Gaza en el abismo: hambre, desesperación y un alto al fuego que no llega
Entre bombardeos, disparos y una crisis humanitaria sin precedentes, la Franja de Gaza clama por un cese al fuego que parece cada vez más lejano
La tragedia se profundiza en Gaza
La madrugada del sábado marcó otro capítulo trágico en la ya devastadora realidad de la Franja de Gaza: al menos 25 palestinos fueron asesinados, la mayoría por disparos mientras aguardaban por la llegada de camiones con ayuda humanitaria cerca del cruce de Zikim, en el norte del enclave. Esta cifra, proporcionada por trabajadores del hospital Shifa y los servicios de ambulancia, pone de manifiesto la calamidad que viven los civiles, atrapados entre una guerra sin tregua y la amenaza tangible del hambre.
Un conflicto estancado y la diplomacia desgastada
A medida que la cifra de víctimas aumenta, las negociaciones de alto al fuego entre Israel y Hamas se encuentran en punto muerto. El jueves, Estados Unidos e Israel retiraron a sus delegaciones negociadoras de Catar, en lo que se interpreta como un duro revés al proceso de paz. Mientras tanto, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu admitió que su gobierno considera “opciones alternativas” para resolver la situación.
Desde el lado palestino, un portavoz de Hamas aseguró que las negociaciones aún podrían reanudarse en los próximos días, calificando la retirada de las delegaciones como una “táctica de presión”. Por su parte, Egipto y Catar, mediadores clave junto con Estados Unidos, insisten en que la pausa es momentánea pero no han ofrecido un calendario concreto para una nueva ronda de conversaciones.
Una población al borde de la hambruna
La situación alimentaria en Gaza es crítica. Las Naciones Unidas han lanzado múltiples alertas sobre el alto riesgo de hambruna generalizada. De acuerdo con la Red de Seguridad Alimentaria de la ONU (FSIN), aproximadamente 576,000 personas en Gaza –más de un cuarto de la población del enclave– se encuentran en condiciones de inseguridad alimentaria catastrófica, la categoría más alta en el sistema de clasificación internacional.
La ONU ha informado que el suministro de ayuda humanitaria está siendo bloqueado por múltiples factores:
- Restricciones impuestas por el ejército israelí al movimiento de las organizaciones humanitarias.
- Condiciones inseguras para operar sobre el terreno.
- Saqueo de convoyes, en medio de un desgobierno en varias áreas del enclave.
Israel ha respondido que no impone límite alguno al número de camiones que pueden ingresar, e incluso ha comenzado a permitir envíos aéreos de ayuda a través de Jordania, algo sin precedentes en el actual conflicto. No obstante, estos esfuerzos siguen siendo insuficientes.
Muerte en la búsqueda de comida
Los muertos en Zikim forman parte de una trágica estadística que ha crecido constantemente. Solo unos días antes, al menos 79 palestinos perdieron la vida en el mismo punto de ingreso de ayuda. En aquel episodio, el ejército israelí declaró que fue necesario abrir fuego ante la presencia de “miles de personas que constituían una amenaza” y reconoció que hubo bajas.
Este tipo de situaciones muestran los riesgos extremos a los que la población se enfrenta solo por intentar conseguir algo de alimento. “Nuestra gente está muriendo de hambre, y ahora también muere por acercarse a un camión de ayuda”, lamentó un médico del hospital Shifa, que pidió el anonimato.
¿Qué han dicho las potencias occidentales?
La presión internacional sobre Israel también ha aumentado notablemente. Más de 100 organizaciones humanitarias y de derechos humanos están exigiendo el fin de la guerra y el levantamiento del bloqueo. Estas organizaciones han señalado que incluso su propio personal en Gaza lucha por conseguir alimentos básicos como arroz, pan o leche en polvo para bebés.
Por primera vez, Reino Unido y Jordania han anunciado acciones conjuntas para suministrar ayuda. En un artículo periodístico, el primer ministro británico Keir Starmer declaró que su país está “trabajando con urgencia” junto a Jordania para garantizar el ingreso de ayuda británica.
Aunque se celebran estos esfuerzos, activistas y ONG advierten que no sustituyen a una solución estructural. “Paracaídas con comida no son una política de ayuda sostenible. Si la comunidad internacional no impulsa un alto al fuego inmediato, seguiremos enfrentando tragedias masivas”, expresó Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego para Refugiados.
Operativos humanitarios limitados
Incluso organizaciones con gran experiencia como World Central Kitchen, del chef español José Andrés, han tenido que reducir radicalmente sus operaciones. Según un comunicado, la organización reanudó labores a pequeña escala en Deir al-Balah, cocinando y distribuyendo 60,000 raciones diarias, menos de la mitad de lo que podía ofrecer en meses anteriores.
Además, los problemas logísticos continúan agravando la ya frágil situación: bloqueos en puestos de control, confiscaciones de bienes y la falta de electricidad e internet hacen que incluso cocinar sea un desafío cotidiano.
El costo humano del estancamiento diplomático
Mientras los líderes discuten, los civiles continúan enterrando a sus muertos. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha sido incapaz de aprobar una resolución decisiva sobre el conflicto, debido en parte al veto de Estados Unidos, tradicional aliado de Israel.
“Es una situación que desafía cualquier mínimo de humanidad. Ni la moral ni el derecho internacional permiten justificar el hambre como táctica de guerra,” declaró Francesca Albanese, relatora especial de la ONU para Territorios Palestinos Ocupados.
Se calcula que desde octubre de 2023 han muerto más de 33,000 personas en la Franja de Gaza, en su mayoría mujeres y niños, según cifras del Ministerio de Salud de Gaza, gestionado por Hamas.
Un futuro plagado de incertidumbre
La falta de avances en las negociaciones retrasa la posibilidad de una tregua humanitaria que alivie el sufrimiento de la población. Y aunque mediadores como Qatar y Egipto siguen activos, su influencia parece debilitada frente a la intransigencia de las partes enfrentadas.
Mientras tanto, Gaza sangra, llora y espera. Espera un mañana en el que no haya que correr bajo las balas para buscar harina. Espera que la política escuche a las víctimas. Espera que el mundo reaccione.
Como dijo un joven padre en Deir al-Balah: “Estamos exhaustos. Ya ni siquiera pedimos justicia. Pedimos sobrevivir otro día.”