¿Trump en el billete de $100? La insólita ola legislativa que busca glorificar al expresidente

Entre nobles homenajes, propuestas políticas y polémicas, el culto a la figura de Donald J. Trump escala niveles sin precedentes en la política estadounidense

Donald J. Trump, en su segundo mandato como presidente de los Estados Unidos, no solo centra la atención política y mediática por sus medidas, su carácter o sus controversias, sino también por una creciente oleada legislativa que parece buscar algo más que reconocimiento: una especie de canonización política en vida.

Desde la creación de feriados federales hasta la propuesta de esculpir su rostro en el Monte Rushmore, legisladores republicanos han impulsado una avalancha de proyectos de ley dirigidos a enaltecer su figura mientras aún ocupa el cargo, desafiando normas históricas, buen gusto y, en algunos casos, incluso la legalidad vigente.

Una exaltación sin precedentes: Trump en todas partes

La imaginación (y ambición) de algunos legisladores republicanos parece no tener límites. Ya sea por culto genuino al expresidente o por oportunismo político, varios proyectos de ley han comenzado a llenar el Congreso desde que Trump asumió su segundo mandato:

  • Renombrar el Aeropuerto Internacional Dulles de Virginia como Donald J. Trump International Airport.
  • Estampar el rostro de Trump en el billete de $100, incumpliendo así la ley federal que prohíbe incluir figuras vivas en la moneda estadounidense desde el final de la Guerra Civil.
  • Fusionar el Día de la Bandera con el cumpleaños de Trump (14 de junio) para convertirlo en feriado federal.
  • Nombrar la red de metro de Washington como el “Trump Train”.
  • Esculpir la figura de Trump en el Monte Rushmore junto a los fundadores de la nación.

Para muchos, estas propuestas podrían parecer una parodia política, pero en el Congreso están siendo tomadas muy en serio —al menos por quienes las impulsan—, y representan muestras tangibles de una transformación radical dentro del Partido Republicano.

Política de lealtades y símbolos

Doug Heye, estratega republicano y exdirector de comunicaciones del Comité Nacional Republicano, resume con claridad el propósito de este tipo de iniciativas: “Esto no es para decirle a los votantes: ‘Miren lo que estoy haciendo por Donald’. Es para decirle directamente a Trump: ‘Mira lo que estoy haciendo por ti’”.

En otras palabras, las medidas son más un acto de lealtad ritual que un gesto legislativo convencional. Los llamados “MAGA Warriors”, como el propio Trump ha calificado a algunos congresistas, saben que su supervivencia política depende, en gran medida, del favor del presidente.

De la moneda nacional a la ópera: los campos de homenaje incluyen a Melania

Pero no todo gira estrictamente en torno a la figura de Trump. Su esposa, Melania Trump, también ha sido objeto de celebraciones políticas. Mike Simpson, representante de Idaho, propuso nombrar el teatro de ópera del Kennedy Center en su honor, argumentando que siempre ha sido una defensora de las artes. Una medida simbólica, pero con fuertes implicancias políticas.

¿El detalle? El teatro no tenía nombre todavía, lo que facilitó la iniciativa. Aun así, deja clara la estrategia de inmortalización familiar que se está gestando.

¿Trump, Nobel de la Paz?

Las iniciativas no se limitan a territorio nacional. Al menos tres legisladores —y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu— han sugerido que Trump debe ser galardonado con el Premio Nobel de la Paz. Esto, a pesar de que ni en su primer mandato ni en este ha logrado resolver conflictos como el de Ucrania y Rusia, ni el de Israel y Gaza.

Senadores como Marsha Blackburn y Bernie Moreno han llamado abierta y públicamente a su nominación, reforzando la idea de que Trump merece el más alto reconocimiento global en materia diplomática y de paz, pese a los cuestionamientos internacionales sobre su retórica belicista y divisiva.

Peligros del culto en vida: ¿Dónde se traza la línea?

La ley federal vigente prohíbe colocar a personas vivas en la moneda de curso estadounidense, precisamente para evitar connotaciones monárquicas o la noción de un culto a la personalidad. Esta ley fue instaurada tras la Guerra Civil como parte de un conjunto de principios republicanos que alejaban a Estados Unidos del modelo imperial europeo.

Violentar esas leyes funda un precedente legal y ético preocupante. De hecho, muchos académicos e historiadores advierten que este énfasis en honores personales —mientras el presidente aún está vivo y ejerciendo el poder— constituye una erosión de los principios republicanos basados en la institución y no en la persona.

¿Qué sigue? ¿Renombrar estados, como Florida, por “Trumpland”? ¿Erigir una catedral laica en su nombre?

¿Un reflejo de lo que piensan los votantes?

En paralelo, y no sin ironía, una oleada de políticas relacionadas con la natalidad, la salud infantil y la asistencia económica se están impulsando en varios estados bajo el ala del “trumpismo”, como el plan Rx Kids en Michigan, que otorga hasta $7,500 a madres con hijos recién nacidos.

Aunque el programa es respaldado tanto por republicanos como demócratas por su efectividad social, lo cierto es que su expansión enfrenta también la disonancia entre el discurso individualista del trumpismo y estas políticas de corte intervencionista.

Un contraste que suscita una extraña paradoja: mientras se canoniza a Trump con aires de emperador republicano, sus políticas internas no están tan lejos del asistencialismo progresista al que él mismo crítica.

Cuestionamientos desde la oposición

El líder demócrata de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, lo dijo sin rodeos: “Los republicanos de la Cámara siguen haciéndose el ridículo. Son un grupo de aduladores”.

Desde la bancada demócrata ven esta ola de homenajes como un síntoma de debilidad estructural del partido opositor, más interesado en rendir culto a uno de sus líderes que en legislar a favor de las problemáticas urgentes del país como la economía, salud o educación.

¿Smart politics o culto peligroso?

Algunos analistas sostienen que rendir este tipo de tributo puede ser “políticamente inteligente” en distritos donde Trump tiene apoyo abrumador. Pero la pregunta de fondo permanece: ¿Cuánto de esto es estrategia política y cuánto está erosionando la salud de la democracia estadounidense?

Steve Stivers, ex presidente del Comité Nacional Republicano del Congreso, ofrece una visión pragmática: “En elecciones generales, transmitir un respaldo de Trump activa a los votantes para confiar y salir a votar”.

Pero si la elevación simbólica de Trump sigue su curso, podríamos ver Estados Unidos coqueteando con formas de personalismo que contradicen abiertamente su tradición institucionalista.

El peligro no es rendir un homenaje. El peligro es crear un mito político de carne y hueso al que nadie osa poner en duda dentro de sus propias filas. Y eso tiene más de dictadura que de democracia.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press