El legado de Hulk Hogan: el ascenso y caída de una leyenda del ring
De héroe estadounidense a figura polémica: exploramos la carrera y controversias de Hulk Hogan, el ícono más grande del wrestling
El rugido de los 80: Hogan se convierte en leyenda
Durante los años 80, cuando el entretenimiento estadounidense vivía una explosión impulsada por el orgullo patriótico y los músculos aceitados, Hulk Hogan emergía como un símbolo insigne. Nacido como Terry Gene Bollea, Hogan se transformó en mucho más que un personaje de lucha libre: fue un arquetipo cultural. Su entrada al ring al ritmo de “Real American” de Rick Derringer era acompañada por un fenómeno de masas. Las arenas repletas estallaban en vítores con cada paso que daba.
Hogan medía 2.01 metros, pesaba más de 135 kilos y portaba lo que él denominaba sus “24-inch pythons” (sus bíceps), cubiertos en aceite. Pero no era solo el físico lo que lo hacía brillar. Era su carisma, su voz grave y sus discursos motivacionales dirigidos a los niños: “Train, say your prayers, and eat your vitamins”.
Como señaló el miembro del Salón de la Fama de la WWE, Sgt. Slaughter: “Habíamos tenido a Gorgeous George, Buddy Rogers, Bruno Sammartino... pero nadie tuvo el impacto cultural de Hulk Hogan.”
WrestleMania: el nacimiento del espectáculo moderno
La popularidad de Hogan alcanzó su punto más alto en 1985, cuando fue el protagonista del primer WrestleMania junto al actor Mr. T. Ese evento, celebrado en el Madison Square Garden, redefinió el wrestling profesional. Llevó el deporte-espectáculo a una nueva dimensión mediática, con audiencias de millones y la consolidación de la alianza con cadenas televisivas, videojuegos, juguetes y mucho más.
La figura de Hogan fue clave en esta estrategia. Con su físico impresionante, su narrativa de “bueno contra malvado” y su defensa del “sueño americano” en plena era Reagan, Hogan se convirtió en una figura adorada por niños y adultos.
Durante los 80, enfrentó a una serie de antagonistas estereotípicos: personajes rusos, iraníes o simplemente “villanos” extranjeros. El mensaje era claro — Hogan representaba a Estados Unidos, al bien, y siempre triunfaba.
Hollywood Hogan y el giro heel
Pero en 1996, Hogan reinventó su personaje. Se unió al grupo NWO (New World Order) en la WCW y adoptó un alter ego oscuro conocido como “Hollywood Hogan”. Su entrada con gafas negras, atuendos en blanco y negro, y una actitud arrogante y provocadora llevó su carrera a un nuevo nivel. Para muchos fanáticos, este fue el mejor momento en su trayectoria, demostrando su capacidad camaleónica y empresarial.
“Controversy creates cash”, decía Eric Bischoff, el productor ejecutivo de WCW. Y Hogan lo sabía. Como villano, multiplicó su relevancia mediática y creó algunas de las historias más memorables de la lucha libre.
Steroides, escándalos y el precio de la fama
El ascenso meteórico de Hogan también fue acompañado por oscuras realidades. En los 90, el escándalo de los esteroides golpeó a la WWE, y Hogan admitió públicamente haber usado estas sustancias para mantenerse en forma. Aunque su imagen sufrió, logró mantener su figura pública gracias a su impacto cultural.
Sin embargo, lo peor estaba por venir. En 2015, se filtró una cinta íntima acompañada de comentarios racistas por parte de Hogan. La WWE rompió relación con él inmediatamente y lo eliminó de su Salón de la Fama — aunque años después lo reinsertaría silenciosamente.
Este incidente marcó el declive definitivo de su imagen pública. Aunque se disculpó, muchos consideraron sus declaraciones insuficientes. El ídolo de generaciones, el hombre que enseñaba a los niños a ser buenos ciudadanos, ahora era una figura repudiada por muchos.
La politización del personaje
En los últimos años, Hogan volvió a los reflectores, pero no por razones deportivas. Su cercanía con Donald Trump —con quien compartió varias apariciones públicas desde los años 80— y su apoyo explícito durante campañas políticas fragmentó aún más a su base de fanáticos.
En su última aparición en un evento de la WWE en 2024, Hogan fue abucheado sin piedad. Ya no era el “heel” intencional de los años 90; los asistentes no querían verlo. Su apoyo a productos catalogados como “cerveza de derecha” y sus inclinaciones políticas polarizantes lo convirtieron en una figura que muchos buscaron evitar, incluso en el espacio no real del wrestling.
Como dijo Marc Raimondi de ESPN: “El maestro de manipular al público perdió el toque. Quizá por su vida personal y decisiones profesionales.”
Un legado ambivalente
Aunque muchos actuales fanáticos de la lucha libre ven a Shawn Michaels, The Rock o John Cena como sus referentes contemporáneos, el deporte entretenimiento tal cual lo conocemos no sería lo que es sin Hulk Hogan.
Fue el rostro que convirtió un espectáculo menor en una industria multimillonaria, ayudando a Vince McMahon a transformar WWF, ahora WWE, en un imperio global. Sin Hogan, probablemente no existirían las arenas llenas, los especiales de WrestleMania que rompen récords ni los contratos millonarios de televisión.
Pero también fue un reflejo del exceso: de la gloria construida sobre esteroides, de las narrativas simplistas de “buenos contra malos”, y del culto a la personalidad. Hogan encarnó todos los clichés de los años 80: nacionalismo exacerbado, músculo por sobre mente, y una moralidad plástica.
El periodista David Shoemaker lo resumió así en su libro “The Squared Circle”: “Hulk Hogan no fue un luchador. Fue una idea. Una idea de lo que América quería ser, aún si nunca lo fue.”
¿Héroe, villano o ambos?
En los últimos años, Hogan intentó reconstruir su legado. Participó ocasionalmente en eventos nostálgicos de WWE, hizo apariciones en podcasts, lanzó productos de consumo y escribió libros. Pero la herida ya estaba hecha.
Para muchos fanáticos veteranos, permanece como el icono que les enseñó el valor del coraje y el trabajo duro. Para otros, es una figura que nunca logró evolucionar, atrapada en su propia caricatura y arrastrada por sus errores personales.
En la historia de la lucha libre, hay muchas leyendas. Pero pocas, si acaso alguna, tienen la dimensión de Hulk Hogan. Su ascenso, gloria, caída y legado resumen la lucha libre moderna como ningún otro.
Y eso, para bien o para mal, lo hace eterno.
Frases emblemáticas del Hulkster
- “Whatcha gonna do when Hulkamania runs wild on you?”
- “Train, say your prayers, eat your vitamins and believe in yourself.”
- “You don’t have to have 24-inch arms to be a Hulkamaniac.”
Estadísticas y legado
- Campeonatos mundiales totales: 12 (6 en WWF/WWE, 6 en WCW)
- Protagonista de los primeros nueve WrestleManias como figura central
- Miembro del Salón de la Fama de WWE desde 2005
- Más de 100 millones de dólares generados en ventas de mercancía en su pico
En palabras del propio Hogan: “Sé lo que representé para una generación. Y a pesar de todo, me siento orgulloso de haber llevado esa bandera.”