Gaza, una tragedia humanitaria sin pausa: hambre, bombardeos y desesperación
A pesar de anuncios de treguas parciales, los ataques continúan y la crisis alimentaria alcanza niveles alarmantes en una Gaza devastada por la guerra
Gaza vive uno de los momentos más oscuros de su historia reciente. Mientras el mundo observa con creciente indignación, los datos que emergen del enclave palestino reflejan una combinación aterradora de violencia incesante y una crisis humanitaria que no muestra signos de mejora. De acuerdo con las autoridades sanitarias, al menos 34 palestinos murieron por ataques israelíes en las últimas 24 horas, a pesar de un supuesto alto al fuego parcial anunciado por Israel para permitir la entrada de ayuda humanitaria.
Una pausa militar entre comillas
El domingo pasado, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) anunciaron una pausa diaria de 10 horas (de 10 a.m. a 8 p.m.) en ciertas áreas del norte de Gaza con el objetivo de facilitar el ingreso de ayuda humanitaria. La noticia fue recibida con alivio por agencias internacionales, aunque muchas recalcaron que se trata de una medida completamente insuficiente. Paralelamente, los ataques continuaron fuera del horario estipulado, incluyendo los bombardeos letales del lunes.
No hubo comentarios inmediatos del gobierno israelí respecto a estos ataques, lo que acentúa las críticas de las organizaciones humanitarias que denuncian constantemente la ambigüedad en la implementación de los acuerdos de tregua temporal.
Malnutrición crónica: niños muriendo de hambre
En paralelo a la violencia, Gaza soporta una de las peores crisis alimentarias del siglo XXI. En las últimas 24 horas, 14 palestinos han muerto por causas relacionadas a la malnutrición, incluyendo dos niños, según el Ministerio de Salud del enclave. Desde el inicio del conflicto el 7 de octubre de 2023, al menos 88 niños han fallecido por esta causa, y 59 adultos solo en el mes de julio.
Organizaciones como Oxfam, UNICEF y Médicos Sin Fronteras han emitido numerosos informes señalando que el acceso a alimentos básicos, como trigo, leche y agua potable, se ha vuelto casi imposible. “Los niños están muriendo porque simplemente no encuentran comida. No por enfermedades complicadas, sino por la ausencia de pan”, declaró un médico local citado por Al Jazeera.
Palestina en pie de subsistencia
Casi la totalidad de la población de Gaza depende de la ayuda humanitaria. Sin embargo, acceder a ella resulta sumamente peligroso. Hay reportes constantes de que camiones con alimentos son atacados, desviados o simplemente retenidos en puntos fronterizos.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha indicado que más del 85% de los hogares gazatíes comen solo una vez al día, y en muchos casos, apenas una porción mínima. Algunos, según testigos, subsisten de “agua con azúcar o té con pan seco una sola vez al día”.
Imágenes que duelen
Las redes sociales y medios de comunicación globales se han llenado de imágenes desgarradoras: niños emaciados, delgados hasta los huesos, adultos convalecientes por falta de alimento, hospitales colapsados sin capacidad de atención. Según datos de Save the Children, más de 300,000 niños menores de 5 años enfrentan riesgo alto de desnutrición aguda.
El secretario general de la ONU, António Guterres, declaró recientemente: “La situación en Gaza es insostenible. Estamos viendo una catástrofe humanitaria en tiempo real.”
¿Qué dice el derecho internacional?
La continua dificultad para proporcionar ayuda humanitaria, a pesar de pausas anunciadas, podría constituir una violación del derecho internacional humanitario. La Convención de Ginebra establece claramente que las fuerzas ocupantes deben garantizar el acceso a suministros esenciales para la población civil.
Organismos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han calificado las acciones como posibles crímenes de guerra. Pero la falta de consecuencias reales y eficaces ante tales denuncias subraya la impotencia de la diplomacia internacional frente al sufrimiento de los civiles.
El rol de Egipto y la comunidad internacional
La frontera con Egipto, en Rafah, representa uno de los pocos puntos de ingreso de ayuda. Sin embargo, su apertura ha sido intermitente. Las negociaciones, a menudo obstaculizadas por los requisitos de inspección, garantías de seguridad para los convoyes y presiones geopolíticas, hacen que cada jornada parezca una batalla administrativa para cruzar ayuda.
Recientemente, una coalición de 24 países entre ellos Noruega, España, Irlanda y Sudáfrica, firmó una petición urgente ante las Naciones Unidas para establecer un “corredor humanitario blindado” supervisado internacionalmente. Sin embargo, por ahora es solo una propuesta que no cuenta con respaldo del Consejo de Seguridad.
Los costos ocultos de la guerra moderna
La situación en Gaza, más allá de los misiles y la geopolítica, pone en evidencia algo aún más tenebroso: la guerra moderna no solo mata con armas, sino también mediante la destrucción de la infraestructura básica que sostiene la vida. Cuando los hospitales no pueden funcionar, cuando las estaciones de agua están destruidas, y cuando el suministro eléctrico se limita a algunas horas por semana, la población entera entra en un estado de vigilancia sanitaria masiva.
Y en el medio, los más vulnerables: ancianos, discapacitados, madres lactantes y especialmente niños.
Contrastes indignantes
Mientras Gaza se sume en el sufrimiento, las autoridades israelíes han intensificado su aparato de seguridad dentro de su territorio y fortalecen la narrativa de “autodefensa ante amenazas terroristas”. Esta asimetría ha alimentado una ola de críticas desde países del Sur Global, donde se acusa a los gobiernos occidentales de mantener un doble estándar en sus posturas sobre conflictos y derechos humanos.
El gobierno de Estados Unidos ha sido criticado por su apoyo incondicional, mientras que la Unión Europea enfrenta tensiones internas entre los Estados miembros que piden un cese al fuego prolongado y aquellos que sostienen posturas más alineadas con Tel Aviv.
¿Un alto al fuego real?
Los expertos afirman que las pausas humanitarias, aunque bien intencionadas, no son sustituto del alto el fuego. Las ONG exigen un cese total de las hostilidades para permitir no solo el envío constante de ayuda, sino también una reconstrucción básica de servicios sanitarios y logísticos.
Hasta que ello no ocurra, Gaza seguirá atrapada en un círculo vicioso en el que la tragedia humanitaria profundiza los dolores de guerra, y la violencia militar refuerza el colapso social.
El hambre es un arma silenciosa pero devastadora. En Gaza, ya no se lucha solo con fuego. Se lucha, también, contra el olvido, la indiferencia y la deshumanización de un pueblo condenado al sufrimiento por una guerra sin fin.