El fuego que escupe advertencias: El incendio Dragon Bravo y su reflejo de la crisis ambiental en EE. UU.
El devastador incendio cerca del Gran Cañón sigue fuera de control y pone en evidencia los impactos del cambio climático, la mala gestión forestal y la necesidad urgente de política ambiental coherente
Una chispa en el norte del Gran Cañón y el inicio de un desastre
El incendio forestal Dragon Bravo ha devorado más de 110 millas cuadradas (unos 285 kilómetros cuadrados) en el extremo norte del Gran Cañón, triplicando su tamaño en apenas unos días. Esta catástrofe ambiental, cuyo origen fue un rayo el 4 de julio, comenzó como un incendio de manejo controlado para eliminar vegetación. Pero unas condiciones meteorológicas inusualmente secas y ventosas transformaron este fuego en un monstruo fuera de control.
Según Lisa Jennings, portavoz del equipo de lucha contra incendios, la combinación de masas de aire seca récord y topografía difícil en la región del Gran Cañón ha facilitado que se propaguen las llamas con una rapidez alarmante. “Estos combustibles, como coníferas mixtas y pinos ponderosa, contribuyen significativamente a la intensidad del fuego”, explicó. Además, las típicas lluvias del monzón, que llegan a principios de julio, no aparecieron este año, agravando aún más la situación.
Un patrón que ya no sorprende: el impacto del cambio climático
¿Coincidencia o tendencia? Lo que ocurre en Arizona no es un fenómeno aislado. Los científicos llevan años advirtiendo que el cambio climático aumenta la intensidad y duración de incendios forestales en todo el mundo. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el incremento de temperaturas globales, las sequías prolongadas y la reducción de la humedad relativa son factores que han ampliado las temporadas de incendios.
Desde 2000, la temporada de incendios en EE. UU. ha aumentado en 78 días en promedio, y los incendios grandes se han duplicado en tamaño en muchas regiones del país, especialmente en el Oeste. California, Arizona y Nuevo México han sido epicentros de esta transformación destructiva.
Dragon Bravo y su daño ecológico: mucho más que árboles quemados
Si bien la imagen de árboles en llamas es una constante en las noticias, la magnitud del desastre va mucho más allá. El incendio ha destruido el histórico Grand Canyon Lodge y varias cabinas turísticas en el parque nacional, cerrando indefinidamente la entrada norte. Pero más alarmante aún es el impacto en la biodiversidad local.
Las autoridades están monitoreando la situación de una reserva de truchas Apache (una especie endémica y en peligro) en el área de North Canyon, así como de una manada de bisontes en House Rock Valley. La destrucción de hábitats naturales de especies protegidas podría tener consecuencias a largo plazo en el delicado equilibrio ecológico del parque.
¿Manejo forestal o negligencia? La polémica política estalla
El origen del incendio —una quema planeada para "limpiar" vegetación inflamable— se ha convertido en un polémico tema político. Varios funcionarios electos de Arizona, de ambos partidos, han criticado la gestión inicial del fuego. La gobernadora Katie Hobbs realizó un recorrido aéreo sobre el área afectada y pidió una revisión independiente del manejo del siniestro. Informó que el secretario del Interior, Doug Burgum, se comprometió a realizar dicha investigación.
Este no es un caso aislado. Muchas comunidades indígenas y científicos forestales llevan años pidiendo que las quemas controladas se realicen con mayor supervisión técnica y conciencia de su posible escalamiento. La administración Biden había prometido revisar las prácticas forestales heredadas, pero todavía falta aplicarlas con mayor consistencia.
Un modelo agotado: la infraestructura obsoleta de respuesta a incendios
El sistema de respuesta a incendios forestales en EE. UU. también está bajo presión. Muchos brigadistas enfrentan salarios bajos, condiciones laborales difíciles y una demanda creciente. Según datos del Servicio Forestal de EE. UU., más del 70% de los incendios de gran magnitud ocurridos durante los últimos cinco años han requerido apoyo de múltiples agencias. Sin embargo, el presupuesto federal no ha aumentado al mismo ritmo.
Además, las temporadas de incendios son ahora tan prolongadas que impiden períodos de descanso y rotación adecuados entre brigadistas, lo que lleva a un aumento en casos de agotamiento físico y emocional.
El turismo: víctima secundaria del desastre
El norte del Gran Cañón suele recibir alrededor de 800,000 visitantes al año. Con la entrada norte del parque clausurada y muchas infraestructuras destruidas, analistas turísticos estiman que el estado podría perder entre $60 y $100 millones en ingresos por turismo este verano.
Empresarios locales que dependen del flujo turístico denuncian la falta de una planificación efectiva y de mecanismos de compensación rápidos. “Es devastador”, dijo una operadora de tours en Kaibab Lodge que pidió no ser identificada. “En un año ya difícil por las condiciones económicas, esto es un golpe casi mortal”.
La deuda con nuestras comunidades indígenas
La región norte del Gran Cañón es hogar de varias comunidades originarias, incluidas partes del territorio Havasupai. Estas comunidades han tenido históricamente una relación sostenible con el bosque basada en conocimientos tradicionales, usando el fuego de forma preventiva con técnicas milenarias.
Paradójicamente, su exclusión de procesos de gestión ambiental les ha dejado más expuestos a los efectos de fuegos descontrolados. Muchas voces indígenas han demandado ser incluidas seriamente en las estrategias futuras de manejo del bosque, con respeto y autonomía.
¿Qué se necesita para evitar otro Dragon Bravo?
La catástrofe del Dragon Bravo lanza muchas señales de advertencia. Los incendios continuarán siendo parte del paisaje del Oeste estadounidense, pero su frecuencia y gravedad pueden reducirse con medidas serias:
- Inversión en manejo forestal coherente: incluir técnicas indígenas, usar quemas controladas más responsables y limpiar la vegetación seca con control humano.
- Mejora de infraestructura para brigadistas: aumentar salarios, contratar más personal comprometido por temporada completa, invertir en salud mental.
- Financiamiento para la adaptación comunitaria: usar parte del presupuesto climático federal para reforzar viviendas rurales, actividades turísticas sostenibles y entrenamiento local.
- Política ambiental decidida: abordar el tema del cambio climático desde la raíz, reduciendo emisiones y promoviendo energías renovables.
El momento es ahora: sin más excusas
Las imágenes del Dragon Bravo devorando estructuras centenarias y vastos ecosistemas no pueden ser vistas solo como una tragedia natural. Son un reflejo de la irresponsabilidad acumulada en la forma en que América ha tratado a sus bosques, a sus comunidades y al planeta.
Como expresó el senador Jeff Merkley, miembro clave del Comité de Medio Ambiente del Senado: “Seguimos jugando con fuego mientras el país arde. Es hora de tratar las políticas ambientales como políticas de seguridad nacional.”
La pregunta no es si habrá otro incendio masivo. Es dónde, cuándo… y si estaremos preparados.