Kamala Harris y la encrucijada del Partido Demócrata: ¿el rostro del futuro o el eco del pasado?

Tras rechazar postularse como gobernadora de California, la vicepresidenta se perfila como potencial candidata presidencial en 2028, pero su pasado y el entorno del partido plantean interrogantes incómodos

Un anuncio que deja más preguntas que respuestas

Kamala Harris acaba de poner fin a meses de especulaciones al anunciar que no se presentará como candidata a gobernadora de California en 2026. Sin embargo, lejos de calmar el debate sobre su futuro político, su decisión deja en el aire una pregunta mayor: ¿apunta Harris a un nuevo intento de llegar a la Casa Blanca en 2028?

“He reflexionado profundamente y he decidido no postularme para la gobernación”, dijo en un comunicado. Aunque subrayó su compromiso con los valores democráticos y su deseo de continuar en la lucha política, también fue enfática: por ahora, no buscará ningún cargo electo. Pero al mismo tiempo dejó abierta la puerta a “compartir nuevos detalles de sus planes en los próximos meses”. ¿Qué planes?

Una carrera marcada por hitos históricos... y derrotas dolorosas

Kamala Harris puede presumir de un currículum político impresionante. Ha sido senadora federal, fiscal general del estado de California, y la primera mujer, afroamericana y de ascendencia asiática del sur en asumir la vicepresidencia de EE.UU. En muchas formas, su carrera representa un paso trascendental en la diversificación de la política estadounidense.

Sin embargo, su trayectoria también ha sido irregular. En 2020 abandonó su primera campaña presidencial incluso antes de las primarias de Iowa, hundida por divisiones internas y falta de apoyo financiero. Fue Joe Biden quien la rescató al convertirla en su compañera de fórmula, lo que le permitió hacer historia. No obstante, su desempeño como vicepresidenta fue objeto de críticas hasta desde su propio partido.

En las elecciones más recientes de 2024 —cuando Biden se retiró prematuramente por motivos de salud y la nominó como reemplazo— Harris fue incapaz de detener el avance de un revitalizado Donald Trump, que logró recuperar el poder tras vencer en todos los estados clave. La derrota golpeó particularmente fuerte, pues representaba no solo la caída de una candidatura, sino el fracaso de una narrativa demócrata progresista.

¿La cara del futuro o un obstáculo para la renovación?

La pregunta más incómoda para los demócratas es si Harris todavía puede ser la líder que represente al futuro del partido. Su liderazgo es cuestionado por amplios sectores dentro del establishment demócrata. Aunque sigue movilizando amplios sectores de las bases —en particular mujeres afroamericanas y votantes progresistas— su imagen pública ha sido dañada por percepciones de ineficacia, falta de carisma y ambigüedad ideológica.

Además, aparece como profundamente ligada al legado de Biden, cuya administración terminó erosionada políticamente por una acumulación de crisis: desde la inflación y el manejo tardío del conflicto en Ucrania hasta las dudas sobre su capacidad física y mental. Varios líderes demócratas culpan a Biden por haber mantenido su candidatura cuando era evidente que su perfil no podía enfrentarse con éxito a Trump. Y, por asociación, Harris arrastra parte de ese desencanto.

Un Partido Demócrata fragmentado y sin brújula

Harris podría verse obligada a medirse en unas primarias intensas en 2028. De hecho, varias voces ya suenan como posibles contendientes: Gavin Newsom, actual gobernador de California y ex aliado de Harris; Gretchen Whitmer, la carismática gobernadora de Michigan; y Pete Buttigieg, el secretario de Transporte que mantiene intacta su proyección nacional.

La clave estará en ver quién logra reunir a una base profundamente dividida. El Partido Demócrata enfrenta una crisis de identidad: ¿apostar por una narrativa progresista y de justicia social, o centrarse en lograr consensos con sectores moderados e independientes? En este pulso, Harris representa una mezcla ambigua que no acaba de satisfacer a ninguno de los dos polos.

Una decisión calculada: evitar el desgaste en Sacramento

Aunque muchos daban por sentado que Harris sería la favorita para suceder a Gavin Newsom en la gobernación de California, su decisión de evitar esa elección sugiere un análisis estratégico. Gobernar California, con sus crisis presupuestarias cíclicas, incendios forestales, y tensiones sociales, puede ser tan desgastante como una presidencia.

Después de años en la política nacional e internacional como vicepresidenta, volver a la política estatal podría percibirse como un paso atrás. Además, le implicaría un alejamiento de Washington justo cuando más debe estar conectada con donantes e influenciadores nacionales si busca competir en 2028.

¿Una tercera campaña presidencial?

Desde 2019, Kamala Harris ha sido candidata presidenciable dos veces. Ambas sin éxito. Una tercera contienda cargada con dos derrotas significativas en su historial podría parecer una condena. Sin embargo, la política estadounidense ha demostrado que es terreno fértil para regresos inesperados.

Richard Nixon perdió la presidencia en 1960 y una elección a gobernador en California en 1962. En 1968 regresó y ganó. Ronald Reagan intentó dos veces ser nominado antes de lograrlo y arrasar en 1980. Incluso Joe Biden lo intentó sin éxito en 1988 y 2008 antes de finalmente triunfar en 2020.

Harris, por tanto, aún podría construir una narrativa de resiliencia, experiencia y liderazgo femenino en tiempos convulsos. Pero necesitará reformular su mensaje, conectar emocionalmente con el electorado y rejuvenecer su imagen.

¿Qué sigue para Kamala Harris?

En su declaración, Harris afirmó que dedicará los próximos meses a “escuchar al pueblo estadounidense” y trabajar por elegir demócratas comprometidos. Esto indica que no desaparecerá del escenario público. Sus intervenciones en discursos y eventos comenzarán a perfilar su plataforma no oficial para 2028.

Los estrategas coinciden en que Harris conserva ventajas fundamentales: amplio reconocimiento de nombre, una potente red de recaudación de fondos y vínculos profundos con grupos activistas clave. Pero también tiene un serio trabajo de reconstrucción hacia dentro del partido si quiere ganarse la confianza de una dirigencia que quiere resultados y una estrategia ganadora frente a Trump o cualquier otro republicano en el futuro.

¿Un espejo del partido o síntoma de su crisis?

El caso de Harris refleja mejor que ninguna otra figura el dilema actual de los demócratas: ¿cómo construir un liderazgo que combine diversidad, experiencia y capacidad para rebatir el trumpismo no solo con argumentos éticos, sino con victorias políticas concretas?

“El poder debe residir en el pueblo... y el pueblo debe usar ese poder para luchar por la libertad, la oportunidad, la equidad y la dignidad”, declaró Harris. Sus palabras suenan bien, pero ahora afronta el mayor reto de todos: convertirlas en una propuesta electoral convincente.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press