Sweida, la ciudad herida: violencia sectaria, resistencia y un pueblo que se rehúsa a rendirse

En el sur de Siria, el conflicto sectario entre clanes beduinos y la minoría drusa ha dejado una ciudad devastada y un pueblo decidido a defenderse a cualquier costo

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La herida abierta de Sweida

Sweida, una ciudad de mayoría drusa situada en el sur de Siria, ha sido el epicentro de un estallido de violencia sectaria que ha resultado en muertes masivas, desplazamientos forzados y una creciente desconfianza hacia las autoridades del Estado sirio. En medio de calles desiertas, cuerpos aún sin enterrar y hospitales convertidos en campos de batalla, los habitantes de Sweida intentan reconstruir sus vidas mientras enfrentan el recuerdo vivo de un conflicto que amenaza con desatar una guerra civil en miniatura.

¿Qué provocó el conflicto?

Las tensiones comenzaron con una secuencia de secuestros por parte de clanes beduinos armados y milicias drusas. Estos enfrentamientos se convirtieron rápidamente en una espiral de violencia que, en solo semanas, dejó cientos de muertos y más de 130,000 desplazados, según informes de la ONU.

La respuesta del gobierno sirio agravó aún más la situación. Lejos de actuar como mediador neutral, las fuerzas estatales intervinieron apoyando abiertamente a los clanes beduinos. Testimonios de civiles drusos señalan que miembros de estas fuerzas irrumpieron en casas, asesinaron civiles e incluso profanaron hospitales.

Testimonios desde el infierno

Manal Harb, una madre de 43 años, lucha por salvar la vida de su hijo de 19 años, Safi Dargham, herido por disparos de francotiradores mientras asistía como voluntario en un hospital en el corazón de Sweida. "Le dispararon frente al hospital", relató Harb. "Somos civiles. No tenemos armas." Además de su hijo herido, Manal perdió a su esposo, asesinado por hombres armados que luego incendiaron su hogar.

Otra testigo, conocida como Em Hassib, enfermera de urgencias, se refugió junto a sus hijos en el hospital durante el punto álgido del conflicto. Denunció que milicianos heridos, al recibir atención médica, abrieron fuego dentro del hospital, matando a un oficial de policía e hiriendo a otro.

Druzos contra el desarme: "Nuestra arma es sagrada"

La comunidad drusa, tradicionalmente conocida por su espiritualidad y cohesión cultural, ha adoptado una postura desafiante contra los intentos del gobierno de desarmar a las poblaciones locales.

Talal Jaramany, dueño de un resort y miembro activo de la resistencia civil, declaró: "Lo que me empujó a vestirme de uniforme militar y tomar un arma fue la anarquía. Ellos usaron armas, no diálogo."

Y añade, firme: "Nuestra arma es sagrada. Nunca la hemos usado para atacar, solo para defendernos. No la entregaremos hasta que el Estado garantice seguridad real y respete los derechos humanos".

Una historia de traición estatal

Históricamente, los drusos en Siria han sido ambiguos con respecto a su lealtad hacia los gobiernos de turno. Aunque muchos miembros de esta comunidad profunda y espiritualmente independiente apoyaron la caída de Bashar al-Assad en diciembre pasado, el nombramiento de Ahmed al-Sharaa como presidente interino fue recibido con gran recelo.

Al-Sharaa, un excomandante islamista vinculado en el pasado con Al Qaeda, ha sido acusado por líderes religiosos drusos de promover la violencia contra la comunidad. En entrevistas recientes, el presidente negó haber dirigido ataques contra la población drusa y culpó a grupos armados opositores bajo el liderazgo del jeque Hikmat al-Hijri, una figura profundamente respetada por los drusos sirios.

El drama cristiano: una tragedia silenciosa

Los cristianos de Sweida también fueron víctimas de este tormentoso episodio. Walaa al-Shammas, madre de dos hijos, vivió un milagroso escape de la muerte cuando una bomba impactó su hogar el pasado 16 de julio. "Si no hubiéramos estado refugiados en el pasillo, habríamos muerto", testimonió.

Su familia sobrevivió escondiéndose en silencio mientras hombres armados inspeccionaban su hogar dañado. "Nuestros carros, nuestra casa… todo quedó destruido. Pero al menos seguimos vivos. Por ahora".

Desplazamientos masivos y crisis humanitaria

Los enfrentamientos provocaron un éxodo de poblaciones enteras, tanto drusas como beduinas y cristianas. La Media Luna Roja Siria organizó convoyes para evacuar a cientos de residentes. Otros lo hicieron a pie o en transporte improvisado, huyendo hacia zonas seguras o campamentos temporales.

Micheline Jaber, empleada gubernamental, sufrió una pérdida desgarradora durante su intento de huida. Su caravana fue atacada con morteros. Solo ella, su suegra y un niño sobrevivieron. El resto de su familia murió en el ataque. "Dios tiene sus razones", dijo con lágrimas. "Lo único que me da fuerza es que mi hija de 15 años estaba lejos y no fue herida."

¿Quién protege a Sweida?

Con el Estado mostrando su complicidad con actores violentos y negando responsabilidad sobre los ataques a civiles, surge una pregunta ineludible: ¿quién protege realmente a las minorías cuando el gobierno es parte del problema?

Siria, que alguna vez se enorgullecía de su diversidad cultural, avanza a pasos agigantados hacia una fragmentación étnico-religiosa que recuerda las guerras sectarias de Irak en la década pasada o la guerra civil en Líbano en los años 70 y 80.

El papel de Israel y la dimensión geopolítica

Tal y como ocurre con la mayoría de los conflictos en Oriente Medio, el impacto global y la participación de potencias extranjeras no pueden ignorarse. Al-Sharaa ha acusado abiertamente a Israel de intentar agudizar las divisiones internas mediante ataques a posiciones gubernamentales en Sweida, supuestamente para "proteger" a la comunidad drusa.

Recordemos que más de medio millón de drusos viven en Siria, mientras que el resto se encuentra en países como Líbano e Israel, particularmente en los Altos del Golán, ocupados por Israel desde 1967. Las conexiones entre las comunidades drusas de ambos lados de la frontera suelen ser profundas, pero también politizadas.

La fragilidad de un cese al fuego endeble

Actualmente, la ciudad vive bajo un cese al fuego técnico que ha reducido temporalmente los enfrentamientos, pero las heridas están lejos de cerrar. Los escombros siguen llenando las calles, los cadáveres siguen apareciendo entre los escombros, y la desconfianza hacia el gobierno y otros grupos armados continúa siendo la norma.

Todo indica que nuevos brotes de violencia podrían estallar en cualquier momento, especialmente si el gobierno intenta imponer el desarme por la fuerza o sigue respaldando a los clanes beduinos bajo su ala política y militar.

Un pueblo que no cae de rodillas

Pese al dolor, la pérdida y el miedo, los habitantes de Sweida han mostrado una capacidad impresionante de resistencia. Con armamento limitado, infraestructura destruida y el abandono de las autoridades, han demostrado que no están dispuestos a abandonar sus hogares ni su dignidad.

El conflicto en Sweida nos recuerda la fragilidad de la paz en Siria y cómo los errores del pasado —autoritarismo, exclusión religiosa y represión estatal— pueden reavivarse con consecuencias devastadoras si no se atienden con justicia, diálogo y reconstrucción social.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press