Eric Allen: El eterno esquinero que se ganó su lugar en el Salón de la Fama
14 años como cornerback titular, 54 intercepciones y 6 Pro Bowls: así fue la carrera legendaria de Eric Allen
Eric Allen no solo fue un esquinero de élite durante su carrera de 14 temporadas en la NFL. Fue un jugador que redefinió la consistencia, la inteligencia táctica y la longevidad en una de las posiciones más exigentes del fútbol americano profesional. Esta semana, finalmente recibe el homenaje máximo: su entrada al Salón de la Fama del Fútbol Americano Profesional en Canton, Ohio.
Un esquinero puro desde el primer día
“No soy un DB, soy un corner”, declaró Allen con orgullo en una entrevista reciente, dejando claro que a lo largo de su carrera jamás tuvo que cambiar de posición por pérdida de nivel físico o técnico. Desde su debut con los Philadelphia Eagles en 1988 hasta su retiro con los Oakland Raiders en 2001, Allen fue titular en la esquina del campo y lo hizo eficazmente todos y cada uno de esos años.
La diferencia es notable. Muchos backs defensivos migran dentro del campo a posiciones con menor exigencia atlética como safety o nickelback conforme pasan los años. Allen se mantuvo en el lugar más desafiante: cubriendo a los receptores abiertos más talentosos del mundo, jugada tras jugada.
Estadísticas de una carrera dorada
- 6 selecciones al Pro Bowl
- 1 diseño como All-Pro (1989)
- 54 intercepciones (puesto 21 en la historia de la NFL)
- 9 intercepciones regresadas para touchdown
- Participación en dos de los partidos más memorables de la NFL moderna: el Fog Bowl y el Tuck Rule Game
Allen comenzó su camino en San Diego, aunque soñaba con ser Marcus Allen, el legendario corredor. Aquellas habilidades de running back jamás se perdieron del todo. Cada vez que atrapaba una intercepción, se transformaba en su ídolo: “Cuando atrapas el balón, ¡es tu momento de convertirte en Marcus Allen!”, exclamó.
Inteligente, anticipador y astuto
Rich Gannon, quien fue su rival y luego compañero en los Raiders, describió a Allen como uno de los corners más inteligentes que enfrentó. “Saltaba rutas, te engañaba mostrando que estaba vencido. Y tenía velocidad para recuperarse. Realmente no tenía debilidades.”
Allen no solo se apoyaba en su físico; su arma secreta era la preparación. Estudiaba rutas, formaciones, movimientos previos al snap y patrones de conducta de los mariscales rivales. Esa combinación lo hacía letal. De hecho, lideró la liga en intercepciones devueltas para touchdown en 1993 con cuatro.
Momentos inolvidables: del Fog Bowl al Tuck Rule Game
Su carrera fue marcada por su presencia en partidos que definieron épocas. Comenzó con su participación en el famoso Fog Bowl (Juego de la Niebla) entre los Eagles y los Bears, en playoffs de 1988. El partido se jugó con una niebla densa que dificultó la visión por televisión y dentro del campo. Un evento surrealista que aún hoy se recuerda con asombro.
Terminó en otro duelo legendario: el Tuck Rule Game, entre los Raiders y los Patriots en 2001, el último partido de Allen. En esa ocasión, Allen recuerda una anécdota increíble: escuchó a Tom Brady y su coordinador ofensivo Charlie Weis planear una jugada con un pase slant (diagonal corta). Le dijo al linebacker William Thomas que cubriera esa zona mientras él planeaba saltar la ruta. Woodson golpeó a Brady e inicialmente se marcó balón suelto, pero la famosa Tuck Rule lo invalidó. Los Patriotas siguieron avanzando en su camino al primero de varios títulos.
Ser legado y ejemplo
“Creo que la gente de mi círculo lo sintió más que yo. Yo estuve en paz con si entraba o no. No tenía apuro, cuando sucediera, sería perfecto”, declaró Allen tras recibir la noticia de su inclusión al Salón de la Fama, dada por su viejo compañero en Arizona State, Randall McDaniel.
El reconocimiento no solo corona una carrera brillante. También valida una ética de trabajo, una inteligencia en el campo poco común, y una adaptación constante en una de las posiciones más duras del deporte.
Un perfil poco común: longevidad y eficacia en la NFL
Ser titular 14 años consecutivos como esquinero no es solo impresionante, es casi inédito. El jugador defensivo promedio en la NFL tiene una carrera de apenas 3.2 temporadas, según datos de la NFL Players Association. Allen cuadruplicó esa cifra al máximo nivel.
La última vez que se vio a Allen en el campo fue en un entorno altamente competitivo, practicando con los Raiders contra leyendas como Tim Brown y Jerry Rice, junto a un joven Charles Woodson. Incluso esos nombres sintieron el impacto del veterano esquinero en los entrenamientos diarios.
Más allá de las estadísticas
Allen fue líder, mentor y modelo de deportista. Aunque muchos lo identifican por sus estadísticas y sus proezas individuales, sus compañeros resaltan que fue aún más valioso en el vestuario que en el campo. Su paciencia, inteligencia y capacidad para motivar a los demás lo convirtieron en un elemento esencial para cada equipo donde jugó.
Cuando el entrenador Jon Gruden fue transferido de Oakland a Tampa Bay en 2002, Allen entendió que era el final perfecto para su travesía. “Pensé que ese era el momento perfecto para cerrar el libro de mi carrera.”
Un esquinero de otra época, con relevancia eterna
Eric Allen representa a una generación de jugadores defensivos de elite que construyeron carreras longevas a base de disciplina y conocimiento. Caminó por la senda que hoy muchos jóvenes apenas se atreven a recorrer enteramente sin renunciar a su posición natural. Para Allen, nunca fue una opción ser algo distinto a un cornerback.
Ahora, será un eterno inmortal del deporte, como debió ser desde hace años. Su busto en el Salón de la Fama no es solo suyo, sino de todos los esquineros que siguen creyendo que hay lugar para inteligencia, compromiso y constancia frente al músculo puro. A los 59 años, Eric Allen sigue enseñando.