El dilema de la seguridad empresarial en EE. UU.: ¿cuántas tragedias más harán falta para actuar?

Tras un tiroteo masivo en una oficina de Manhattan, empresas de todo el país se preguntan si están realmente preparadas para prevenir tragedias en sus espacios de trabajo

Un día cualquiera, en uno de los distritos más lujosos de Nueva York, se convirtió en una pesadilla cuando un tirador armado irrumpió en un edificio de oficinas en 345 Park Avenue, acabando con la vida de cuatro personas antes de suicidarse. El suceso ha dejado una fuerte estela de pánico tanto entre los trabajadores neoyorquinos como en el resto del país, y ha encendido una señal de alerta sobre un tema que lamentablemente suele quedar en segundo plano: la seguridad en los lugares de trabajo.

El ataque que sacudió Manhattan

El incidente ocurrió en una zona considerada una de las más seguras de la ciudad, rodeada de tiendas de diseñador y residencias millonarias. Las imágenes del agresor portando un rifle largo en plena calle y entrando al edificio desataron el miedo colectivo. Pero más allá del susto, las consecuencias han sido inmediatas: una avalancha de llamadas a empresas de seguridad para reevaluar protocolos, servicios y la pertinencia de sus medidas preventivas.

“¿Estamos haciendo lo suficiente?”

Brian Higgins, exjefe de policía y fundador de la empresa de seguridad Group 77, con sede en Nueva Jersey, ha visto un aumento repentino de interés tras el tiroteo. “Los clientes nos están preguntando qué deben hacer diferente, cómo pueden evitar algo así”, dice Higgins, quien también enseña seguridad en el John Jay College of Criminal Justice.

El primer instinto de muchas empresas, explica, es cubrir el espacio con cámaras de última generación o adquirir tecnología costosa. Pero advierte que eso solo funciona si se aplica con constancia y monitoreo a largo plazo. “Si añades una medida de seguridad, asegúrate de mantenerla. La tecnología no sirve de nada si no se usa bien”, enfatiza.

Seguridad empresarial: entre lo básico y lo tecnológico

Aunque la tecnología tiene un papel vital, muchos expertos coinciden en que no todo se soluciona con dinero y cámaras. Gene Petrino, CEO de Survival Response en Florida, sostiene que incluso pequeños cambios pueden marcar una gran diferencia: mejor iluminación en pasillos, espejos convexos de seguridad o la colocación estratégica de alarmas.

No todo tiene que parecer Fort Knox. Se pueden implementar mejoras básicas sin convertir la oficina en una prisión”, dice Petrino. No es necesario blindar el edificio por completo cuando muchas vulnerabilidades se pueden atender desde una perspectiva más lógica y económica.

La importancia de la vigilancia humana

Por otro lado, Michael Evanoff, jefe de seguridad en la empresa de tecnología Verkada, destaca la escasez de personal de seguridad debidamente entrenado como un reto mayor. “Es más difícil de lo que se cree encontrar y retener personal calificado”, comenta. Las cámaras con inteligencia artificial que reconocen armas o comportamientos sospechosos pueden ser útiles para amplificar la cobertura de los agentes disponibles.

Una de las víctimas del tiroteo en Nueva York fue un oficial de la policía de Nueva York que trabajaba ese día como guardia de seguridad externo. A pesar de su presencia, el atacante logró llevar a cabo su plan. Esto refuerza la idea de que ningún sistema es completamente infalible, pero algunos son más eficaces que otros.

El ciclo del olvido: atención efímera tras cada tragedia

Dave Komendat, ex jefe de seguridad para Boeing y actual consultor en Seattle, explica cómo estas tragedias generan un pico de interés breve en seguridad. “Las llamadas se disparan después de un evento como este, pero en un par de semanas, quizá un mes, todo vuelve a la normalidad”, señala.

Esto se debe, en parte, a cómo funciona el ciclo de presupuestos en las empresas. Cuando las cosas parecen estar bajo control y no hay incidentes notables, la seguridad vuelve a verse como un gasto prescindible.

Las preguntas difíciles que nadie quiere hacer hasta que es tarde

  • ¿Quién tiene acceso a mi edificio?
  • ¿Hay protocolos claros en caso de una emergencia?
  • ¿Mi personal está entrenado para actuar en una situación crítica?
  • ¿La tecnología que tengo realmente funciona como debería?

Estas preguntas, aunque incómodas, deberían ser parte del día a día de cualquier organización. En EE. UU., donde según Gun Violence Archive se registraron más de 600 tiroteos masivos en 2023, no podemos darnos el lujo de ignorar los síntomas de vulnerabilidad.

¿Tecnología o cultura de seguridad?

Un error común que cometen las organizaciones es apostar todo a las herramientas tecnológicas y olvidar que la cultura interna de seguridad es fundamental. Insertar una conciencia colectiva sobre amenazas y protocolos de acción es lo que puede marcar la diferencia entre el caos y una respuesta efectiva.

Desde simulacros regulares, hasta capacitaciones en primeros auxilios y protocolos contra violencia armada, la prevención tiene que ser parte integral de la cultura empresarial.

¿Más leyes o mejor implementación?

Muchos expertos argumentan que no necesitamos necesariamente más leyes, sino una implementación rigurosa de las existentes. Los edificios corporativos tienen estándares mínimos de seguridad, pero estos rara vez se revisan y muchas veces no se actualizan conforme a los cambios en la naturaleza de las amenazas.

Además, existen brechas normativas. Por ejemplo, no hay leyes federales que exijan sistemas de detección de armas en edificios empresariales. Todo queda a criterio del propietario o del inquilino del inmueble. Esto genera parches de seguridad entre zonas, empresas e incluso edificios de la misma calle.

Casos similares: cuando se ignoran las señales

Este no es el primer ataque de este tipo. En abril de 2021, un ex empleado entró armado a su antigua oficina en Indianapolis, matando a ocho personas en una sede de FedEx. La compañía había sido alertada anteriormente del comportamiento errático del individuo.

En 2019, un empleado descontento asesinó a cinco colegas en las oficinas de una planta de Aurora, Illinois. Tenía antecedentes de violencia, pero logró mantener su trabajo y acceso a áreas restringidas.

En todos estos casos hay una constante: las señales estaban ahí, pero no se actuó a tiempo.

¿Cómo debe construirse la seguridad del futuro?

La seguridad laboral no se limita a evitar balaceras. También cubre acoso, amenazas internas, incendios, y demás situaciones de crisis. Para avanzar en este tema, los expertos sugieren un enfoque holístico, que combine:

  • Tecnología de punta: cámaras con reconocimiento facial, inteligencia artificial que detecta objetos sospechosos, sistemas automáticos de alertas.
  • Entrenamiento continuo: simulacros, capacitaciones, ejercicios con primeros respondedores locales.
  • Colaboración con autoridades: acuerdos para tener policías fuera de servicio como guardias armados, canales de comunicación directa en emergencias.
  • Inversión a largo plazo: incluir la seguridad como categoría fija en el presupuesto anual, no como un gasto reactivo.

Una de las frases más duras de este debate la dijo Komendat: “El equipo de seguridad debe ser perfecto el 100% del tiempo. El atacante solo necesita tener suerte una vez”.

La inercia peligrosa del "eso no me pasará a mí"

Quizá el mayor obstáculo de todos es la inercia psicológica que lleva a muchas personas y empresas a pensar que los ataques solo pasan en otros lugares, a otras personas. Pero si algo nos enseña la historia reciente en EE. UU., es que ningún lugar está completamente a salvo.

Los espacios de trabajo, por definición, deben ser lugares seguros donde las personas puedan cumplir sus responsabilidades sin tener que temer por su vida. Pero ese ideal es cada vez más lejano si no se toman medidas concretas, sostenidas y conscientes.

¿Estamos dispuestos a cambiar?

La pregunta final recae sobre todos: empresarios, empleados, legisladores y ciudadanos. ¿Vamos a esperar al próximo tiroteo para actuar? ¿Volveremos a llenar oficinas de flores, como en Bryant Park en honor a las víctimas, en vez de prevenir desde ahora?

La seguridad laboral no puede seguir siendo una prioridad solo tras la tragedia. Debe volverse parte de nuestra cultura colectiva, parte de nuestro compromiso con quienes comparten el espacio de trabajo, cada día.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press