Côte d'Ivoire y el retorno silencioso del autoritarismo: ¿qué pasa con la democracia en África Occidental?
La candidatura de Alassane Ouattara a un cuarto mandato presidencial reaviva el debate sobre el debilitamiento democrático en África Occidental, mientras el descontento popular se mezcla con la represión y el autoritarismo constitucional.
Una repetición de la historia: Ouattara vuelve al ruedo
La reciente decisión del presidente de Costa de Marfil, Alassane Ouattara, de postularse para un cuarto mandato presidencial ha generado alarma tanto dentro como fuera del país. Una nación que décadas atrás sufrió el azote de guerras civiles parece estar entrando nuevamente en territorio incierto. Lo que en 2016 fue presentado como una "modernización constitucional" ha terminado por convertirse en una apertura para mantenerse indefinidamente en el poder.
Ouattara, de 83 años, justifica su continuidad por los "desafíos económicos y de seguridad sin precedentes" que enfrenta el país. Pero muchos analistas apuntan a que los motivos son más políticos que patrióticos. En tanto, opositores clave han sido descalificados, como el ex CEO de Credit Suisse, Tidjane Thiam, lo que deja poca competencia real en las urnas.
El patrón regional: poder prolongado bajo ropajes democráticos
La situación en Costa de Marfil no es un caso aislado. En la última década, África Occidental y Central ha sido testigo de un fenómeno preocupante: presidentes modificando leyes para burlar los límites de mandato y cooptar el aparato institucional. Faure Gnassingbé en Togo lo hizo al reformar el sistema presidencial y crear un nuevo cargo altamente poderoso. En Camerún, Paul Biya permanece en el poder desde 1982 y podría buscar un octavo mandato. En la República Centroafricana, Faustin Touadera también busca un tercer periodo rodeado de controversia constitucional.
Al igual que estos líderes, Ouattara se encuentra navegando las aguas del autoritarismo disfrazado de democracia. Según Ibrahim Anoba, analista de Atlas Network, “estamos presenciando un retorno a la ‘vieja guardia’, donde los líderes no quieren soltar el poder, ya sea con uniforme militar o traje y corbata”.
Una región en crisis democrática: 8 golpes de Estado desde 2020
Los síntomas de este mal democrático son evidentes: ocho golpes de Estado se han registrado desde 2020 en países como Mali, Guinea, Chad y Burkina Faso. Estas asonadas militares emplean como justificación la corrupción y falta de legitimidad democrática de gobiernos civiles que, irónicamente, llegaron por vía electoral pero se mantuvieron mediante artimañas. Y esto ha provocado el declive de confianza de los ciudadanos en el sistema democrático.
En palabras de Beverly Ochieng, analista senior de Control Risks, “las elecciones en África Occidental están siendo utilizadas para consolidar aún más el poder de los incumbentes, no para garantizar una competencia limpia”.
Represión y oposición sofocada: ¿puede sobrevivir la protesta?
La represión a la protesta ciudadana se ha intensificado en Costa de Marfil. Marchas opositoras han sido disueltas y organizadores detenidos bajo cargos como alteración del orden público. Según Human Rights Watch, los derechos de reunión y expresión se han visto gravemente vulnerados desde 2020, y el ascenso de Ouattara a un cuarto mandato podría exacerbar aún más esta tendencia.
Durante las violentas elecciones en 2010-2011, Costa de Marfil experimentó una guerra civil que cobró la vida de 3,000 personas, cuando el entonces presidente Laurent Gbagbo se negó a aceptar su derrota ante Ouattara. Aunque desde entonces el país ha sido percibido como un bastión de estabilidad, los destellos autocráticos actuales hacen temer que la historia pueda repetirse.
El papel de las instituciones: ¿jueces u obedientes?
Pese a ser considerada una democracia estable, la realidad muestra un aparato institucional cooptado. El Consejo Constitucional, encargado de validar candidaturas y resultados electorales, ha sido acusado de favorecer decisiones que benefician al oficialismo. La descalificación de candidatos opositores refuerza la idea de que las reglas del juego democrático están manipuladas para perpetuar el poder del régimen actual.
ECOWAS: ¿obsoleta o en transición?
El bloque regional ECOWAS (Comunidad Económica de Estados de África Occidental) ha enfrentado grandes desafíos para mantener la estabilidad en la región. Dividido por intereses políticos y militares, ha sido incapaz de formular respuestas contundentes frente a la ola de autoritarismos y golpes de Estado. Países como Mali, Burkina Faso y Níger han amenazado con abandonar el bloque, debilitando aún más su legitimidad.
La falta de alineación entre las democracias tradicionales y las nuevas juntas militares descompone una estructura regional que durante años apostó por la integración política y económica a través de principios democráticos.
Democracia en desacuerdo: cifras y percepciones
Según el Afrobarómetro de 2022, solo el 43% de los ciudadanos en África Occidental confían en que sus países practiquen elecciones libres y justas. Asimismo, el desencanto con las instituciones ha incrementado el apoyo a regímenes militares en países como Malí, donde más del 60% aprueba el gobierno militar actual por considerarlo más "eficiente".
Este contexto sociopolítico ha generado un círculo vicioso en el que la debilidad de la democracia da pie a regímenes autoritarios que, a su vez, aumentan el desencanto ciudadano. La ruptura de este ciclo parece cada vez más difícil si los liderazgos no dan paso al relevo generacional y político.
Un futuro incierto: ¿hay luz al final del túnel?
El riesgo más inmediato es la legitimidad. Un gobierno que no compite de forma abierta en elecciones, que suprime a la oposición y limita la participación ciudadana, pierde autoridad moral y funcional, tanto a nivel interno como internacional. Costa de Marfil, como potencia económica regional (primer productor mundial de cacao y con uno de los crecimientos del PIB más altos en África), podría enfrentar sanciones económicas y aislamiento político si persiste en esta deriva.
Sin embargo, todavía hay espacio para la esperanza. Movimientos ciudadanos y juveniles como Y'en a marre en Senegal o Balai Citoyen en Burkina Faso han demostrado que la presión popular puede revertir cambios constitucionales y derrocar regímenes autoritarios mediante movilización pacífica.
La pregunta es: ¿lo permitirá la represión antes de que sea demasiado tarde?
El tiempo dirá si África Occidental entra en una nueva era de dictaduras encubiertas o si puede celebrar una segunda ola democrática, esta vez más firme, más participativa y más justa.