España al frente del cambio: la revolución silenciosa del fútbol femenino que nadie quiere ver
Mientras las jugadoras españolas rompen barreras y conquistan Europa, los grandes dirigentes siguen mirando hacia otro lado
La paradoja de una Eurocopa histórica sin quien la encabeza
En uno de los torneos más emocionantes del calendario futbolístico europeo, la Eurocopa Femenina 2025, hay una presencia que brilla por su ausencia: Aleksander Čeferin. El presidente de la UEFA, que se ha mostrado como defensor del fútbol femenino —al menos en papel— apenas ha hecho acto de presencia en lo que va de campeonato.
Tras asistir al partido inaugural entre Suiza y Noruega, el dirigente esloveno desapareció del mapa, mientras los estadios se llenaban, los récords de asistencia caían uno detrás de otro, y las jugadoras, en especial las de la selección española, ofrecían uno de los mejores espectáculos del año.
"Qué pena que no haya venido más veces", declaró un alto cargo del fútbol europeo bajo anonimato. El silencio de la UEFA respecto a la ausencia de Čeferin —que fue localizado disfrutando de sus vacaciones en la isla croata de Korčula junto a Luka Modrić y Novak Djokovic— ha desatado miradas críticas.
Del desprecio al respeto: la lucha de España por dignificar su fútbol
La selección femenina de España ha transitado de ser una anécdota en el panorama internacional a una superpotencia futbolística en menos de una década. Detrás de este éxito se esconden años de abandono institucional, entrenadores tóxicos, condiciones precarias y, sobre todo, una resistencia constante de jugadoras que se negaron a conformarse con menos.
Marta Torrejón, exdefensora del equipo nacional, lo resume con brutal claridad: "Jugar con la selección era como desperdiciar el tiempo". En su etapa, dice, la profesionalidad era nula y el trato indigno. La preparación física y táctica dejaba mucho que desear. “Era como dar un paso atrás respecto a lo que teníamos en el Barça”.
El punto de inflexión: de Vilda a Rubiales, y de ahí al cambio
El estallido llegó con fuerza en 2022: varias jugadoras se plantaron y se negaron a representar a la selección si Jorge Vilda no elevaba el nivel profesional del cuerpo técnico. La Real Federación Española de Fútbol (RFEF), entonces presidida por Luis Rubiales, respaldó a Vilda. Fue la antesala del desenlace más mediático del fútbol español femenino: el beso no consentido de Rubiales a Jenni Hermoso tras ganar el Mundial 2023, que desató una ola global de repudio.
Rubiales dimitió; Vilda fue destituido. En su lugar, Montse Tomé tomó las riendas con una visión moderna y profesional. Desde entonces, las jugadoras disponen de analistas tácticos, mejores condiciones de viaje y entrenamientos adaptados al alto rendimiento.
Una selección construida desde Barcelona
Quizá ningún club ha hecho tanto por el fútbol femenino en Europa como el FC Barcelona. De las 23 convocadas por España, 11 son jugadoras culés, incluidas las dos estrellas que han dominado los Balones de Oro en los últimos años: Aitana Bonmatí y Alexia Putellas.
Patri Guijarro, también jugadora del Barcelona, admitía recientemente: “El trabajo diario en nuestros clubes se refleja en los logros con la selección”. No es casualidad. La profesionalización del fútbol femenino en España en 2021, que convirtió a la Liga F en una competición seria con contrato colectivo y mínimos salariales, ha elevado el nivel general.
El 'ADN Barça' que cambió la narrativa
Xavier Vilajoana, exdirectivo del Barça, explicó en una entrevista: "Formamos a las niñas igual que a los niños, con los mismos técnicos. Así impregnamos el estilo Barça en todas". Ese estilo —toque corto, presión alta, posesión abrumadora— ha dominado el Viejo Continente. Y ahora domina también en la selección.
España es líder en estadísticas clave del campeonato: mayor posesión promedio (64%), mejor precisión en pases (87%), más goles anotados (13 en 5 partidos) y mayor número de porterías imbatidas (3). Un reflejo de una idea de juego sólida y consolidada.
Bonmatí, además, demostró cómo el análisis táctico sirve. Antes del gol decisivo frente a Alemania en semifinales, sus analistas le advirtieron que la portera rival dejaba el primer palo descubierto. Resultado: golazo imparable. "Eso era impensable hace diez años", explica Torrejón. Claro indicador del nuevo estándar competitivo.
Una presencia simbólica que sigue ausente
Precisamente por todo lo que representa esta evolución, impacta más la ausencia física de figuras como Aleksander Čeferin, quien parece estar más interesado en compartir vinos con celebridades balcánicas que en asistir al torneo más significativo de la UEFA para el fútbol femenino.
En 2024, Čeferin asistió a al menos nueve partidos de la Euro masculina. En esta edición femenina, su implicación se limita al partido inaugural y promesas vagas escritas en documentos institucionales como el plan “Unstoppable”, que promete 1.000 millones de dólares en seis años para el crecimiento del fútbol femenino.
¿De qué sirve esa inversión si los líderes no predican con el ejemplo asistiendo a los partidos?
El cambio sin permiso: jugadoras, clubes y afición
Mientras tanto, quienes sí han estado presentes a lo largo de todo el camino han sido las jugadoras, el cuerpo técnico actual, varios clubes comprometidos —en especial el FC Barcelona— y una afición que ha creído, incluso cuando nadie más lo hacía.
“Siempre supimos que había talento. Solo hacía falta apoyo”, dice Torrejón. Hoy, ese talento se transforma en trofeos y admiración internacional. La revolución del fútbol femenino en España —y en Europa— está aquí. Y no va a detenerse.
Pero quién decide qué merece atención y qué no, sigue sin sentarse en las gradas.
Foto destacada: Patri Guijarro celebra un gol con la selección española durante la Eurocopa Femenina 2025.