Wallis Annenberg: la filántropa que transformó Los Ángeles más allá de los millones
Una mirada profunda al legado de una de las mujeres más influyentes en la filantropía estadounidense
Wallis Annenberg no era una celebridad de Hollywood, ni una política de altos vuelos. Sin embargo, su legado impacta cada rincón de Los Ángeles más allá de cualquier alfombra roja. Con su muerte a los 86 años, la ciudad pierde a una de sus mayores benefactoras, no solo en términos económicos —su fundación ha donado más de 1.5 mil millones de dólares— sino también en cuanto a visión social, cultural y medioambiental.
Un apellido con herencia, pero una visión distinta
Nacida en Filadelfia, Wallis fue hija del magnate de medios Walter Annenberg, quien vendió su imperio editorial (entre ellos TV Guide) a Rupert Murdoch en 1989. Ese hecho marcó el inicio de una nueva etapa: el nacimiento de la Annenberg Foundation como fuerza filantrópica. Cuando su padre falleció en 2002, Wallis tomó las riendas con determinación y un enfoque más inclusivo, dirigiendo la fundación como presidenta y directora ejecutiva durante 16 años.
Lo notable de su liderazgo fue cómo amplió los horizontes tradicionales de la fundación. De priorizar medios, arte y educación, Wallis añadió a su agenda temas vitales como la conservación ambiental, el bienestar animal y la atención médica.
Instituciones que llevan su nombre, y su huella
- Wallis Annenberg Center for the Performing Arts: un epicentro de arte y cultura en Beverly Hills.
- Wallis Annenberg GenSpace: un centro dedicado al bienestar y la comunidad de adultos mayores.
- Wallis Annenberg Wildlife Crossing: el puente para fauna silvestre más grande del mundo que conectará hábitats divididos por una autopista en Los Ángeles cuando abra en 2025.
- Wallis Annenberg PetSpace: centro pionero en la relación entre humanos y animales domésticos.
“La filantropía no se trata solo de dinero, se trata de visión”, solía argumentar Annenberg. Y cumplía este mantra con acciones disruptivas. Por ejemplo, su impulso por construir el Wildlife Crossing surgió de una preocupación auténtica: la alta tasa de muertes de fauna por atropellos en las autopistas angelinas. El enfoque ecológico de la filantropía urbana apenas comienza a seguir ese modelo.
La cultura como motor de cambio
Wallis Annenberg no solo tenía afinidad con las artes, las promovía como vehículo de transformación. Fue miembro durante décadas del directorio del Museum of Contemporary Art (MOCA) y del Los Angeles County Museum of Art (LACMA). En 2002 endosó 10 millones de dólares a LACMA para crear una plaza directiva, un gesto que definió no solo compromiso económico sino institucional.
Michael Govan, quien ocupó ese cargo a partir de 2006, declaró: “Bendijo a nuestra comunidad no solo con su filantropía, sino con su guía sobre cómo mejorarla.”
Rompiendo moldes en la filantropía
En una ciudad donde los nombres más visibles suelen estar ligados al cine o la música, Wallis fue una rockstar de la filantropía. Sin flashes ni escándalos, pero con visión de largo plazo. Apostó por lo que muchos consideraban fuera del radar: centros para personas mayores innovadores, refugios de animales hiperfuncionales, actividades educativas no tradicionales.
Sus colaboraciones con proyectos ecológicos la convirtieron en una figura admirada entre urbanistas verdes, y sus aportes a la educación con programas como Annenberg Learner —material educativo gratuito para educadores— siguen presentes en aulas a lo largo del país.
Reconocimientos en vida
En 2022, el presidente Joe Biden le otorgó la Medalla Nacional de Humanidades por su “vida entera dedicada al servicio filantrópico”. Sumada a múltiples distinciones honoríficas, su figura fue reconocida sin que ella buscara protagonismo.
“Cáncer puede haber vencido su cuerpo, pero jamás su espíritu”, expresó su familia tras su fallecimiento. Y es más que un epitafio: es una declaración de lo que Wallis representaba.
Un legado que trasciende generaciones
Wallis no solo deja instituciones que llevan su nombre, sino también una filosofía: el capital como herramienta de impacto social. Esta convicción ha sido heredada por sus cuatro hijos, quienes han participado activamente en los proyectos de la fundación, y sus cinco nietos que ya comienzan a involucrarse.
En 2020, Annenberg Foundation lanzó AnnenbergTech, un brazo destinado a vincular la innovación tecnológica con el bien público. En alianza con organismos cívicos, empresas emergentes y universidades, el objetivo es ayudar a cerrar la brecha digital y preparar a nuevas generaciones para un mundo digitalmente justo.
Más allá de la costa oeste
Pese a que sus acciones estuvieron profundamente arraigadas en Los Ángeles, su influencia se extendió a nivel nacional. Organizaciones como NPR, Planned Parenthood y National Geographic han recibido apoyo económico e institucional de su parte o de su fundación.
Su compromiso con la equidad racial y de género también marcó pauta. Becas para cineastas mujeres, apoyo a artistas latinos e inversión en iniciativas de justicia social muestran que su idea de filantropía era inclusiva.
Inspiración para una nueva generación
En un mundo donde la riqueza se acumula cada vez más sin redistribución, el caso de Wallis Annenberg es ejemplar. No solo invirtió, sino que lo hizo con criterio ético, estratégico y pragmatismo emocional. Creía que el dinero debe solucionar problemas reales, no edificar monumentos al ego.
La verdadera medida de su influencia estará en cómo otros con poder económico deciden continuar esa obra. ¿Seguirán invirtiendo en cultura, bienestar animal y salud de adultos mayores? ¿Abrazarán la filantropía como acto político y cívico, y no simplemente como deducción fiscal?
Wallis Annenberg nos muestra que el acto de dar no conoce edad, género ni industria. Solo requiere compasión, estrategia y coraje.
Y sobre todo, demuestra que una vida bien vivida puede tener tanto (o más) impacto que cualquier mandato político o récord de entretenimiento.
