Eris y el renacer del espacio australiano: Un pequeño paso, un gran salto por venir
Aunque fracasó en alcanzar la órbita, el lanzamiento del cohete Eris marca un hito para la industria espacial australiana y plantea un futuro lleno de ambiciones tecnológicas
El 30 de julio de 2025 quedará marcado en la historia espacial de Australia, no por un exitoso arribo a la órbita terrestre, sino por algo quizás más relevante: la formalización del país como un actor emergente en la carrera espacial privada. El lanzamiento del cohete Eris, desarrollado íntegramente por la empresa australiana Gilmour Space Technologies, duró apenas 14 segundos antes de caer, pero representa mucho más que su corta trayectoria.
¿Qué es el cohete Eris?
Eris es el primer vehículo de lanzamiento orbital diseñado y construido en suelo australiano, una clase de cohete híbrido capaz de llevar pequeñas cargas útiles, como satélites, a la órbita baja terrestre. Con una altura de 23 metros (75 pies), fue concebido como la punta de lanza de una futura flota de lanzadores con tecnología nacional. El lanzamiento se llevó a cabo en un centro espacial ubicado cerca del pequeño pueblo de Bowen, en el norte del estado de Queensland.
El cohete encendió con éxito sus cuatro motores híbridos, y voló durante 14 segundos, alcanzando un tiempo de combustión total de 23 segundos, según lo informado por la compañía. Pero luego, en lo que parece ser una pérdida de potencia o control, el Eris cayó, generando una nube de humo sin pérdidas humanas ni daños estructurales importantes.
Un éxito entre las cenizas
La perspectiva de Adam Gilmour, CEO de Gilmour Space Technologies, es profundamente optimista. “Por supuesto que me habría gustado más tiempo de vuelo, pero estoy satisfecho con esto”, escribió en LinkedIn. Y es que su afirmación tiene sustento: “Es casi inaudito que una empresa privada logre alcanzar la órbita en su primer intento”.
En otras palabras, el simple hecho de que el cohete despegara de la torre de lanzamiento ya se considera un éxito tecnológico e industrial. El mismo Gilmour había afirmado anteriormente que el despegue en sí sería un logro, marcando una diferenciación fundamental: esta era una prueba, no una misión comercial.
Australia y el largo camino al espacio
Australia no es nueva en el espacio, pero ha sido históricamente marginal. Pese a haber sido el sitio de múltiples lanzamientos suborbitales —cientos de ellos, según NASASpaceFlight—, solo se han contado con dos lanzamientos orbitales exitosos desde el país. El intento del Eris marca el primero en más de 50 años.
Este evento podría señalar el inicio de una nueva era para la nación oceánica. Como celebró Ry Collins, alcalde del Consejo Regional de Whitsunday, el lanzamiento fue una “hazaña enorme” a pesar del fracaso en alcanzar la órbita. “Este es un primer paso vital hacia el gran salto de una futura industria espacial comercial justo aquí, en nuestra región”, escribió en su cuenta de Facebook.
Inversión y apuesta gubernamental
Gilmour Space Technologies ya cuenta con un respaldo financiero considerable. Este mes, el gobierno federal australiano otorgó una subvención de 5 millones de dólares australianos (alrededor de 3.2 millones de dólares estadounidenses) para el desarrollo del Eris. Esta se suma a un acuerdo previo de 52 millones firmado en 2023 con el objetivo de impulsar el crecimiento y comercialización de tecnologías espaciales autóctonas.
Australia, a diferencia de potencias espaciales tradicionales como EE.UU., Rusia o China, ha debido luchar para construir una infraestructura de lanzamientos propia. Así, la inversión estatal no solo impulsa a industrias nacionales, sino que busca posicionar al país como centro regional de lanzamientos, aprovechando su ubicación geográfica favorable.
¿Qué significa realmente "fallar"?
En el mundo espacial, los estándares del éxito son mucho más flexibles de lo que parecen. Como lo explicó Peter Beck, fundador de Rocket Lab, otra empresa privada del rubro, “todo lo que puede salir mal, saldrá mal en algún momento. Las pruebas son donde nacen los éxitos”.
Empresas como SpaceX o Virgin Galactic pasaron años experimentando fallos costosos y explosivos antes de consolidarse. SpaceX, por ejemplo, falló tres lanzamientos seguidos entre 2006 y 2008 antes de que su Falcon 1 alcanzara la órbita. Dodger, el Falcon 9, y ahora Starship —todos vivieron etapas caóticas.
Nuevos paradigmas en la industria espacial
El auge de las empresas privadas aeroespaciales ha transformado el modo en que la humanidad accede al espacio. Donde antes dominaban agencias estatales como la NASA, Roscosmos o la ESA, hoy florecen actores como Blue Origin, Rocket Lab, Astra y ahora Gilmour.
La tendencia hacia miniaturización de satélites y el surgimiento de la comunicación global en órbita baja (como Starlink) empujaron la necesidad de lanzadores más pequeños, más baratos y más frecuentes. En este sentido, Eris se sitúa en un nicho estratégico.
¿Qué sigue para Eris y Gilmour Space?
Gilmour Space ha pospuesto lanzamientos anteriores por condiciones climáticas y complicaciones técnicas. Este intento marca un reinicio y aprendizaje. La compañía planea construir más unidades de Eris y mejorar la fiabilidad tanto en tierra como en vuelo, lo que es clave en una industria donde la resiliencia lo es todo.
Además, el desarrollo de infraestructura —pad de lanzamiento, centros de control, logística— es una victoria estructural. A largo plazo, esta base podría recibir y lanzar otros cohetes nacionales o internacionales, estableciendo a Australia como plataforma independiente de acceso al espacio.
Impacto educativo y cultural
El entusiasmo generado por el lanzamiento también tiene implicancias más allá del mundo tecnológico. Universidades locales, escuelas técnicas y programas STEM ya comienzan a beneficiarse de la exposición y del potencial crecimiento de una economía basada en innovación aeroespacial.
Australia podría convertirse así no solo en un centro logístico, sino también en un nodo educativo internacional para la ingeniería aeroespacial del sur del planeta, atrayendo talento y capital humano.
El vuelo de Icarus o un nuevo comienzo
La historia del espacio está repleta de fracasos que resultaron necesarios. El caso de Eris no será el último, ni tampoco el peor. Pero desde un punto de vista simbólico, Australia ha despegado.
Sus próximos retos no serán solamente técnicos. Serán políticos, financieros y comerciales. Pero el primer paso ya está dado, y la industria ya gira sus ojos hacia el sur.
Un cohete que voló solo 14 segundos puede parecer poco, pero en este juego de largo plazo, esos segundos son el combustible de un futuro entre las estrellas.