La sombra de Laura Loomer: ¿quién manda realmente en la Casa Blanca de Trump?

La influencia de una activista radical de derecha sobre despidos clave en la administración levanta serias preguntas sobre la gobernabilidad y el uso del poder presidencial

Por mucho que Donald Trump minimice la influencia de Laura Loomer dentro de su administración, los hechos recientes sugieren que sus opiniones y ataques virales en redes sociales tienen efectos muy reales en quién permanece (o no) en puestos clave del gobierno.

Con un historial de declaraciones incendiarias y activismo digital agresivo, Loomer, una figura polémica de la extrema derecha, ha logrado algo que ni congresistas republicanos ni directores de gabinete han podido hacer con tanta consistencia: provocar despidos reiterados dentro del gabinete presidencial y agencias federales simplemente mediante sus publicaciones en redes sociales.

¿Quién es Laura Loomer y por qué importa?

Laura Loomer es una activista conocida por sus acciones extremas en redes sociales y figura recurrente en plataformas conservadoras. Exreportera de Project Veritas, Loomer se postula como una voz del “Trumpismo puro”, denunciando a todo aquel miembro de la administración que considera “insuficientemente leal” a la agenda de "Make America Great Again" (MAGA).

Durante años ha sido bloqueada en plataformas como Twitter (ahora X) por discursos de odio y campañas de acoso dirigidas. No obstante, fue readmitida por Elon Musk con el argumento de "libertad de expresión", lo que le ha permitido reactivar sus "campañas de presión" que terminan en despidos en el gobierno.

Despedidos por tuits: los casos más sonados

  • Dr. Vinay Prasad: Nombrado como jefe de vacunas de la FDA, Prasad, un académico con críticas previas al COVID y a Trump, fue cesado esta semana después de que Loomer lo llamara “Bernie Bro” y criticara su origen ideológico. Prasad apenas llevaba semanas en el cargo antes de ser relevado.
  • Janette Nesheiwat: La ex colaboradora médica de Fox News vio cómo su nominación como cirujano general era retirada días después de que Loomer expusiera su supuesta falta de credenciales estadounidenses y un caso pendiente de mala praxis, generando una ola de presión digital.
  • Consejo de Seguridad Nacional: Actuando dentro del círculo más íntimo de Trump, Laura Loomer presentó un dosier a Trump y sus asesores en la Oficina Oval en abril. Al día siguiente, varios funcionarios del NSC fueron despedidos sin más explicación. Uno de ellos era el director de la NSA, el general Tim Haugh.
  • Departamento de Justicia: Maurene Comey, hija del exdirector del FBI James Comey y fiscal en Nueva York, fue despedida tras una campaña de dos meses encabezada por Loomer que la acusaba de formar parte de una conspiración para encubrir el caso Epstein.

Trump y Loomer: ¿relación simbiótica o peligrosa?

Mientras Trump asegura que la influencia de Loomer es mínima, múltiples pruebas apuntan a una dinámica donde la activista sugiere y la administración actúa. El expresidente, al ser preguntado sobre el papel de Loomer, la calificó como “una patriota muy fuerte” y aseguró que simplemente escucha “recomendaciones” de diversos sectores.

Pero esta pasividad formal se desmorona cuando se constata que muchos de los despidos ocurren horas o días después de sus publicaciones. En al menos tres casos, altos funcionarios fueron cesados tras ser mencionados específicamente por Loomer en X.

La cultura del ‘scalping’: celebraciones públicas de despidos

Loomer ha convertido el término SCALP, muy usado en círculos ultraconservadores para referirse a victorias políticas mediante despidos, en su sello personal. Después del despido del general Tim Haugh, Loomer escribió “SCALP obtenido”, tomando crédito directo por la maniobra.

Lo mismo sucedió con la salida del fiscal Adam Schleifer en Los Ángeles, quien recibió un correo de despido exactamente una hora después de que Loomer publicara un tuit pidiendo su destitución por comentarios “anti-Trump” hechos años atrás.

¿Un ‘vetting’ fallido o una purga ideológica?

Durante su mandato, Donald Trump ya ha sido criticado por no contar con un riguroso sistema de selección de cargos. Ahora, con Loomer presionando desde fuera, esta debilidad se convierte en campo fértil para una depuración basada no en capacidades técnicas o experiencia, sino en lealtades ideológicas —a menudo, personales— al expresidente.

Loomer misma ha dicho que existe una “crisis de vetting” (filtrado) en la Casa Blanca y se ha ofrecido implícitamente a ser parte de ese proceso con sus propios estándares, exigiendo lealtad total al ideario MAGA y señalando como traidores a quienes no cumplan.

Consecuencias institucionales y democráticas

Expertos legales y constitucionalistas estadounidenses ven en esta práctica una amenaza directa a la profesionalización del servicio público. En palabras de Norman Eisen, ex asesor de Ética de la Casa Blanca bajo Obama: “Lo que ocurre en esta administración no se puede llamar gobernanza, es una mezcla preocupante de autoritarismo blando y reality show.”

Además, la normalización de despidos vía redes sociales y sin procesos administrativos formales sienta un precedente peligroso, en el que la presión mediática (desde el extremo ideológico) reemplaza a estructuras democráticas como el control legislativo, la prensa profesional o las agencias fiscalizadoras.

Un fenómeno que no es nuevo, pero que va en aumento

Si bien el fenómeno de activistas influyendo en política no es nuevo —casos como los de Ralph Nader o incluso activistas de Black Lives Matter han tocado las puertas del poder—, lo de Loomer se diferencia en que su acceso no solo es consentido, sino alentado informalmente por parte de Trump y su equipo.

La reciente invitación de Loomer a viajar junto al expresidente en su gira del 11S, su presencia en el debate con Kamala Harris y la aparente falta de contradicciones internas muestra una alineación tácita de intereses. Aunque Trump se desmarca de sus declaraciones más radicales, nunca deja de reconocerla como “una patriota con fuerte opinión”.

¿Pequeña corte o brazo comunicacional del trumpismo?

En su rol actual, Laura Loomer está jugando un papel similar al de Roger Stone en el primer mandato de Trump: no tiene un cargo oficial pero actúa con la autoridad moral otorgada por círculos MAGA. Su actividad se convierte así en parte de la maquinaria de poder informal que alimenta decisiones ejecutivas.

Varios analistas coinciden en que, en caso de un segundo mandato completo de Trump, Loomer podría convertirse en una figura semiinstitucional, quizás como “asesora especial en asuntos públicos” o incluso ser ungida como portavoz de ciertos sectores de ultraderecha.

La peligrosa lógica del populismo digital

En el fondo, lo de Loomer no es un caso aislado, sino parte de una tendencia mayor donde el populismo digital transforma a influencers en actores políticos con capacidad de veto, promoción o enjuiciamiento público. Las redes se convierten en el nuevo gabinete, más poderoso e implacable que cualquier comité del Congreso.

Y este fenómeno no está limitado a Estados Unidos: fenómenos idénticos están ocurriendo en Brasil, Argentina, Italia y otras democracias saturadas por hyper-opinadores que reemplazan a la deliberación racional con memes, denuncias y amenazas digitales.

El poder ya no reside únicamente en la Casa Blanca, sino en los impulsos virales que brotan con fuerza desde una cuenta de X.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press