El templo Shaolin en la mira: el 'monje CEO' y las controversias que sacuden un símbolo milenario

Shi Yongxin, el abad del famoso templo budista y maestro del kung fu, es investigado por malversación y conducta impropia. ¿Qué ocurre cuando la espiritualidad y los negocios colisionan?

Una ola de controversia remece los muros ancestrales del Templo Shaolin, uno de los centros religiosos más emblemáticos de China. El actual abad, Shi Yongxin, una figura tan conocida por sus vínculos con el budismo zen como por su carácter empresarial, ha sido puesto bajo investigación por presuntas malversaciones de fondos, apropiación indebida de activos del templo e incluso escándalos personales que transgreden gravemente los votos monásticos budistas.

Un templo con siglos de historia y fama global

Ubicado en la provincia de Henan, el Templo Shaolin ha estado en pie desde el año 495 d.C., no solo como centro espiritual sino como cuna del legendario kung fu chino. Su aura mística y su simbología han sido amplificadas por la cultura popular gracias a películas como “Shaolin Temple” (1982), protagonizada por Jet Li, y numerosas referencias televisivas.

Sin embargo, la transición entre su rol religioso y su creciente fama internacional también lo ha convertido en una institución con ingresos millonarios y presencia global. Esto lo ha puesto en el epicentro de un conflicto entre tradición, espiritualidad y capitalismo moderno.

¿Quién es Shi Yongxin?

Nacido como Liu Yingcheng en 1965, Shi Yongxin ingresó al Templo Shaolin en 1981 y se convirtió en su abad en 1999. Bajo su dirección, el templo no solo expandió sus programas religiosos, sino también su marca. Bajo su filosofía de modernización y globalización del budismo, el templo ha lanzado giras internacionales de kung fu, productos de marca, e incluso aplicaciones móviles para la meditación.

Es por esto que muchos le apodaron el “monje CEO”. Esta visión pragmática pero lucrativa también atrajo duras críticas. Entre los detractores están monjes tradicionales, académicos del budismo y millones de fieles chinos que ven los votos monásticos como incongruentes con los intereses comerciales.

La investigación actual: ¿Caída de un ícono?

El pasado domingo, a través de una declaración oficial publicada en su canal de WeChat, el propio Templo Shaolin confirmó que su líder máximo estaba siendo investigado. Las acusaciones incluyen:

  • Malversación de fondos de proyectos del templo
  • Uso indebido de activos del templo
  • Violación de votos monásticos por mantener relaciones íntimas con varias mujeres y haber tenido al menos un hijo

El documento también indica que varios organismos gubernamentales están colaborando en la investigación y que los resultados se comunicarán a su debido tiempo.

Precedentes y un historial polémico

No es la primera vez que Shi Yongxin es objeto de acusaciones de esta índole. En 2015, la prensa china ya divulgó rumores de que tenía hijos y mantenía amantes, así como que había enriquecido a costa del templo. Una investigación oficial lo exoneró en 2016. Sin embargo, las dudas nunca desaparecieron por completo.

Varios informes lo acusan de tener vínculos con altos ejecutivos de corporaciones tecnológicas, de realizar inversiones dudosas e incluso de haber registrado derechos de autor del término “Shaolin” para fines comerciales. Esto ha generado un debate candente en medios y redes chinas sobre la apropiación mercantilista de la religión.

Budismo y capitalismo: ¿armonía imposible?

Expertos en religión y filosofía han señalado las tensiones crecientes entre las enseñanzas tradicionales budistas, que promueven la humildad, el desapego del mundo material y la transparencia, con estructuras religiosas cada vez más influidas por el mercado. Según el profesor Robert Weller de la Universidad de Boston, lo que está ocurriendo en Shaolin es el reflejo de una transformación global en las religiones organizadas: “Cuando los templos se convierten en franquicias, los líderes espirituales inevitablemente enfrentan tentaciones y responsabilidades que antes no existían”.

El impacto de Shaolin como institución global

Bajo la dirección de Shi, el templo ha abierto sucursales en más de 30 países. Los ingresos se estiman en decenas de millones anualmente por espectáculos de kung fu, entrenamientos, turismo espiritual, derechos de autor y merchandising. Incluso se propuso un parque temático Shaolin en Australia, idea que fue posteriormente descartada por críticas.

Una investigación de 2022 de China Daily reveló que el templo registró ingresos por más de 580 millones de yuanes (~80 millones de dólares) en solo tres años gracias a estos esquemas. Esta cifra plantea dudas sobre la transparencia financiera y el destino de esos fondos, especialmente cuando muchos de estos ingresos fueron generados desde fundaciones religiosas sin fines de lucro.

Los fieles opinan: ¿Traición o evolución?

Las redes sociales chinas ardieron el fin de semana. En Weibo, más de 70 millones de personas interactuaron con noticias sobre el escándalo. Algunos usuarios pidieron que Shi Yongxin fuera expulsado del templo y enfrentara la justicia. Otros lo defendieron como un visionario que modernizó una institución estancada.

“No se puede usar una batuta del siglo V para dirigir una orquesta del siglo XXI”, escribió un comentarista. Mientras que otro replicaba: “Un verdadero discípulo de Buda no necesita marketing ni apps; necesita compasión y verdad”.

El Estado chino y la religión: una relación delicada

La postura del Estado chino frente al budismo ha oscilado en las últimas décadas entre el impulso turístico y la vigilancia política. Si bien el Partido Comunista no favorece la religión organizada, ha aprovechado el legado del Shaolin como motor de “poder blando” y símbolo cultural.

Sin embargo, la creciente comercialización y los escándalos pueden afectar esta narrativa estatal. La detención o destitución definitiva de Shi Yongxin sería también una muestra de cómo el aparato gubernamental busca controlar y disciplinar a líderes religiosos “rebeldes”.

¿Y ahora qué?

Queda por ver si esta investigación derivará en un cambio drástico en la cúpula del templo o si será, como en 2016, otro episodio pasajero en la historia de este controvertido monje.

Lo cierto es que el Templo Shaolin está en una encrucijada: seguir siendo un faro espiritual basado en preceptos milenarios o consolidarse como una maquinaria global del entretenimiento y los negocios en oriente. El destino está aún por escribirse.

Pero mientras tanto, millones observan desde dentro y fuera de China, preguntándose si este nuevo episodio será el despertar espiritual de Shaolin o su definitiva conversión en una marca más del capitalismo contemporáneo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press