El juego económico y geopolítico de Trump en Gaza y con los aranceles

Entre el proteccionismo comercial y la crisis humanitaria en Medio Oriente, la política exterior de Trump está en la mira

Una economía protegida, pero ¿a qué precio?

El expresidente Donald Trump ha anunciado una nueva oleada de aranceles que afectará a importaciones desde la Unión Europea, Japón, Filipinas, Indonesia, Reino Unido y decenas de países más. Las tasas impositivas alcanzan cifras que oscilan entre el 15% y el 50%. Aunque esto se presenta como una herramienta para impulsar la industria nacional y reducir el déficit presupuestario, un análisis del Washington Center for Equitable Growth sugiere que estos aranceles podrían incrementar los costos en fábricas estadounidenses entre un 2% y un 4.5%.

En palabras de Chris Bangert-Drowns, el investigador a cargo del informe, “podría desencadenarse un estancamiento de salarios, despidos e incluso cierres de plantas”. Esta presión es particularmente peligrosa en estados como Michigan y Wisconsin, donde más del 20% del empleo se concentra en industrias expuestas a estos aranceles: manufactura, minería, construcción y mantenimiento energético.

¿Industria tecnológica o trampa multimillonaria?

La IA y la industria tecnológica, sectores considerados prioritarios para el futuro económico estadounidense, no están exentos de impactos. Más del 20% de los componentes requeridos para fabricar dispositivos electrónicos provienen del exterior. Con el alza arancelaria, el precio de consolidar esta industria dentro de Estados Unidos podría ser astronómico.

Por ejemplo, Montana Knife Co., cuyo propietario Josh Smith fue votante de Trump, ahora enfrenta un impuesto adicional de 77,250 dólares en una máquina alemana necesaria para su producción. Smith expresó: “Quiero comprar más equipo y contratar a más personas. Eso es lo que quiero hacer”. Sin embargo, los aranceles están torpedeando esta posibilidad.

El caso del acero: un arma de doble filo

Trump impuso aranceles del 50% al acero y al aluminio. Aunque busca proteger a la industria nacional, empresas como Jordan Manufacturing, que no usan acero extranjero, han visto costes dispararse debido a que las productoras locales, ahora sin competencia, han subido precios entre 5% y 10%. Justin Johnson, presidente de la compañía, lo resume así: “No hay capitalista de sangre roja que no suba sus precios en estas circunstancias”.

La economía frente a la narrativa política

La Casa Blanca insiste en que no hay inflación derivada de los aranceles. Según su Consejo de Asesores Económicos, entre diciembre y mayo recientes, los precios de las importaciones cayeron. No obstante, Ernie Tedeschi, economista de Yale, sostiene que “los precios de importaciones han acelerado claramente en los últimos meses”, contradiciendo el optimismo oficial. De hecho, desde el inicio de los aranceles de abril, se han perdido 14,000 empleos manufactureros en EE.UU.

Según el Budget Lab de Yale, el impacto económico neto por hogar sería una pérdida promedio de $2,400 dólares anuales.

Gaza y el lado humanitario de la política exterior

Más allá de las fronteras comerciales, la administración Trump también enfrenta duras críticas por su respuesta a la crisis humanitaria en Gaza. Más de 39 senadores demócratas, incluyendo figuras prominentes como Chuck Schumer y Adam Schiff, exigen la reanudación de negociaciones de cese al fuego y cuestionan la operatividad de la Fundación Humanitaria de Gaza.

El proyecto, respaldado por el gobierno de Trump y la administración de Netanyahu en Israel, ha sido acusado de agravar la crisis al ineficientemente distribuir la ayuda alimentaria. El senador Brian Schatz fue tajante: “No es creíble que uno de los ejércitos más avanzados del mundo no pueda gestionar logística alimentaria o controlar multitudes”.

Netanyahu y el declive del respaldo estadounidense

Un reciente sondeo de Gallup señala que el apoyo popular en EE.UU. a la acción militar israelí en Gaza ha caído drásticamente: solo un tercio aprueba la operación. Mientras tanto, 52% de los adultos estadounidenses tienen ahora una visión desfavorable de Benjamin Netanyahu, el porcentaje más alto desde que Gallup incluye su figura en encuestas (1997).

Este rechazo es particularmente fuerte entre jóvenes y demócratas: apenas el 8% de estos últimos apoyan las acciones militaristas. En contraste, cerca del 80% de los republicanos siguen respaldando tanto a Netanyahu como a la política exterior de Trump en la región.

El legado de “America First” y sus consecuencias

La visión proteccionista y unilateral de “America First” está empezando a cobrar factura. Aun cuando Trump continúa gozando de una sólida base republicana que apoya sus decisiones en Medio Oriente y comercio exterior, el malestar social y económico comienza a hacerse sentir más allá de líneas partidistas.

El representante republicano John Cornyn destacó en el Senado que “Israel necesita a sus rehenes de vuelta”, pero no articuló ninguna crítica a las consecuencias humanitarias ni al papel de EE.UU. en la región. Por el contrario, incluso figuras como Marjorie Taylor Greene admitieron en redes sociales que “lo que está ocurriendo a personas y niños inocentes en Gaza es horrible. Esta guerra y crisis humanitaria deben terminar”.

Incluso el propio Trump ahora se ha desmarcado ligeramente de Netanyahu al reconocer públicamente la gravedad de la situación humanitaria en Gaza, una grieta inusual dentro de su discurso habitual.

Demografía y polarización: el nuevo campo de batalla electoral

Otra clave en esta historia es cómo la polarización política y la demografía están moldeando la percepción ciudadana. Mientras que su agenda internacional continúa moldeando alianzas e impactos económicos, Trump enfrenta un electorado dividido en líneas generacionales y partidistas. El 90% de los adultos menores de 35 años desaprueba la ofensiva israelí, lo que podría tener consecuencias visibles en las próximas elecciones.

Los votantes más jóvenes ven con mayor recelo el uso de la fuerza y priorizan los esfuerzos humanitarios por sobre el alineamiento ciego con gobiernos extranjeros. Y a pesar del continuo argumento de estabilidad económica, los efectos reales de los aranceles en los bolsillos están hablando más fuerte que cualquier discurso político.

El enfoque de Trump —reforzado por un aparato de alianzas a medida e institucionales con poca transparencia— muestra que su versión de liderazgo enfrenta fisuras cada vez más evidentes. Desde fábricas en Michigan hasta hospitales improvisados en Gaza, los impactos de sus decisiones son múltiples, profundos y no tan fáciles de vender como parte de una “recuperación nacional”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press