La cultura yak en peligro: entre el cambio climático y una juventud que da la espalda a la tradición

El pastoreo de yaks en Ladakh es una forma de vida milenaria que hoy enfrenta su mayor amenaza: el calentamiento global y la migración de las nuevas generaciones hacia trabajos modernos

Un estilo de vida ancestral entre las montañas del Himalaya

En los vastos y remotos paisajes del Himalaya indio, especialmente en la región de Ladakh, una cultura milenaria lucha contra la irreversibilidad del cambio climático y las transformaciones sociales modernas. Hablamos de la vida de los changpa, un pueblo nómada dedicado al pastoreo de yaks, esos animales robustos y peludos que han cohabitado con el ser humano durante siglos a altitudes superiores a los 3.000 metros.

Pero esa conexión profunda con la naturaleza, que ha sido el sostén económico y cultural de generaciones, enfrenta hoy una amenaza existencial: el cambio climático está erosionando las condiciones naturales necesarias para la vida de estos animales, y el trabajo de pastoreo ya no seduce a las nuevas generaciones.

Sube la temperatura, mengua la nieve

Según datos recopilados por el International Centre for Integrated Mountain Development, la región de Ladakh ha experimentado un aumento promedio de 3 °C en los últimos 40 años. Este incremento de temperatura no solo afecta a los pastores, sino que también transforma los ecosistemas locales: la vegetación nativa que sustentaba a los yaks está siendo reemplazada por arbustos y malas hierbas menos nutritivas.

La pastora Tsering Dolma, de 32 años, resume en pocas palabras esta lenta devastación ambiental: "Antes, nevaba mucho. Ahora todo es más seco, las lluvias son impredecibles y hay menos hierba para los yaks". Sus palabras son reafirmadas por científicos y expertos ganaderos que han observado cómo las condiciones climáticas extremas y la reducción del agua disponible están debilitando a estos animales, haciéndolos más susceptibles a enfermedades.

Un descenso alarmante en la población de yaks

Los datos hablan con claridad: en 2012 había cerca de 34.000 yaks en Ladakh. En 2019, la cifra cayó a menos de 20.000, de acuerdo con estimaciones gubernamentales. Aunque todavía hay millones de yaks en todo el mundo —especialmente en regiones de Nepal, Bután y el Tíbet—, la vulnerabilidad de Ladakh frente al cambio climático es mayor debido a su altitud, su escasa población y su ecosistema frágil.

La reducción en la población de yaks está vinculada directamente a la disminución de áreas de pastoreo, enfermedades nuevas provocadas por el calor, y a la migración de jóvenes hacia trabajos más urbanos y modernos.

La herencia de las mujeres changpa

En esta lucha diaria por preservar el conocimiento ancestral, las mujeres juegan un papel fundamental. Ejemplos como el de Kunzias Dolma, de 73 años, muestran el compromiso de generaciones enteras: "Nos levantamos a las 5 a.m. para ordeñar, hacer mantequilla, queso y luego seguimos con el tejido."

Su trabajo va más allá de la ganadería: producen tejidos con la lana del yak, mantequilla, carne y hasta abono con el estiércol. Todo se utiliza. Esta economía circular se transmite por vía oral, empírica y mediante el ejemplo, pero hoy peligra al no encontrar herederos dispuestos a continuarla.

El éxodo rural y el atractivo de nuevas oportunidades

Los jóvenes ya no quieren hacer este trabajo”, lamenta Thering Norphel, un ex pastor. “Se van a trabajar al ejército o buscan empleos mejor remunerados en el turismo o el Estado”.

Ladakh se ha convertido en los últimos años en un destino turístico en auge, famoso por sus monasterios budistas y senderos de alta montaña. Las carreteras mejoradas y un aumento en la infraestructura hotelera han abierto nuevas oportunidades laborales, muchas de ellas más estables y menos exigentes físicamente que la ganadería nómada.

Productos de alto valor olvidados

El yak no es solo alimento. Su lana, especialmente la de los terneros, es tan suave como el cachemir y altamente valiosa en el mercado internacional de moda sostenible. Sin embargo, la falta de infraestructura, marketing y una red de distribución sólida mantiene estos productos fuera del radar de las grandes marcas.

Con inversión y promoción, Ladakh podría posicionarse como un productor premium”, afirma Stanzin Rabgais, responsable gubernamental de ganadería. Según él, una posible estrategia para salvar la cultura del yak es convertir los productos derivados en marcas comerciales reconocidas y repartir los beneficios entre comunidades nómadas.

Consecuencias ecológicas de abandonar el pastoreo

Tashi Dorji, especialista en ecosistemas de montaña, lo resume sin rodeos: “Si los pastores desaparecen, el ecosistema colapsa”. ¿Por qué? Porque los yaks y sus cuidadores cumplen un rol crucial: reducen la expansión de especies invasoras, permiten la aireación natural del suelo, cuidan la biodiversidad local y sus movimientos ayudan a distribuir semillas a lo largo de miles de kilómetros.

La fauna salvaje de Ladakh —el leopardo de las nieves, la oveja azul, el zorro rojo— también depende en parte del equilibrio de estos ecosistemas de alta montaña.

La resiliencia aún vive en algunos jóvenes

Sin embargo, no todo está perdido. Punchuk Namdol, un joven de 32 años, decidió continuar con la vida de sus padres. “Alguien tiene que cuidar a los yaks”, dice. Aunque reconoce las dificultades, se esfuerza por mantener viva la tradición y al mismo tiempo sueña con ingresos más dignos y un mayor reconocimiento.

Su ejemplo es esperanzador. Si se combinan programas públicos de apoyo, incentivos para permanecer en el campo y formación técnica, el pastoreo de yaks podría adaptarse a los tiempos actuales sin desaparecer por completo.

Una cultura que lucha por no extinguirse

El mensaje de alerta de los changpa es claro: están en la primera línea del frente climático y no pueden luchar solos. Preservar su forma de vida no es solo un deber moral, es también una cuestión estratégica para la conservación del Himalaya como uno de los ecosistemas más vulnerables del planeta.

En palabras de Dorji: “Esto no se trata solo de animales. Es el tejido cultural y ecológico de toda una región el que podría deshilacharse si ignoramos esta crisis.”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press