El futuro incierto de la K-beauty en EE.UU.: ¿Puede sobrevivir al nuevo impuesto del 25%?

La industria cosmética surcoreana, un fenómeno global, enfrenta serios desafíos por los aranceles propuestos por Trump

Por décadas, el mundo ha caído rendido ante el encanto y la innovación de la cosmética coreana, también conocida como K-beauty. Desde mascarillas hidratantes y cremas con moco de caracol hasta protectores solares con texturas invisibles, los productos surcoreanos han transformado la forma en que millones conciben el cuidado facial y corporal. Sin embargo, un reciente anuncio del expresidente Donald Trump podría hacer tambalear este fenómeno internacional.

Trump ha propuesto nuevos aranceles del 25% dirigidos a las importaciones de países como Corea del Sur y Japón, lo que amenaza directamente la base que sustenta el boom de la K-beauty en Estados Unidos. Mientras los consumidores entran en modo pánico y los minoristas intentan anticiparse a una escalada de precios, nos preguntamos: ¿Qué futuro espera al imperio coreano de la cosmética en el mundo occidental?

El ascenso meteórico de la K-beauty

Durante más de una década, la cosmética surcoreana ha dejado una huella imborrable en la industria de la belleza. Los consumidores de EE.UU., Europa, América Latina e incluso Oriente Medio se han dejado seducir por sus fórmulas innovadoras, envases llamativos y rituales que transforman el cuidado facial en arte.

Uno de los factores clave ha sido la combinación perfecta entre efectividad y precio accesible. Ingredientes como el extracto de centella asiática, el moco de caracol, el agua de arroz y el ácido hialurónico han ganado fama por sus beneficios antiinflamatorios, hidratantes y regeneradores.

Según Euromonitor International, Corea del Sur exportó más productos cosméticos a EE.UU. que cualquier otro país en 2024, incluida Francia, cuna de marcas como Chanel y L’Oréal. En cifras, el país asiático envió al mercado estadounidense $1.700 millones en cosméticos, lo que representa un aumento del 54% respecto al año anterior.

Consumidores fieles, pero en alerta

La posibilidad de un incremento arancelario ha sacudido a los seguidores más leales de la K-beauty. Tal es el caso de Amrita Bhasin, una joven de 24 años de Menlo Park, California, quien confesó haber comprado 50 mascarillas de sus marcas preferidas antes del posible aumento de precios. "Para las mascarillas faciales, siento que no hay muchos sustitutos sólidos y confiables en EE.UU.", afirmó.

También otros puntos de distribución como Senti Senti, una tienda en Nueva York especializada en productos de belleza asiática, notaron una especie de "compras por pánico" al conocerse la noticia. "Uno de los mayores atractivos del K-beauty es su precio accesible, pero con aranceles del 25%, eso podría cambiar radicalmente", dijo su gerente Winnie Zhong.

Impacto en los minoristas: entre la estrategia y la incertidumbre

Empresas como Ohlolly, una tienda online orientada al skincare coreano, ya están sintiendo los efectos. Sus dueñas, Sue Greene y Herra Namhie, aseguraron que han pausado las compras mientras esperan una resolución. "No podemos manejar un aumento de 25%. Tendríamos que subir precios, y eso alejaría a nuestros clientes", indicaron. Con solo dos a cuatro meses de inventario en almacén, el margen para esperar se acorta.

Desde Corea del Sur: un motor económico en riesgo

Aunque las exportaciones principales de Corea del Sur a EE.UU. siguen siendo electrónicos y automóviles, la cosmética ha ganado terreno como uno de los sectores más representativos en términos simbólicos y económicos.

El auge de productos como las BB creams, pioneros en combinar hidratante, base y protector solar, marcó una era en la belleza occidental. Hoy, esos productos son solo la punta del iceberg en una industria que, según Statista, tiene un valor proyectado global de $13.900 millones de dólares para 2027 solo en el segmento surcoreano.

Mary Lovely, investigadora senior en el Peterson Institute for International Economics, explicó que la K-beauty "no solo ofrece variedad, sino algo completamente diferente para los consumidores estadounidenses. Es parte del fenómeno global que incluye K-pop y cine coreano como ‘Parasite’ y ‘Squid Game’. Estos aranceles son una amenaza para ese momentum».

¿Qué hacen los consumidores ahora?

Algunas personas como la influencer Jen Chae, con más de 1.2 millones de seguidores en YouTube, han dejado en pausa sus compras en plataformas como YesStyle.com, preocupadas por los posibles cargos de aduana. “No sabía si me cobrarían una tarifa global o si sólo aplicaría a ciertas categorías”, comentó.

YesStyle, con sede en Hong Kong, anunció que ofrecería créditos de tienda para compensar tarifas a sus clientes. Pero aún así, la incertidumbre frena el entusiasmo: productos que antes se compraban en grandes cantidades, ahora generan dudas.

¿Replanteamiento en la industria cosmética global?

Rachel Weingarten, exmaquilladora y autora del boletín “Hello Gorgeous!”, recuerda que acumular productos no siempre es buena idea. “Muchos cosméticos vienen en envases vulnerables o con aceites naturales que caducan. No vale la pena comprar de más”, advierte.

Además, sostiene que el mundo de la belleza va más allá de Corea. “Seguiré usando mis favoritos si suben los precios, pero también me encanta descubrir buenos productos de otros países.”

El dilema para la administración Trump

El juego de aranceles plantea un fuerte dilema para la Casa Blanca. Aunque Corea del Sur ha tenido un tratado de libre comercio con EE.UU. desde 2012, aún no se ha llegado a un nuevo acuerdo que excluya a los cosméticos de estos aranceles.

En contraste, Japón logró reducir sus tarifas del 25% a un 15%. Indonesia y Filipinas también alcanzaron acuerdos similares. Corea del Sur, sin embargo, sigue en zona gris.

De aplicarse la tasa completa sin excepciones para pequeños productos como cosméticos, esto podría acarrear una pérdida de competitividad importante para marcas emergentes que no pueden costear el traslado de producción a otros países o la reducción de márgenes.

La especulación sobre el futuro de la K-beauty

¿Qué puede pasar si se aplica el impuesto? Aquí algunas posibilidades:

  • Subida generalizada de precios: Los minoristas trasladarían el coste al consumidor.
  • Disminución en la oferta: Las marcas podrían seleccionar menos productos para importar.
  • Desviación al comercio directo: Más consumidores comprando en plataformas asiáticas dispuestos a esperar más y pagar menos.
  • Nuevos mercados para la K-beauty: La expansión en Medio Oriente y América Latina podría intensificarse si EE.UU. se vuelve menos rentable.
  • Despunte de cosmética alternativa: Marcas japonesas, chinas o locales podrían llenar el vacío.

¿La caída o la reinvención de un imperio?

La K-beauty está en una encrucijada. Como toda industria globalizada, es extremadamente sensible a regulaciones, tratados y factores externos. Y aunque un arancel no podría borrarla del calendario de beauty lovers del mundo de la noche a la mañana, sí podría restarle brillo.

Como dice la consultora Mary Lovely: “No creo que un impuesto destruya el amor por la belleza coreana, pero sin duda le pone punto muerto a su expansión en uno de los mayores mercados del mundo.”

¿Lo veremos como el fin de la K-beauty? Probablemente no. Pero sí como una etapa de adaptación. Una industria que conquistó occidente con sus fórmulas ligeras y su apuesta por lo natural, ahora tendrá que reinventarse para sobrevivir en un mundo menos amable con el comercio internacional.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press