La tragedia que sacudió al NFL: un tiroteo revela las brechas de seguridad y salud mental en el deporte
La violencia alcanzó el corazón del fútbol americano profesional en Nueva York, y deja preguntas urgentes sobre el acceso a oficinas, la atención médica post carrera y el estigma sobre la salud mental en atletas
Un día trágico en el epicentro del fútbol americano
El pasado lunes, el corazón de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL, por sus siglas en inglés) en Nueva York se estremeció por un tiroteo que dejó cuatro muertos y varios heridos. El atacante, identificado como Shane Tamura, tenía como objetivo presunto las oficinas centrales de la NFL ubicadas en 345 Park Ave, sin embargo, tras tomar el elevador equivocado, irrumpió en pisos no relacionados directamente con la institución.
Entre las víctimas se encontraba Didarul Islam, un ex oficial de policía neoyorquino de origen bangladesí que trabajaba como guardia de seguridad. Su acto heroico contuvo parcialmente al atacante y salvó vidas, aunque perdió la suya en el intento. La noticia sembró una ola de consternación entre jugadores, técnicos y ejecutivos de toda la liga.
La respuesta inmediata de la NFL y sus figuras
El Comisionado de la NFL, Roger Goodell, emitió un comunicado donde confirmó que un empleado de la liga resultó gravemente herido pero se encontraba estable. Además, ordenó que los empleados trabajaran desde casa el día martes y reforzó las medidas de seguridad en todas las instalaciones.
“Cada uno de ustedes es un miembro valioso de la familia NFL. Superaremos esto juntos”, dijo Goodell, quien también elogió la reacción de las autoridades y, especialmente, el gesto de valentía de Islam.
Los entrenadores Brian Daboll (Giants), Aaron Glenn (Jets) y Raheem Morris (Falcons) comenzaron sus conferencias mencionando la tragedia. “Hay que mantener la perspectiva: la vida va más allá del fútbol”, dijo el head coach de los Chicago Bears, Ben Johnson.
El atacante: ¿una víctima más del olvido post carrera?
Las autoridades investigan un motivo que ha encendido luces rojas en toda la comunidad deportiva: el atacante tenía un historial de enfermedades mentales y dejó un escrito denunciando aparentes padecimientos de encefalopatía traumática crónica (CTE), una enfermedad degenerativa que afecta al cerebro tras repetidos traumatismos craneales.
La CTE solo puede diagnosticarse post mortem, pero ha sido identificada en numerosas autopsias de ex jugadores de fútbol americano. Casos mediáticos como los de Aaron Hernandez o Junior Seau han mostrado cuán profundo puede impactar esta patología en el comportamiento humano.
Aunque Tamura nunca llegó a jugar en la NFL, sí formó parte de equipos colegiales en California, deporte en que los golpes son también constantes. Su carta —aunque disparatada y confusa— hablaba de negligencia médica y de una falta de respuesta institucional a sus padecimientos.
Salud mental: un pilar ignorado en el deporte de alto rendimiento
No son pocos los jugadores actuales que han comenzado a alzar la voz sobre la importancia de cuidar la salud mental junto a la física. Jeffery Simmons, tres veces All Pro con los Tennessee Titans, se expresó al respecto: “Uno nunca sabe cuándo puede ser el último día de alguien en este edificio. Hay que tratar a todos con respeto y cuidado”.
La NFL ha implementado protocolos y asistencia profesional, pero muchos los consideran insuficientes o con un sesgo reactivo más que preventivo. A esto se suma el fuerte estigma entre los jugadores que luchan por no parecer “débiles” cuando sienten ansiedad, depresión o paranoia.
¿Se están haciendo suficientes esfuerzos para prevenir tragedias?
Los recientes hechos han puesto en jaque la política de seguridad en edificios vinculados con grandes instituciones deportivas. ¿Cómo es posible que alguien con historial de enfermedad mental accediera armado al lobby de una torre que alberga oficinas de la NFL?
La falta de filtros de seguridad física y digital —como protocolos biométricos, controles previos o personal entrenado en identificación de amenazas— quedó en evidencia. “No es solo un tema de puertas blindadas o cámaras; se trata de saber anticipar conductas de riesgo”, señaló un experto en protección de celebridades entrevistado por ESPN.
La NFL y el eterno dilema del CTE
Desde 2009, la NFL ha enfrentado múltiples demandas relacionadas al CTE. En 2016, se llegó a uno de los acuerdos más importantes judicialmente hablando: más de mil millones de dólares destinados a indemnizar a exjugadores con condiciones neurológicas ligadas a traumatismos sufridos en el campo.
No obstante, muchos critican que la relación entre la liga y la medicina especializada sigue siendo conflictiva. Documentales como “League of Denial” de PBS o películas como “Concussion” protagonizada por Will Smith, expusieron cómo durante años la liga minimizó el vínculo entre colisiones y enfermedades neurológicas.
Reacciones que reflejan humanidad, pero necesitan traducirse en cambios
La oleada de reacciones tras el tiroteo dejó mensajes emotivos. “Hay demasiada violencia, debemos promover la paz”, declaró Andy Reid, entrenador de los Kansas City Chiefs. Por su parte, Dee Haslam, co-propietaria de los Browns, ofreció un minuto de respeto antes de iniciar el campamento de entrenamiento.
Las declaraciones invitan a la reflexión. Pero si estas tragedias no se traducen en protocolos robustos, mayores fondos para salud mental, control logístico y apoyo post carrera, quedarán como palabras que pronto serán sepultadas en medio de la vorágine mediática deportiva.
¿Qué se puede hacer desde ya?
Especialistas y asociaciones de jugadores coinciden en una serie de medidas urgentes:
- Revisión de protocolos de acceso a edificios de alto perfil relacionados con la NFL.
- Ampliación del acompañamiento psicológico dentro y fuera de temporada.
- Evaluación médica regular y seguimiento a jugadores retirados.
- Trabajo conjunto con organismos civiles especializados en violencia por enfermedades mentales para entrenar a personal de seguridad y staff.
- Sanciones severas contra negligencias evidentes en el deber de cuidado institucional pos profesional.
Una herida abierta, un llamado urgente
La pérdida de vidas humanas en un contexto vinculado a uno de los deportes más influyentes de Estados Unidos confirma una verdad ineludible: el entretenimiento no puede ir por delante de la salud y la seguridad. La NFL tiene recursos, visibilidad y responsabilidad para ser modelo de cómo afrontar problemas estructurales que han sido ignorados por décadas.
Que la muerte de Didarul Islam y los heridos de este incidente no sean una estadística más. Que el deporte, por una vez, no solo emocione en touchdowns, sino también genere un cambio real y necesario.