Yemen en oscuridad: la energía que encendió las protestas y el caos en Mukalla
Con apagones de más de 19 horas al día y temperaturas sofocantes, la población de Hadramout ha dicho basta: las protestas en Mukalla reflejan un colapso sistémico entre corrupción, falta de combustible y una guerra sin fin.
La gota que derramó el generador
En la ciudad costera de Mukalla, capital de la provincia oriental de Hadramout en Yemen, el clima político y social ha alcanzado niveles de ebullición similares a los sofocantes 40 °C que castigan a la población. Por tercer día consecutivo, cientos de personas salieron a las calles para protestar por los apagones eléctricos que llegan a superar las 19 horas diarias, un hecho que pone en evidencia la precariedad de los servicios básicos en zonas controladas, al menos nominalmente, por el gobierno internacionalmente reconocido de Yemen, con sede en Adén.
Protestas encendidas entre apagones
La chispa que encendió la mecha fueron las prolongadas interrupciones eléctricas en plena temporada de calor extremo. Según testigos como Salem bin Mubarak, los manifestantes instalaron campamentos y bloquearon las principales vías de comunicación, incluyendo la entrada al puerto de Mukalla. Las imágenes de neumáticos en llamas sirvieron como potente metáfora visual del hartazgo popular.
“La electricidad no es un lujo, es una necesidad básica. Sin ella no hay agua, ni comunicación, ni posibilidad de trabajar”, lamentó un habitante de la ciudad que prefirió no dar su nombre por temor a represalias.
Las raíces del apagón: más que una simple falta de combustible
Detrás del colapso energético hay mucho más que una crisis técnica. De acuerdo con un informe de SARI Global, una institución especializada en análisis geopolítico, los apagones tienen causas múltiples:
- Déficit presupuestario crónico en los organismos públicos.
- Interrupciones en las rutas de transporte de combustible hacia Mukalla.
- Cierre temporal de plantas eléctricas por falta de mantenimiento o combustibles.
- Corrupción estructural en la cadena de suministro de energía, donde la empresa PetroMasila ha reducido sus entregas de combustible de diarias a semanales.
Colapso de los servicios esenciales
Los apagones no son un hecho aislado; han desencadenado una reacción en cadena. Según el Consejo Noruego para los Refugiados, la inseguridad hídrica también está empeorando debido a una temporada de lluvias inusualmente baja que podría disminuir hasta en un 40% respecto al promedio. En combinación con la falta de electricidad para bombear agua, el resultado es devastador.
La Confederación de Tribus de Hadramout emitió un comunicado resaltando que se trata de una acumulación histórica de problemas: “Falta de electricidad, agua, educación, atención médica, y la continua devaluación de la moneda local. Estas son las causas reales de lo que estamos viendo”, indicaba el texto.
¿Dónde está el gobierno?
La ausencia efectiva del gobierno internacionalmente reconocido en regiones como Hadramout plantea interrogantes sobre el control real que ejerce sobre el país. Aunque nominalmente está basado en Adén, su capacidad de respuesta en zonas orientales es cuestionada constantemente. La influencia del Consejo de Transición del Sur (STC), respaldado por Emiratos Árabes Unidos, ha fragmentado aún más la autoridad institucional y contribuido a la ausencia de un mando unificado.
Una guerra de años, una paz difusa
La situación actual no puede entenderse sin tener en cuenta el conflicto que ha desgarrado a Yemen desde 2014. Ese año, los rebeldes hutíes tomaron la capital, Saná, obligando al gobierno reconocido internacionalmente a exiliarse. Desde 2015, una coalición liderada por Arabia Saudita, con apoyo crucial de Emiratos Árabes Unidos, ha intentado restaurar al gobierno en un conflicto que ha dejado más de 370,000 muertes directas e indirectas, según datos de la ONU.
En este clima caótico, regiones como Hadramout han quedado al margen del foco principal de la guerra, pero no por ello menos afectadas por sus consecuencias económicas y estructurales.
Represión y censura: el silencio no es una opción
En medio de las protestas, la represión no ha tardado en aparecer. El periodista y director de TV3ad, Abduljabar Bajabeer, fue arrestado sin cargos claros, según la organización Committee to Protect Journalists (CPJ). Carlos Martínez de la Serna, director del programa de CPJ, denunció que se trata de una campaña sistemática para silenciar voces críticas.
“El arresto de Bajabeer es otro ejemplo del esfuerzo sistemático por silenciar a los periodistas en Hadramout y las zonas bajo control del gobierno reconocido internacionalmente”, declaró Martínez de la Serna en un comunicado urgente.
Se avecina una tormenta sociopolítica
El informe de SARI Global advierte que la escala de la crisis puede actuar como catalizador de una inestabilidad más amplia. “Aunque el declive económico y las interrupciones en los servicios son realidades familiares al sur de Yemen, la magnitud de la crisis energética de Mukalla y la rápida extensión del malestar marcan un punto de inflexión peligroso”, señala el dossier publicado esta semana.
Esta crisis podría servir como un parteaguas que impulse nuevos movimientos políticos regionales, en especial considerando el sentimiento autonomista de algunas tribus y grupos sociales de Hadramout.
¿Y ahora qué?
La pregunta desde Mukalla es ¿quién responde?. Con un gobierno débil, un sistema de suministros en ruinas y múltiples actores políticos que pugnan por el control, la capacidad de solucionar esta crisis parece mínima. Yemen, considerado por la ONU como el país más pobre del mundo árabe, sigue sumido en un laberinto donde cada salida parece bloqueada por años de guerra, negligencia e intereses externos.
Desde Adén hasta Saná, desde Riyadh hasta Teherán, pasando por Washington y Bruselas, el futuro de Yemen debería importar más. Mukalla ha hablado, y su voz retumba con fuerza en un país que lleva años sumido en el silencio de la oscuridad.
Fuente: SARI Global, Consejo Noruego para los Refugiados, Comité para la Protección de Periodistas (CPJ), Naciones Unidas