El lado oscuro del amor digital: el auge y la caída de Tea, la app que prometía proteger a las mujeres

De un ascenso meteórico a una alarmante filtración de datos: La historia controversial de Tea, la plataforma que quiso convertirse en el 'Yelp del romance'

Entre cautela y escándalo: ¿Qué es Tea?

En un mundo donde las citas digitales son el nuevo estándar para encontrar pareja, la inseguridad, el engaño y los abusos han creado una demanda creciente de plataformas más seguras. Ahí es donde entra Tea, una aplicación que irrumpió con fuerza en la escena tecnológica estadounidense al posicionarse como una solución para empoderar a las mujeres frente a las amenazas latentes del dating online.

Lanzada en 2022 por el desarrollador Sean Cook, exempleado de Salesforce y Shutterfly, Tea se presentó con una misión singular: permitir a las mujeres compartir advertencias e información sobre hombres con los que habían salido, en particular si tenían antecedentes alarmantes como violencia, engaños o relaciones paralelas. Sean dijo haber ideado la app inspirado por las experiencias negativas de su madre, quien fue víctima de múltiples situaciones de riesgo en sus citas con hombres que ocultaban su verdadera identidad.

Descripta en redes como el “Yelp de las citas”, Tea permitía a las usuarias buscar perfiles –de manera anónima– y compartir experiencias sobre ellos, convirtiéndose en una red de vigilancia colectiva construida por y para mujeres. Sin embargo, este innovador enfoque rápidamente disparó el debate sobre los límites entre seguridad y privacidad.

Un ascenso vertiginoso impulsado por el boca a boca

La popularidad de Tea se disparó durante el mes de julio de 2024, alcanzando la cima de descargas en la Apple App Store de Estados Unidos. Según la firma de análisis Sensor Tower, entre el 17 y el 23 de julio las descargas de Tea se incrementaron en un impresionante 525% respecto a la semana anterior.

El crecimiento fue impulsado por una explosión de contenido en redes sociales, donde miles de mujeres compartieron testimonios sobre cómo la app les había ayudado a evitar salir con hombres peligrosos. Una usuaria escribió en una reseña:

“Investigué a un chico con el que estaba hablando y encontré más de 20 señales rojas, incluidas acusaciones serias como agresión y grabar mujeres sin su consentimiento. Corté la comunicación de inmediato. No me quiero imaginar lo que habría pasado si no lo hubiera sabido.”

Un inesperado giro: la brecha de seguridad

El pasado 26 de julio, todo cambió radicalmente. La empresa desarrolladora Tea Dating Advice Inc., con sede en San Francisco, confirmó lo que ya eran rumores entre usuarios: la app había sido hackeada.

Más de 72.000 imágenes fueron filtradas en línea. De ellas, unas 13.000 correspondían a selfies y documentos de identidad que las usuarias habían subido como parte del proceso de verificación de cuentas. Las otras 59.000 imágenes provenían de publicaciones, comentarios y mensajes privados dentro de la app.

La compañía declaró en un comunicado:

“Contamos con expertos en ciberseguridad independientes trabajando 24/7 para asegurar nuestros sistemas. Protegiendo la privacidad y los datos de nuestras usuarias es nuestra prioridad más alta.”

Sin embargo, aunque aseguraron que las contraseñas, correos electrónicos y números de teléfono no fueron comprometidos, la filtración encendió todas las alarmas sobre la vulnerabilidad de este tipo de plataformas.

Un modelo éticamente cuestionado

Incluso antes de esta crisis, la propuesta de Tea ya había levantado ampollas entre ciertos sectores. Algunos críticos la acusaban de fomentar el linchamiento digital masculino y el “justicierismo anónimo”.

Una columnista del periódico británico The Times describió la herramienta como “un sitio para avergonzar hombres públicamente”, y expresó su temor de que este tipo de apps convertieran el mundo de las citas en una guerra de desconfianza:

“Con Tea en escena, ¿qué hombre se atrevería a salir con una mujer nuevamente?”

Otros analistas advierten sobre los riesgos legales. En Estados Unidos, una denuncia por difamación, hostigamiento o invasión a la privacidad puede tener consecuencias severas. En mayo de 2024, un juez federal en Illinois descartó una demanda de privacidad presentada por un hombre que había sido criticado en un grupo de Facebook similar a Tea llamado “¿Estamos saliendo con el mismo tipo?”. Aunque la causa no prosperó, demuestra que el debate legal está muy activo.

La confianza rota: ¿fin o reinvención?

Tea ha tratado de mitigar el daño asegurando que la brecha solo afectó a quienes se registraron antes de febrero de 2024, y que ya no hay evidencia de más datos comprometidos. Además, insisten que no es necesario cambiar contraseñas ni eliminar cuentas.

No obstante, el golpe ha sido profundo. El escándalo amenaza con socavar la confianza que fue el pilar de su éxito. Al tratarse de una plataforma construida en la delicada frontera de la privacidad, cualquier fisura puede ser letal.

Incluso muchas activistas feministas, inicialmente entusiastas con la idea de una herramienta colaborativa para mujeres, ahora recuerdan que toda tecnología puede volverse en contra de sus usuarios sin una estructura ética y técnica robusta.

El contexto: un mercado saturado pero insatisfecho

A medida que nuevas generaciones migran de las relaciones tradicionales hacia las digitales, también lo hacen sus ansiedades y exigencias. Apps como Bumble, Tinder o Hinge han dominado el mercado durante años, pero los niveles de satisfacción y seguridad de los usuarios siguen siendo bajos.

Un estudio de Pew Research realizado en 2023 reveló que el 56% de las mujeres que usaron apps de citas afirmaron haber vivido experiencias negativas profundas. De ese porcentaje, el 37% reportó haber sentido miedo físico durante una cita concertada online.

Ante este telón de fondo, no sorprende que propuestas como Tea encuentren terreno fértil. Pero también evidencia que la regulación de este nuevo tipo de redes es todavía incipiente.

Reflexión: la necesidad de una ética digital feminista

Tea puso sobre la mesa un problema real: la inseguridad que muchas mujeres sienten en el mundo de las citas digitales. En ese sentido, la intención de crear una comunidad preventiva y solidaria tiene mérito. Sin embargo, el método y falta de control generaron una paradoja: una app diseñada para proteger terminó exponiendo a miles de mujeres.

Aquí surge una tarea urgente: concebir herramientas tecnológicas diseñadas desde una ética digital feminista, que cuide la seguridad sin caer en prácticas opacas, con mecanismos de verificación sólidos y mayor participación de expertos en derechos digitales.

La historia de Tea es una advertencia, pero también una oportunidad. Porque en el caos de lo digital, tal vez aún podamos encontrar formas seguras y dignas de amar.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press