Tensión en la frontera: Tailandia y Camboya al borde de una guerra real

Los enfrentamientos entre ambos países se intensifican, mientras miles huyen y la ONU llama a una solución diplomática

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Una disputa fronteriza que amenaza con desbordarse

La frontera de 800 kilómetros entre Tailandia y Camboya ha vuelto a ser escenario de violencia. Desde el miércoles, una serie de intensos enfrentamientos ha desplazado ya a más de 58,000 personas en Tailandia y unas 4,000 en Camboya, según fuentes oficiales de ambos países. La escalada comenzó tras la explosión de una mina terrestre que hirió a cinco soldados tailandeses, desencadenando una rápida respuesta militar que ha degenerado en una confrontación de mayor escala.

Artillería pesada y muertos civiles

El ejército tailandés informó el viernes sobre múltiples enfrentamientos en diferentes puntos como Chong Bok, Phu Makhuea en la provincia de Ubon Ratchathani, y cerca del antiguo templo Ta Muen Thom, un sitio religioso e histórico que ha sido repetidamente uno de los epicentros simbólicos de la tensión.

En estos ataques se han usado tanto lanzacohetes BM-21 Grad de fabricación rusa como ataques aéreos con cazas F-16 por parte del ejército de Tailandia. Según informes tailandeses, al menos 14 personas han muerto en su territorio, incluidos un soldado y 13 civiles. Cambodia confirmó su primera víctima mortal el viernes y declaró que los misiles tailandeses impactaron una pagoda budista, hiriendo también a varios civiles.

Ambos países se acusan mutuamente de usar a civiles como escudos humanos. Tailandia niega ataques intencionados a zonas civiles, mientras Camboya denuncia que los bombardeos destruyeron partes cercanas al templo Preah Vihear, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

El drama humano: cientos de miles en fuga

En la ciudad tailandesa de Surin, a 80 kilómetros del frente, un gimnasio fue transformado en refugio improvisado. "Estaba lavando ropa cuando escuché las explosiones. Corrí con mis gatos en sus jaulas y lo que pude recoger", cuenta Pornpan Sooksai, residente local. Historias como la suya se repiten por miles. Familias enteras han huido en carros, motocicletas y hasta tractores improvisados en busca de seguridad.

Del lado camboyano, aldeas cercanas a la provincia de Oddar Meanchey se encuentran desiertas. Algunos pobladores construyeron búnkeres improvisados con láminas metálicas y madera bajo tierra para resistir los bombardeos. Muchos buscaron refugio en templos budistas rodeados por campos de arroz.

Veng Chin, un agricultor camboyano de 74 años, expresó entre lágrimas: "Solo quiero regresar a mi casa y seguir trabajando en el campo".

¿Un conflicto sin fin?

Este no es el primer episodio de violencia entre Tailandia y Camboya. En 2011, una disputa similar sobre el control del templo Preah Vihear dejó más de 20 muertos y desplazamientos masivos. Este antiguo lugar sagrado ha sido clave en las tensiones.

La raíz del problema radica en diferencias sobre mapas históricos y delimitaciones coloniales no resueltas desde la retirada francesa en los años 50. A pesar de fallos internacionales que favorecieron a Camboya en algunos puntos (como el dictamen de la Corte Internacional de Justicia en 2013 sobre Preah Vihear), los desacuerdos persisten en el terreno militar y político.

Impacto político: reacciones internacionales e inestabilidad local

La tensión ha tenido repercusiones diplomáticas inmediatas. Tailandia expulsó al embajador camboyano y cerró los pasos fronterizos terrestres, llamando a sus ciudadanos a evacuar Camboya. A su vez, Camboya degradó las relaciones diplomáticas y retiró a su personal de la embajada en Bangkok.

Además, Tailandia suspendió a su primer ministro interino, Paetongtarn Shinawatra, por una llamada telefónica con el exprimer ministro camboyano, Hun Sen, lo cual generó sospechas de conductas no éticas en medio de la crisis.

Malasia, como presidente de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), ofreció oficialmente ejercer de mediador. El primer ministro Anwar Ibrahim llamó a ambas partes a retomar el diálogo, al igual que el Secretario General de la ONU, António Guterres, quien pidió máxima contención.

El papel de ASEAN y el reto de la diplomacia regional

Este conflicto expone la fragilidad de la unidad dentro de la ASEAN, bloque compuesto por 10 naciones del sudeste asiático. Aunque la organización se rige bajo principios de no intervención y consenso, las disputas territoriales internas debilitan su integridad colectiva.

Casos anteriores, como los enfrentamientos marítimos entre Vietnam y China o las tensiones civiles en Myanmar, muestran los límites del bloque como fuerza moderadora efectiva. La evolución de este enfrentamiento es una prueba clave para la credibilidad geopolítica de ASEAN.

¿Qué podría venir?

La historia sugiere que estos conflictos tienden a desescalar bajo presión internacional, pero los hechos recientes —con artillería pesada, uso de aviones de combate y múltiples víctimas civiles— apuntan a una posibilidad real de conflicto armado a gran escala.

Además, el uso de drones militares y tecnología de vigilancia marca un nuevo escenario en las tácticas de ambos países, haciendo que cualquier incidente accidental pueda escalar rápidamente.

Refugiados en su propia tierra

Si bien la comunidad internacional se enfoca en el conflicto diplomático, el mayor impacto lo sufren los civiles desplazados, muchos de los cuales ya vivieron conflictos anteriores y hoy reviven traumas de guerras pasadas.

  • Más de 62,000 personas desplazadas entre ambos países.
  • Cientos de heridos y al menos 15 muertos confirmados.
  • Hospitales como el de Phanom Dong Rak dañados por explosiones cercanas.
  • Evacuación de pueblos completos en Oddar Meanchey y Surin.

La fragilidad de esta región no puede ser ignorada por la comunidad internacional. A medida que aumentan los conflictos entre potencias globales, crisis locales como esta, aparentemente menores, pueden convertirse en puntos de ignición en la diplomacia internacional.

La historia reciente ha mostrado que cuando se ignoran los conflictos locales en zonas geoestratégicamente sensibles, su escalada es cuestión de tiempo. Esta no es simplemente una disputa territorial, es una llamada de atención a la región y al mundo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press