¿Y si hablamos como adultos? El ambicioso giro de C-SPAN para curar la polarización política
Con el estreno de 'CeaseFire', C-SPAN y Dasha Burns apuestan por el diálogo civilizado para superar el ruido partidista
Por años, la televisión política en Estados Unidos se alimentó del conflicto. Gritos, interrupciones, insultos entre panelistas y un espacio donde prevalecía el espectáculo sobre la sustancia. Programas como Crossfire catapultaron este estilo, convirtiendo el debate político en una especie de coliseo mediático. Sin embargo, una nueva propuesta promete cambiar el tono del diálogo nacional.
Un cambio necesario: de Crossfire a CeaseFire
Sam Feist, exproductor del infame Crossfire de CNN y actual CEO de C-SPAN, estará al mando de CeaseFire, un nuevo programa ideado no para confrontar, sino para reconciliar. Feist, quien antes promovía el choque ideológico entre conservadores y progresistas en pantalla, ahora busca revertir esa fórmula.
“Al final del día, los estadounidenses —y los miembros del Congreso— están de acuerdo en más cosas de las que pensamos”, aseguró. “Simplemente no lo vemos en televisión”.
CeaseFire será conducido por Dasha Burns, periodista destacada de Politico y corresponsal principal de la Casa Blanca. Ella mantendrá sus roles actuales mientras conduce el nuevo espacio. La premisa del programa: sentar frente a frente a figuras ideológicamente opuestas para encontrar puntos en común.
La televisión como espejo deformado de la política
Feist reconoce la evolución de la televisión política desde los años ochenta hasta hoy. “Crossfire” debutó en 1982 con el formato clásico de liberal vs. conservador abordando temas polémicos, y pronto se convirtió en el molde para decenas de programas similares. Pero el momento decisivo fue en 2004, cuando el comediante Jon Stewart apareció en el programa y lo desmanteló en vivo, acusando a los conductores Paul Begala y Tucker Carlson de “dañar a Estados Unidos” con su estilo confrontacional.
Pocas semanas después, CNN canceló el show. Begala luego calificaría esa aparición como una “destripada” que marcó el declive del formato original de Crossfire.
Dasha Burns: una periodista que apuesta por conversar
Elegida por su estilo conversacional y su enfoque no partidista, Dasha Burns representa el alma de CeaseFire. “Se ha vuelto adictivo este choque constante. Pero también creo que hay un anhelo secreto en muchas personas por otro tipo de contenido”, dijo Burns en una entrevista reciente. “Mi estilo de moderación tiende a ser personal y con sentido del humor, pero quiero sacar a los invitados de su zona de confort sin llegar al enfrentamiento”.
Burns no es ajena al terreno minado de la política estadounidense. Además de cubrir la Casa Blanca, escribe para Playbook, la principal newsletter política de Politico. Su perfil ha sido elogiado por su capacidad de equilibrar cobertura dura con empatía.
¿Amigos en la otra bancada? Más de lo que creemos
Una de las grandes revelaciones para Feist desde que tomó las riendas de C-SPAN fue cuántos legisladores tienen “amigos del otro partido”. “He hablado con más de 100 miembros del Congreso, y todos —sin excepción— me dijeron el nombre de un colega opuesto con el que disfrutan pasar tiempo”, confesó el productor.
Su esperanza es que estos lazos de camaradería escondidos se hagan visibles en CeaseFire. Si la mitad de esas parejas decide aparecer en el programa, Feist asegura tener contenido para un año entero.
Los peligros de la adicción al conflicto
La polarización ha sido rentable para la industria mediática. Un estudio del Pew Research Center encontró que en 2022, el 61% de los estadounidenses se sentía agotado por el constante ciclo de noticias negativas y divisivas. Aun así, los programas de opinión partidista continúan liderando en ratings. ¿Por qué?
Según Burns, existe una especie de “subidón de azúcar” generado por el conflicto. “Es instantáneo. Produce reacciones fuertes. Pero después deja un vacío”, afirma.
Este fenómeno se traduce en una desconexión entre la forma en la que los ciudadanos viven la política y la manera en la que esta se presenta en pantalla. CeaseFire busca cerrar ese abismo.
El rol de C-SPAN en la era de la conversación
Históricamente, C-SPAN ha sido percibido como una alternativa sobria y objetiva dentro del espectro mediático. Sin cortes comerciales, sin comentaristas estridentes y sin gráficos llamativos, transmite sesiones legislativas, audiencias judiciales y eventos políticos en vivo y sin filtros. Una visión más “cruda” de la democracia en acción.
El problema es qué hacer cuando el Congreso no está en sesión. Feist ha reconocido que una franja considerable de la programación nocturna y de fin de semana está subutilizada. CeaseFire también responde a la necesidad de llenar esos espacios con contenido original que se alinee con los valores de la red.
No más guerra: el lenguaje importa
El propio nombre del programa, CeaseFire (“Alto al fuego”), es una declaración de principios. Lejos de los términos bélicos habituales en los debates políticos —batalla ideológica, ataque, victoria, derrota—, el programa apuesta por desmilitarizar el discurso y buscar el terreno común.
Es un reto sustancioso porque implica contradecir prácticas enraizadas en la televisión y la comunicación política. Pero también representa una oportunidad crucial en tiempos de desinformación, radicalización y desconfianza generalizada hacia las instituciones.
¿Puede tener éxito una televisión menos ruidosa?
El reto para CeaseFire es demostrar que un formato de conversación respetuosa puede competir en el ecosistema audiovisual contemporáneo. Según Nielsen, en 2023 los programas con mayor audiencia en EE.UU. fueron aquellos con perfiles altamente partidistas —como Tucker Carlson Tonight o The Rachel Maddow Show—, lo que sugiere que el público aún favorece las trincheras ideológicas.
Sin embargo, hay señales de cambio. La creciente popularidad de formatos de conversación pausada como los pódcast de Ezra Klein o Sam Harris revela un segmento de la población que valora la profundidad sobre el espectáculo.
“CeaseFire tiene la oportunidad de convertirse en un distintivo de la programación política inteligente”, opina Jennifer Stromer-Galley, experta en comunicación política de la Universidad de Syracuse. “Podría ofrecer un modelo para una televisión política más sana”.
¿Un nuevo ideal para el periodismo político?
El hecho de que un programa como CeaseFire vea la luz refleja también un aparente cambio en la forma en que entendemos el periodismo político. Lejos de fungir como árbitros de pelea, presentadores como Dasha Burns buscan facilitar el diálogo.
“No se trata de suavizar los conflictos ni de pintar una falsa armonía”, señala Burns. “Se trata de mostrar que aún es posible discutir sin destruir al otro”.
En tiempos donde la desconfianza mediática alcanza picos históricos —solo un 34% de los estadounidenses confía en las noticias, según Gallup— propuestas como esta pueden contribuir a restaurar el vínculo entre prensa, ciudadanía y poder político.
En busca del “rating de la civilidad”
Será interesante ver qué tipo de audiencia reúne CeaseFire y si logra consolidarse como un producto de referencia. Aún no se ha confirmado su fecha de estreno ni la lista de primeros invitados, aunque Feist dijo que planea arrancar con figuras que ya han mostrado afinidad mutua a pesar de sus posturas divergentes.
En un momento donde los algoritmos priorizan lo polémico y la viralidad lo agresivo, CeaseFire apuesta por lo contracultural: la conversación como puente, no como trinchera.
Y tal vez, solo tal vez, estemos listos para escucharnos de nuevo.