuestionan el imperialismo británico y muestran simpatías hacia movimientos nacionalistas irlandeses, Kneecap se ha hecho un nombre dentro del underground europeo y ha escalado rápidamente a festivales de renombre mundial. Sin embargo, su mensaje ha encendido alarmas políticas en países como Hungría.
El veto en Hungría: ¿Seguridad o censura política?
Programado para presentarse el 11 de agosto en el prestigioso Festival Sziget en Budapest —uno de los eventos culturales más importantes de Europa— Kneecap se convirtió en el centro de un conflicto geopolítico cuando fueron oficialmente vetados por el gobierno húngaro.
La Dirección Nacional de Extranjería de Hungría publicó un decreto el 11 de julio de 2025, en el cual se prohibía la entrada de los tres miembros del grupo durante tres años, alegando que "su presencia constituye una amenaza grave para la seguridad nacional".
El portavoz gubernamental Zoltán Kovács fue más directo: “La decisión de prohibir Kneecap se basa en discursos de odio antisemitas y elogios abiertos a Hamas y Hezbolá”.
La medida, respaldada por el ministro de Asuntos Europeos, János Bóka, se fundamenta en la política de “tolerancia cero al antisemitismo” que Hungría dice aplicar estrictamente. Además, numerosas figuras de la comunidad cultural húngara firmaron peticiones pidiendo que se cancelara la participación del grupo en el festival.
La respuesta de Kneecap: ¿Víctimas de censura?
La reacción del grupo no se hizo esperar. A través de sus redes sociales y comunicados oficiales, Kneecap denunció que se les quiere silenciar por su defensa del pueblo palestino durante el conflicto actual en Gaza y que se les está persiguiendo injustamente por su postura política.
“No respaldamos a Hamas ni a Hezbolá y no condonamos la violencia. Nos están censurando porque hablamos en favor de Palestina”, escribió el colectivo en un comunicado.
Durante una actuación en el Festival de Coachella en abril de 2025, el grupo acusó abiertamente a Israel de “cometer un genocidio con apoyo estadounidense”. Ese discurso encendió controversia dentro y fuera del festival, e incluso generó peticiones para que se les revocara la visa estadounidense.
Más allá del rap: Kneecap como símbolo político y cultural
Se podría argumentar que Kneecap no es simplemente una banda musical, sino un fenómeno cultural y político que representa una nueva generación de artistas que utilizan su arte como vehículo de confrontación e identidad. Su uso del idioma irlandés (gaélico), su estética anarquista y su reafirmación del republicanismo irlandés forman parte de una narrativa que desafía tanto al status quo británico como a las normas culturales internacionales.
Como señaló el periodista musical Ronan McGreevy en The Irish Times:
“Kneecap se niega a jugar con las reglas establecidas. Son lo suficientemente modernos para Coachella, pero lo suficientemente radicales para causar pánico diplomático”.
De hecho, en 2024, estrenaron el documental "Kneecap: The Movie", que obtuvo premios en festivales de cine europeo por su relato provocador sobre juventud, rebelión y cultura irlandesa.
La ironía del veto cultural en tiempos de globalización
Lo irónico —y quizás preocupante— en este caso es que Hungría, que continuamente enfrenta críticas por represiones contra la libertad de prensa y los derechos civiles, haya implementado este veto cultural, aun cuando participa en la Unión Europea —una entidad que promueve los derechos fundamentales, incluyendo la libertad de expresión.
¿Es la exclusión de Kneecap una medida legítima contra el discurso radical o se trata de una forma de diplomacia selectiva que ignora la libertad artística? En un continente donde el arte ha sido históricamente un canal para la disidencia (desde La Peste Negra hasta Banksy), este tipo de decisiones abren un debate necesario sobre hasta qué punto los artistas pueden/pueden no ser políticos.
Kneecap y el legado de la protesta musical
No es la primera vez que músicos se enfrentan a la censura por sus posturas políticas. Desde Bob Dylan hasta Rage Against the Machine, pasando por músicos de regímenes autoritarios como Victor Jara o Fela Kuti, la historia de la música está llena de figuras que molestaron al poder.
Frente a eso, Kneecap parece estar destinado a convertirse en uno de los nombres más comentados de la música europea por su capacidad de mezclar arte, lengua y rebeldía.
Además, su lucha se enmarca en discusiones más amplias: ¿puede el arte ser neutral? ¿Dónde está la línea entre “activismo” y “radicalismo”? ¿Quién decide qué es discurso político tolerable y cuál no?
Repercusiones: ¿Será Kneecap una causa célebre o un ejemplo de cancelación?
El tiempo dirá si Kneecap logrará capitalizar esta controversia en su favor. Desde abril, algunos de sus conciertos han sido cancelados en Estados Unidos, pero su base de fans en Irlanda, Reino Unido y círculos de izquierda en Europa ha crecido exponencialmente.
“Cada intento por silenciarnos nos hace más fuertes”, dijo el grupo en una reciente entrevista radial desde Belfast.
Lo cierto es que su caso ha trascendido la anécdota y se ha convertido en un símbolo de algo más grande: el enfrentamiento entre el arte contestatario y los límites de una diplomacia cultural cada vez más polarizada.
Ya sea que los ames o los odies, Kneecap ha generado la reacción definitiva de todo arte relevante: ha hecho que el mundo hable.