Tensión en el sudeste asiático: El conflicto fronterizo entre Tailandia y Camboya vuelve a encenderse
Con más de 168,000 desplazados y denuncias por el uso de municiones prohibidas, la comunidad internacional redobla la presión para frenar una escalada bélica entre dos miembros clave de la ASEAN
Una frontera histórica convertida en línea de fuego
Durante décadas, la frontera de 800 kilómetros entre Tailandia y Camboya ha sido un punto sensible en el sudeste asiático. Si bien las tensiones regionales han resurgido esporádicamente a lo largo del tiempo, el nuevo estallido bélico que inició en mayo y se intensificó a finales de julio ha provocado pérdidas humanas, decenas de miles de desplazados y un aumento considerable de la presión internacional.
El detonante: una mina en la frontera
El renacer del conflicto comenzó con un incidente aparentemente aislado: la explosión de una mina terrestre que dejó cinco soldados tailandeses heridos. Lejos de calmarse, el episodio encendió una serie de represalias que se transformaron rápidamente en una guerra no declarada entre ambos países.
Saldo trágico: civiles bajo fuego cruzado
En tan solo tres días, al menos 33 personas han muerto y más de 168,000 personas han tenido que huir de sus hogares. Del lado camboyano, se reportan nueve civiles y cuatro soldados muertos. El gobierno tailandés, por su parte, ha confirmado 20 fallecidos, en su mayoría civiles. Las víctimas incluyen niños, monjes y personal médico, algunos de los cuales murieron tras bombardeos a hospitales y pagodas supuestamente protegidas por las leyes humanitarias internacionales.
Evacuaciones masivas y daños a infraestructura
- Camboya: 10,865 familias desplazadas (37,635 personas), tres provincias afectadas.
- Tailandia: más de 131,000 personas evacuadas, 852 escuelas y 7 hospitales cerrados.
Además, se han reportado daños a viviendas, centros educativos, hospitales y lugares religiosos. Imágenes satelitales publicadas por ONGs muestran la destrucción en áreas residenciales cerca de Pursat (Camboya) y Surin (Tailandia).
Acusaciones cruzadas: ¿quién empezó?
Las autoridades de Camboya denunciaron que Tailandia lanzó una ofensiva premeditada e injustificada con proyectiles de artillería pesada en la provincia de Pursat. Una portavoz de su Ministerio de Defensa, la Teniente General Maly Socheata, condenó además el despliegue de ocho buques tailandeses cerca de la costa camboyana.
Por su parte, Tailandia respondió señalando incursiones camboyanas en Trat y el uso de civiles como escudo humano. Aseguró que sus ataques fueron de carácter defensivo para repeler a las tropas enemigas en tres puntos claves.
Municiones de racimo y F-16: escalada armamentística
La organización Human Rights Watch emitió un comunicado alertando sobre el posible uso de armamento prohibido internacionalmente, como las municiones de racimo, por parte del ejército tailandés. Aunque inicialmente negada, la propia fuerza tailandesa admitió posteriormente que podría emplear ese tipo de arsenal "si fuera necesario".
El empleo de F-16 y drones para lanzar ataques aéreos ha elevado aún más el nivel del conflicto. Según reportes de campo, estos ataques impactaron objetivos militares, pero también provocaron “daños colaterales” en centros residenciales y lugares de culto, en ocasiones ocupados por civiles desplazados.
La historia se repite: antecedentes de 2011
No es la primera vez que ambos países se enfrentan seriamente. En febrero de 2011, Tailandia y Camboya libraron una breve guerra fronteriza que dejó al menos 20 muertos. En aquella ocasión también se denunció el uso de municiones de racimo por parte de Tailandia, hecho confirmado después por el organismo Cluster Munition Coalition.
¿Dónde está la comunidad internacional?
La comunidad internacional no ha tardado en reaccionar. En una sesión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU, todos los miembros instaron a ambas partes a cesar las hostilidades y resolver el conflicto mediante el diálogo. Sin embargo, no se emitió resolución vinculante.
Malasia, país que ostenta la presidencia rotatoria de ASEAN, ha estado encabezando los esfuerzos de mediación. El primer ministro malasio Anwar Ibrahim propuso un alto al fuego inmediato que, según declaraciones, fue aceptado "en principio" por ambas naciones. No obstante, Tailandia ha condicionado su participación a acciones sinceras por parte del gobierno camboyano.
¿Una oportunidad para ASEAN?
ASEAN —la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático— enfrenta uno de sus desafíos diplomáticos más relevantes desde la crisis humanitaria en Myanmar. La credibilidad del organismo se encuentra en juego, y muchos analistas coinciden en que su capacidad de mediar exitosamente en este conflicto será una prueba de fuego para su relevancia regional.
Según Sophie Lemière, politóloga de la Universidad de Nanyang en Singapur:
“ASEAN ha sido criticada por su inacción en conflictos internos como Myanmar y ahora tiene la oportunidad de redimirse. Si fracasa, se acentuará la percepción de que es un club ineficaz.”
Los civiles como víctimas principales
Lo cierto es que la población civil es quien más está sufriendo en medio de esta pugna geopolítica. La evacuación forzosa, el cierre de hospitales y escuelas, la destrucción de viviendas y la pérdida de vidas humanas forman un patrón que desafía cualquier justificación de soberanía territorial.
“Ni Tailandia ni Camboya parecen estar cumpliendo con el derecho internacional humanitario”, advirtió John Sifton, director de Human Rights Watch en Asia. “Los esfuerzos diplomáticos deben priorizar la protección de los civiles y de las infraestructuras básicas como hospitales y escuelas”.
¿Qué viene ahora?
El futuro inmediato depende de si el alto el fuego propuesto por Malasia se materializa en la práctica. Mientras tanto, las tropas siguen intercambiando fuego, miles de personas viven en condiciones precarias en campamentos de evacuación y la posibilidad de una escalada aún mayor (con mayores actores regionales involucrados) no puede descartarse.
En tiempos donde las guerras parecen estar más latentes —desde Europa del Este hasta Medio Oriente—, este nuevo frente en el corazón del sudeste asiático amenaza con desestabilizar una región estratégicamente vital y habitualmente más asociada al crecimiento económico y al turismo que a conflictos armados.
Fuentes consultadas
- Ministerio de Defensa de Tailandia, comunicados oficiales (julio 2025)
- Human Rights Watch – Declaraciones oficiales (26 de julio de 2025)
- Cluster Munition Monitor, informe 2023
- ASEAN, boletines de prensa desde Yakarta
- ONU – Consejo de Seguridad, actas de emergencia (25 de julio 2025)