La Guerra por los Mapas Electorales: ¿Quién Dibuja la Democracia en EE. UU.?

Republicanos y Demócratas se enfrentan en una batalla estratégica por el control del Congreso a través de la redistribución electoral

Una lucha por el poder en el papel

En la carrera por mantener o recuperar el control del Congreso de EE. UU. en las elecciones intermedias de 2026, la redistribución de distritos electorales —redistricting, en inglés— se ha convertido en el nuevo campo de batalla. Lo que, en teoría, debería ser un proceso técnico para reflejar cambios demográficos, hoy es un instrumento de lucha política con fuertes implicaciones legales, morales y democráticas.

Con la bendición del expresidente Donald Trump, los republicanos en Texas lideran una serie de esfuerzos para redibujar distritos clave y consolidar más escaños ganables para el Partido Republicano. Mientras tanto, los demócratas preparan una ofensiva política y legal sin precedentes, e incluso están considerando tácticas igual de agresivas en los estados bajo su control. Lo que podría parecer una guerra entre lápices y mapas, en realidad es una batalla cruda por el futuro del poder en Estados Unidos.

Texas: el frente más caliente del redistricting

Texas, el segundo estado más poblado del país con 38 distritos en la Cámara de Representantes, ha sido el epicentro de esta guerra cartográfica. Los republicanos dominan la política estatal, controlando ambas cámaras legislativas y la gobernación con Greg Abbott, y actualmente ostentan 25 de los 38 escaños federales.

Este año, en una inusual sesión legislativa de verano de 30 días, el estado dio inicio a una serie de audiencias para evaluar nuevas líneas distritales, con el objetivo manifiesto de crear al menos cinco nuevos distritos ganables para el Partido Republicano. Sin embargo, la falta de propuestas visuales y los escasos foros públicos han generado críticas acerbas por parte de los demócratas.

“Están tratando de escoger a sus votantes en lugar de dejar que los votantes los escojan a ellos”, denunció la senadora demócrata Elissa Slotkin frente a periodistas.

Demócratas: ¿moral o pragmatismo?

Tradicionalmente autodefinidos como defensores de la transparencia y la justicia electoral, los demócratas enfrentan una presión cada vez más intensa desde su base para responder de forma igual de agresiva. Lejos de una moralina abstracta, este momento representa una crisis existencial para los progresistas en su búsqueda por recuperar el control del Congreso.

El congresista Pete Aguilar fue claro: “No podemos pelear con una mano atada a la espalda”. Esta frase resume el cambio de enfoque que está tomando el partido: más litigios, más presión en medios y más estrategias de redibujado donde las condiciones legales lo permitan.

Un ejemplo evidente es el de California, donde el gobernador Gavin Newsom, una de las futuras caras presidenciales del partido, ha sugerido modificar o incluso eliminar la comisión independiente de redistribución, establecida por los votantes en 2010. Aunque técnicamente no está prohibido hacer redistricting fuera del ciclo post-censal, sería un movimiento arriesgado desde el punto de vista político y legal.

¿Redistribuir es hacer trampa?

El uso del redistricting como arma de poder ha sido históricamente aprovechado por ambos partidos, pero en las últimas décadas ha sido terreno de dominio republicano. Esto se debe, en buena parte, a que muchos de los estados más decisivos —como Texas, Florida y Georgia— permanecen bajo su control completo.

Según un estudio del Brennan Center for Justice, más del 70% de los mapas distritales redactados por legislaturas republicanas desde 2011 han sido legalmente impugnados por sesgo o gerrymandering racial. Y aún así, los tribunales, mayormente dominados también por conservadores, han tendido a avalarlos.

Mientras tanto, los demócratas controlan muchos estados que usan comisiones independientes para este tipo de decisiones, lo que limita sus herramientas políticas. Sin embargo, figuras como el senador Ruben Gallego abogan por romper con ese idealismo: “Sí, deberíamos gerrymandear para ayudar a los demócratas”, proclamó en redes sociales.

“Los republicanos harán esto todo el tiempo que sea necesario para aferrarse al poder. Es hora de que entendamos la amenaza existencial que esto representa”, agregó Gallego.

Obama, Pelosi y la estrategia nacional del DNC

La escalada no solo se vive en los mapas legislativos. A nivel estratégico, la maquinaria demócrata está comenzando a movilizar recursos a gran escala. El expresidente Barack Obama dirigirá un evento de recaudación en Martha's Vineyard el próximo mes destinado a fortalecer el National Democratic Redistricting Committee, dirigido por el exfiscal general Eric Holder.

En palabras de Marina Jenkins, directora ejecutiva del comité: "Estamos usando todas las herramientas posibles para frenar el plan de Donald Trump de robar las elecciones de 2026".

El portafolio de acciones incluye:

  • Demandas legales en estados clave.
  • Campañas digitales sobre justicia electoral.
  • Movilización de voluntarios durante las sesiones legislativas.
  • Presión mediática y presencia en medios tradicionales y modernos.

Riesgos de un redistricting mal calculado

La redistribución electoral es un arma de doble filo. Cuando los mapas se manipulan demasiado, abriéndose la posibilidad de lo que los expertos llaman un dummymander, puede generar un efecto boomerang. Así ocurrió en Texas en la década de 2010, cuando los mapas gerrymandered por el GOP fueron vulnerables a la ‘ola azul’ de 2018, haciendo perder dos distritos “seguros”.

"Tienen que haber pensado bien dónde trazar esas líneas. Redibujar por redibujar sin cuidado es peligrosa", señaló el senador republicano de Virginia Occidental, Jim Justice.

A la par de este debate, el Departamento de Justicia ha enviado cartas de advertencia a Texas por los mapas vigentes desde 2021, acusándolos de racismo institucional en su estructura actual, lo que añade más tensión a la redibujada propuesta.

Otros estados entran al juego

Missouri, Ohio y hasta Nueva York también se discuten en los pasillos del poder. En Nueva York, el gobernador y los demócratas en la legislatura analizan cómo volver a intervenir las líneas sin caer en violaciones de la constitución estatal. Y aunque California enfrenta grandes obstáculos, no se descartan intentos, especialmente si la marea partidista empieza a cambiar.

Una cita de la presidenta emérita Nancy Pelosi resume la nueva mentalidad demócrata: “Yo preferiría no hacerlo fuera del ciclo usual, pero si es necesario para ganar, lo haremos. Todo está sobre la mesa.”

Una democracia redibujada

En un sistema que proclama su compromiso con elecciones limpias, el redistricting se ha convertido paradójicamente en una herramienta para consolidar o sabotear la verdadera representatividad. La lucha abierta por los mapas electorales en Texas y más allá, no es solo una pelea técnica, es una declaración cruda sobre el estado de la democracia estadounidense.

Si bien cada partido tiene su narrativa —justicia vs. legalidad, defensa vs. ataque— lo cierto es que ambos están listos para “ir con todo”, llevando el conflicto institucional a niveles poco vistos en la historia reciente.

Entonces, frente a esta realidad, la pregunta no es si habrá guerras de mapas, sino cuál partido será más eficaz y despiadado al librarla.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press