Tensiones, tratados y tecnología: El dilema comercial entre EE. UU., China y la UE

Desde las negociaciones en Estocolmo hasta el escrutinio europeo sobre plataformas digitales chinas, el pulso económico global redefine sus reglas

La guerra comercial no ha terminado: Estocolmo como nuevo epicentro del diálogo

El último encuentro en la capital sueca, entre el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, y el viceprimer ministro chino, He Lifeng, representa un capítulo más en una historia prolongada y compleja de tensiones comerciales entre las dos economías más grandes del planeta. Esta cumbre, la tercera del año, cobra especial relevancia al anticiparse una posible reunión entre los presidentes Donald Trump y Xi Jinping para consolidar un eventual deshielo en el conflicto.

Tras los aranceles radicales impuestos por la administración Trump —hasta un 145% sobre algunos bienes chinos— y las respectivas represalias por parte de Pekín, el mercado financiero mundial experimentó una volatilidad dramática. Actualmente, ambas partes se encuentran en una “pausa” arancelaria de 90 días: Estados Unidos redujo sus aranceles al 30% y China aplicó un 10% sobre productos estadounidenses.

Un intento de redefinir el comercio global

El objetivo primordial de EE. UU. ha sido reducir su colosal déficit comercial, estimado en $904 mil millones en 2023, con casi $300 mil millones de ese total correspondiendo a su balanza con China. Por su parte, Pekín busca un consenso que no solo desescale las tarifas sino que fomente un entorno de cooperación más estable y previsible.

“Buscamos más consenso y cooperación, menos malinterpretación”, declaró el Ministerio de Comercio chino antes de la reunión en Estocolmo, en un gesto que demuestra la voluntad de distensión.

La sombra de la desigualdad: Darren Walker y el nuevo rostro de la filantropía

Mientras en Suecia se negocian los fundamentos del comercio, en Nueva York Darren Walker, presidente saliente de la Ford Foundation, reflexiona sobre otro tipo de disfunción sistémica: la desigualdad social y económica en Estados Unidos. Próximo a publicar su libro "The Idea of America", Walker revisa doce años de liderazgo y su impacto en la promoción de justicia social desde una de las organizaciones filantrópicas más influyentes del mundo.

“Me preocupa profundamente el debilitamiento de la democracia estadounidense. La escalera de movilidad social se ha roto para muchos jóvenes”, lamenta Walker. A pesar de sus críticas, sostiene una esperanza “radical”, como fruto de su propia experiencia como niño afroamericano y gay criado en un entorno rural en Texas.

¿Puede la filantropía salvar a la democracia?

Walker identifica el creciente descontento económico de las comunidades rurales —incluso entre la clase trabajadora blanca— como un detonante político de gran alcance. “Identifiqué correctamente el problema, pero nuestra estrategia para atenderlo fue insuficiente”, aclara.

Durante la pandemia, la Ford Foundation aumentó sus donaciones utilizando su patrimonio como herramienta financiera, un movimiento que algunos catalogaron como innovador. Ahora, Walker pide más audacia aún. “La norma del 5% de desembolso es tratada como un techo, cuando debería ser el piso mínimo”, enfatiza.

Temu bajo el microscopio: ¿una amenaza digital para Europa?

En paralelo, la Unión Europea examina con lupa a las grandes plataformas chinas. El blanco más reciente es Temu, perteneciente a Pinduoduo Inc., cuya popularidad ha explotado gracias a sus productos baratos, muchos de ellos enviados directamente desde fabricantes chinos.

Una pesquisa preliminar liderada por la Comisión Europea concluyó que Temu representa un “alto riesgo para los consumidores de la UE” debido a la posible venta de productos ilegales. En una compra misteriosa realizada por inspectores comunitarios, se encontraron artículos no conformes como juguetes para bebés y aparatos electrónicos.

Henna Virkkunen, vicepresidenta ejecutiva de la UE para la soberanía tecnológica, advirtió: “En nuestra evaluación preliminar, Temu no está evaluando los riesgos que enfrenta su base de usuarios a los niveles exigidos por la Ley de Servicios Digitales (DSA)”.

La DSA y el nuevo horizonte regulatorio europeo

Adoptada en 2022, la Digital Services Act pretende proteger derechos digitales, evitar la venta de productos inseguros y exigir responsabilidades concretas a las plataformas online. En caso de comprobarse una violación de sus disposiciones, Temu podría enfrentar sanciones de hasta un 6% de su facturación global y verse forzada a suspender servicios o introducir medidas correctivas severas.

Actualmente, Temu cuenta con 92 millones de usuarios solo en la UE. La Comisión aún debe escuchar los descargos de la empresa antes de emitir un veredicto final.

¿Colisión de modelos económicos?

La simultaneidad de estos eventos —reuniones de alto nivel entre EE. UU. y China, cuestiones filantrópicas enraizadas en la cohesión social, y conflictos regulatorios entre Europa y plataformas chinas— revela un orden global en plena transición.

La economía de mercado liderada por Occidente está siendo confrontada por modelos alternativos profundamente ligados al Estado, como el de China. Mientras tanto, la filantropía y la regulación intentan cubrir los vacíos que deja el libre mercado: desigualdad, falta de fiscalización digital, y una creciente erosión de la confianza ciudadana en la democracia.

En este contexto, figuras como Darren Walker funcionan como puentes posibles: voceros de una esperanza realista que no disminuye la complejidad de las batallas estructurales pero insiste en no renunciar al ensayo de una sociedad más equitativa. Por su parte, iniciativas como la DSA intentan transformar principios morales en políticas efectivas, exigiendo cuentas a quienes se benefician del caos digital.

Más allá de Estocolmo

El futuro de las relaciones internacionales ya no depende únicamente de acuerdos escritos por burócratas en salas de gobierno. Se libra en tribunales de comercio, algoritmos de inteligencia artificial, plataformas de e-commerce y espacios filantrópicos.

Mientras Temu enfrenta su probable sanción, mientras Bessent y Lifeng se estrechan las manos en Estocolmo y mientras Darren Walker se despide de su puesto, la gran pregunta no parece ser qué modelo vencerá, sino cómo reconciliar los modelos en una globalización que no puede ni debe ser uniforme.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press