Gaza bajo sitio: entre bombardeos, hambre y resistencia

La catastrófica situación humanitaria en Gaza alcanza niveles alarmantes mientras aumentan las cifras de muertos y los bloqueos obstaculizan la ayuda internacional

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Una tragedia en cifras: el costo humano de la guerra

Más de 60,000 palestinos han muerto en los 21 meses de guerra entre Israel y Hamás, según datos del Ministerio de Salud de Gaza. Las cifras son escalofriantes: 60,034 muertos y 145,870 heridos desde el inicio del conflicto, el 7 de octubre de 2023. Aunque el ministerio no distingue entre civiles y combatientes, ha declarado que mujeres y niños representan cerca de la mitad de las víctimas.

El conflicto desencadenado por el ataque de Hamás en octubre de 2023, donde murieron 1,200 personas y se secuestraron 251 israelíes, ha derivado en una ofensiva militar israelí sin precedentes. El resultado: un 90% de la población desplazada y una catástrofe humanitaria de proporciones históricas, con la ONU advirtiendo de una inminente hambruna.

Bombardeos constantes y civiles en la mira

En las últimas 24 horas, al menos 77 palestinos murieron, más de la mitad mientras intentaban acceder a ayuda humanitaria, informaron hospitales locales. Un solo incidente, relacionado con la distribución de alimentos en el sur de Gaza, dejó 58 muertos por disparos, muchos alrededor de un convoy de ayuda respaldado por Israel y EE.UU. Otro ataque aéreo en Nusairat impactó directamente en tiendas de desplazados, asesinando a 30 personas, incluidos 12 niños.

Israel sostiene que trata de minimizar daños colaterales y que tiene como objetivo exclusivo a combatientes. No obstante, la organización de derechos humanos Human Rights Watch ha documentado numerosas violaciones a los derechos internacionales humanitarios por parte del Estado israelí durante la ofensiva.

“No es una política de hambre”: Israel rechaza acusaciones

El canciller israelí, Gideon Saar, rechazó las acusaciones de la comunidad internacional sobre una supuesta “política de hambre”, calificando la narrativa como una “campaña distorsionada” que socava la búsqueda de un alto el fuego. Mientras tanto, EE.UU. e Israel han retirado a sus equipos de negociación, estancando cualquier posible avance en las conversaciones de paz.

La falta de voluntad política y la intensificación de acciones militares indican un conflicto congelado en el tiempo, donde las consecuencias humanas parecen progresivamente ignoradas.

Una catástrofe humanitaria sin precedentes modernos

Desde marzo de 2024, Israel impuso un bloqueo total de 2 meses y medio, bloqueando la entrada de alimentos, medicinas o combustible. Aunque esta restricción se alivió parcialmente en mayo, la ONU afirma que la ayuda que ha llegado es “radicalmente insuficiente”. La desintegración del orden civil, la inseguridad y las restricciones israelíes dificultan su distribución.

Paralelamente, el sistema de salud ha sido prácticamente devastado. Varios hospitales han cerrado, y muchos apenas pueden operar con los recursos mínimos para atender a las constantes oleadas de heridos. Según la OMS, más de 60 personas han muerto solo este mes por causas relacionadas con la desnutrición, incluidos 24 niños menores de cinco años.

Hambre como arma de guerra

La organización Integrated Food Security Phase Classification (IPC) reveló que Gaza ha estado al borde de la hambruna durante los últimos dos años, pero los recientes acontecimientos han “empeorado dramáticamente” la situación. El hambre extrema está cobrando vidas por infecciones comunes y lesiones menores, enfermedades ante las cuales los cuerpos debilitados ya no pueden luchar.

La tendencia a castigar a una población entera por las acciones de un grupo armado plantea preguntas éticas y jurídicas de peso. Expertos del Comité Internacional de la Cruz Roja advierten que impedir el acceso a alimentos y asistencia médica puede constituir crímenes de guerra si se demuestra un patrón sistemático.

Fronteras, disparos y control de la ayuda

Los convoyes humanitarios también se han convertido en focos de violencia. A menudo, las fuerzas israelíes disparan tiros de advertencia —algunas veces letales— para dispersar a multitudes hambrientas. El sistema alternativo de ayuda, implementado por contratistas estadounidenses y respaldado por Israel, ha sido calificado de “violento e ineficaz” por múltiples ONG internacionales.

Más allá del hambre, los disparos a civiles en busca de alimentos plantean graves violaciones del derecho internacional. “Es completamente inaceptable desde una perspectiva humanitaria y legal”, dijo el relator especial de la ONU para los Territorios Palestinos Ocupados, Francesca Albanese.

Bajo escombros y entre tiendas quemadas: la vida entre ruinas

La ciudad de Khan Younis, Muwasi y otras zonas de la franja parecen ahora paisajes post-apocalípticos. Las casas convertidas en polvaredas, las tiendas de campaña ahora marcadas por impactos de misiles y las calles convertidas en cementerios improvisados. Aun así, la vida persiste. Grupos de voluntarios se organizan para repartir alimentos, medicamentos y para rescatar sobrevivientes entre los escombros.

La resistencia no solo es armada. Reside en la niñez que sigue aprendiendo a leer entre bombardeos, en las madres que insisten en alimentar a sus hijos con lo poco que queda, en los médicos que operan sin anestesia, entre velas y baterías agotadas.

¿Dónde está la comunidad internacional?

La inacción internacional despierta indignación en organizaciones de derechos humanos. “La retórica no salva vidas”, advirtió Agnes Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional. El Consejo de Seguridad de la ONU ha emitido múltiples declaraciones, pero carece de una acción vinculante concreta para el cese inmediato de hostilidades.

El Secretario General de la ONU, António Guterres, ha insistido: “Gaza se ha convertido en una tumba para principios del derecho humanitario”. Pero las declaraciones parecen ser absorbidas por el ruido de las bombas y el zumbido de los drones militares.

El gran dilema: ¿es posible una solución?

La historia parece repetirse. Gaza, ya antes una de las regiones más densamente pobladas del planeta y bajo bloqueo desde 2007, lleva años siendo el epicentro de tragedias cíclicas que apenas se registran por minutos en los noticieros mundiales.

El mayor enemigo de la paz, según analistas, no es solo la violencia, sino la deshumanización del otro. Y mientras se hable de “daños colaterales” y no de nombres, de familias completas, de sueños truncados —seguirán las guerras sin memoria.

¿Y después qué?

El futuro de Gaza y de toda la región depende, en parte, de actores internacionales. Sin embargo, cada día que pasa sin un alto el fuego, sin el restablecimiento del suministro humanitario, es un día más en que se apaga la esperanza.

Como dijo un joven gazatí en redes sociales, mientras grababa entre ruinas: "No tenemos mañana, pero hoy estamos vivos. Y eso basta para seguir resistiendo".

Este artículo fue redactado con información de Associated Press