Union Pacific y Norfolk Southern: ¿Hacia el nacimiento del primer ferrocarril transcontinental moderno de EE. UU.?

Una fusión valorada en $85 mil millones podría alterar radicalmente el panorama ferroviario de Norteamérica y avivar una nueva ola de consolidaciones empresariales

Una propuesta colosal con implicaciones históricas

La posible fusión entre dos gigantes del transporte ferroviario, Union Pacific y Norfolk Southern, por un valor estimado de $85 mil millones, podría desencadenar la última gran ola de consolidaciones en la industria ferroviaria estadounidense. En caso de concretarse, daría nacimiento al primer ferrocarril moderno en cubrir de costa a costa en Estados Unidos, posicionando a la compañía resultante con un valor superior a los $200 mil millones.

La operación uniría la extensa red del oeste del país de Union Pacific con los corredores del este controlados por Norfolk Southern, lo cual permitiría una integración más eficiente en la cadena logística de productos, materias primas y mercancías en general. Pero este ambicioso objetivo no está libre de obstáculos regulatorios ni de implicaciones económicas a largo plazo.

Una historia de consolidaciones ferroviarias

Para entender el peso de este movimiento, es necesario mirar atrás. Desde los años 80, el sistema ferroviario estadounidense ha sido testigo de una fuerte concentración empresarial. A principios de esa década existían más de 30 grandes compañías ferroviarias de carga en EE. UU. Hoy solo quedan seis actores principales que manejan la mayoría de los envíos del país.

Entre estas seis están Union Pacific, Norfolk Southern, BNSF Railway (propiedad de Berkshire Hathaway), CSX, Canadian National y la reciente fusión que dio lugar a Canadian Pacific Kansas City (CPKC), aprobada hace dos años por el Surface Transportation Board (STB), el organismo regulador que enfrenta ahora el desafío de evaluar esta nueva megafusión.

Los detalles de la oferta: ¿una jugada agresiva?

Union Pacific ha propuesto una oferta mixta a los accionistas de Norfolk Southern: una acción de UP + $88.82 en efectivo por cada título de NS. Esto eleva el valor de cada acción de Norfolk Southern a aproximadamente $320, lo que representa una prima considerable con respecto a su valor anterior a los rumores de fusión (unos $260).

Las acciones de Union Pacific subieron cerca de un 2% tras el anuncio, reflejando el optimismo del mercado, mientras que las de Norfolk Southern bajaron en la misma proporción, posiblemente debido a dudas sobre la aprobación regulatoria.

Reacciones: ¿es realmente beneficiosa esta fusión?

El CEO de Union Pacific, Jim Vena, ha argumentado que esta unión permitiría reducir costos, agilizar entregas y eliminar la necesidad de traspasos intermedios entre empresas en el corazón del país. Según Vena:

"Los ferrocarriles han sido parte fundamental de la construcción de América desde la Revolución Industrial, y esta transacción es el siguiente paso para avanzar en la industria".

En teoría, materiales como madera del noroeste del Pacífico, plásticos del golfo de México y acero de Pittsburgh podrían enviarse directa y eficientemente a su destino sin traspasos, haciendo del ferrocarril una alternativa aún más competitiva frente al transporte por carretera o aire.

El desafío regulatorio: el fantasma del pasado

La reciente aprobación de la fusión entre Canadian Pacific y Kansas City Southern por parte del STB en 2023 podría sentar un precedente favorable. Sin embargo, aquella operación fusionó las dos empresas más pequeñas del sector y fue percibida como una mejora para el comercio norteamericano, especialmente entre México, Canadá y EE. UU. La situación con Union Pacific y Norfolk Southern es diferente: ambas están entre las cuatro principales.

Los recuerdos aún frescos de desastres logísticos tras la fusión de Union Pacific con Southern Pacific en 1996 o el reparto conflictivo de Conrail entre Norfolk Southern y CSX en 1999, podrían hacer que los reguladores piensen dos veces antes de dar el visto bueno.

¿Se viene otra ola de fusiones?

Si el STB aprueba la fusión, las demás empresas podrían verse obligadas a reaccionar. En especial BNSF y CSX sentirán la presión de unirse para poder competir. Y con Warren Buffett al mando financiero de BNSF (es propiedad de Berkshire Hathaway, que acumula más de $348 mil millones en efectivo), podría haber otra fusión gigantesca en el horizonte.

Aunque Buffett negó recientemente estar en conversaciones con asesores financieros como Goldman Sachs, la historia muestra que el “Oráculo de Omaha” prefiere actuar sin intermediarios. Fue así como compró BNSF en 2009 por $26.3 mil millones, tras una reunión privada con su CEO.

Ventajas competitivas post-fusión

Una vez unidas, Union Pacific y Norfolk Southern ya no tendrán que realizar intercambios en el centro del país, evitando los cuellos de botella logísticos. Obtendrán así ventaja operativa frente a empresas que aún deban compartir corredores y centros de distribución.

A eso se suma que el transporte ferroviario es menos contaminante y más eficiente en el consumo energético comparado con camiones. En una era de conciencia ambiental y eficiencia en la cadena de suministros, un sistema transcontinental plenamente integrado podría redefinir la logística nacional.

Posibles consecuencias negativas

No obstante, no todo es optimismo. Las consolidaciones pasadas generaron problemas significativos: retrasos, sobrecargas, despidos y menor competencia. De hecho, uno de los argumentos contra esta fusión es el temor a la creación de un duopolio. Si dos superempresas controlan todas las rutas de costa a costa, podrían fijar precios, reducir inversiones en infraestructura y ralentizar innovaciones.

Además, los sindicatos ferroviarios y algunos grandes cargadores podrían oponerse si creen que perderán poder de negociación. Este balance entre eficiencia y competencia es lo que el STB deberá considerar con lupa.

¿Y si los canadienses intervienen?

Los otros dos gigantes del sector, Canadian National (CN) y CPKC, podrían sentirse provocados. El primero ya intentó anteriormente expandirse en EE. UU. y podría participar en futuras adquisiciones para evitar quedarse atrás. Las ramificaciones geopolíticas también entrarían en juego, con implicaciones para el tratado comercial USMCA.

¿Qué pasos siguen?

Las compañías aseguran que presentarán su solicitud oficial a la STB dentro de los próximos seis meses. Si el proceso sigue un curso normal, la aprobación podría llegar recién para 2027. Hasta entonces, el sector ferroviario vivirá en expectativa, analizando cómo esta operación moldeará su futuro.

Un dato curioso: la operación propuesta supera en valor a la fusión previamente récord del sector ferroviario —la mencionada compra de Kansas City Southern por CPKC fue de $31 mil millones—, reafirmando que lo que se está negociando no es solamente un negocio, sino un rediseño estructural de cómo se mueve la economía de un continente.

¿Estamos frente a un nuevo ciclo dorado para los ferrocarriles o a las puertas de una monopolización con consecuencias imprevisibles? Las próximas decisiones del STB lo definirán.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press