Corrupción disfrazada de inversión: el millonario fraude político de Sherry Li y su red de engaños
Una empresaria de Nueva York defraudó más de $30 millones a inversionistas extranjeros mientras financiaba campañas políticas en EE.UU.
Un fraude millonario con toques de glamour político
Durante casi una década, Sherry Xue Li, de 48 años, tejió una compleja red de fraude financiero usando como anzuelo uno de los sueños más codiciados por inversionistas extranjeros: obtener la residencia permanente en Estados Unidos. Pero lo que comenzó como un supuesto megaproyecto inmobiliario en el norte del Estado de Nueva York terminó siendo una maquinaria de estafas, financiamiento ilegal de campañas políticas e incluso, acceso preferencial a figuras del poder como Donald Trump.
¿Quién es Sherry Li?
Li, residente de Oyster Bay, se presentaba como una exitosa empresaria con conexiones de alto nivel. Nacida en China y naturalizada estadounidense, logró convencer a más de 150 inversionistas —principalmente de origen chino— de invertir 500.000 dólares cada uno en un ficticio "Centro de Transformación Educativa y Cultural de China y EE.UU.", prometiendo retorno económico y, sobre todo, la Green Card bajo el programa EB-5, que en teoría permite a inversionistas extranjeros adquirir la residencia legal si crean empleos en el país.
El problema es que ese centro nunca existió.
Del fraude financiero al delito político
A diferencia de otras estafas piramidales dirigidas solo a lo económico, el caso de Li toma un matiz especialmente grave y revelador porque involucra una trama de manipulación del sistema electoral estadounidense.
Según los fiscales federales del Distrito Este de Nueva York, Li y su socio Lianbo Wang desviaron millones del dinero de los inversionistas no solo para gastos personales como ropa de diseñador, joyas y cenas en restaurantes lujosos, sino también para contribuciones ilegales a campañas políticas.
Una foto con Trump por $93.000
El 28 de junio de 2017, durante un evento de recaudación de fondos en el Trump International Hotel en Washington D.C., en apoyo a la campaña de reelección del entonces presidente Donald Trump, Li y Wang vendieron entradas a 12 inversionistas extranjeros por $93.000 cada uno. Con estos fondos realizaron contribuciones por un total de $600.000 bajo los nombres de los inversionistas para el comité organizador.
Fue allí donde Li se tomó una fotografía con Trump y su esposa Melania que luego incorporaría a folletos promocionales utilizados para captar nuevos inversionistas. El mensaje implícito: “Miren mis conexiones con los poderosos. Esto es legítimo.”
Acceso político como mercancía
Li y Wang convirtieron el sistema político de EE.UU. en su mercancía más lucrativa. Vendieron la participación en eventos políticos como una forma de ingresar al “club exclusivo” del poder. Según los fiscales, también aparecían en esos folletos con figuras como el entonces gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, sugiriendo una cercanía con ambos partidos políticos.
Las campañas políticas que recibieron el dinero, según el departamento de justicia, no sabían que se trataba de contribuciones ilegales. Por ello, hasta ahora no se han presentado cargos hacia ningún político o comité.
Las consecuencias legales para Li y su socio
El 3 de julio de 2024, Li se declaró culpable en un tribunal federal en Long Island por conspiración para lavar dinero y conspiración para defraudar a EE.UU. mediante la obstrucción a la Comisión Federal Electoral. Podría enfrentar hasta 20 años de prisión. Su sentencia está programada para el 5 de diciembre.
Su socio Wang, quien se declaró culpable en marzo de 2024, ya fue sentenciado a cinco años de prisión.
Además, como parte del acuerdo de culpabilidad, Li acordó entregar $31,5 millones y tres propiedades.
Perspectiva histórica: el financiamiento político en EE.UU.
Este caso vuelve a encender el debate sobre la vulnerabilidad del sistema de financiamiento de campañas en Estados Unidos, que ya había sido duramente criticado tras el fallo de la Corte Suprema en 2010 en el caso Citizens United v. FEC, que abrió las puertas a contribuciones ilimitadas de corporaciones y grupos sin fines de lucro.
La capacidad para canalizar dinero extranjero hacia el sistema político estadounidense sigue representando un punto ciego peligroso. Incluso con todas las regulaciones, casos como el de Li evidencian que aún hay brechas suficientes como para que individuos con motivaciones espurias puedan influenciar en procesos democráticos.
Las víctimas olvidadas
Más de 150 personas de diversos países —la mayoría de China— fueron engañadas por las promesas de Li. Algunas vendieron propiedades enteras o pidieron préstamos familiares para alcanzar los 500.000 dólares necesarios. Además de perder sus ahorros, muchos quedaron atrapados en problemas migratorios, con la esperanza frustrada de establecerse en EE.UU. legalmente.
El caso también resalta cómo el mercado de visas por inversión puede convertirse en terreno fértil para estafadores sofisticados con el conocimiento suficiente para entrar al sistema formal y usarlo a su favor.
¿Un caso aislado? Claro que no
En la última década, se han reportado múltiples fraudes relacionados con el programa EB-5. En 2017, el Centro Regional Jay Peak en Vermont también fue centro de un escándalo de malversación de fondos. Al igual que Li, los administradores prometían retornos e inmigración legal mientras desviaban los fondos para sus propios fines.
Según estadísticas del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de EE.UU., desde el inicio del programa en los 90s, más de 50.000 inversionistas han recibido la Green Card bajo estos términos. Sin embargo, las reformas y auditorías en el sistema han sido lentas.
Reflexión final: el poder del símbolo y el precio del acceso
Más allá del escándalo financiero y judicial, el caso de Sherry Li revela algo más profundo: la fascinación global por el acceso político, la seducción del “American Dream” y cómo una foto con un presidente puede convertirse en la llave para convencer, engañar y lucrar a costa de los demás.
El sistema democrático de EE.UU., con todas sus fortalezas, no escapa a las amenazas internas cuando el dinero se vuelve más fuerte que las elecciones libres y honestas. Tal como lo expresó el fiscal Joseph Nocella Jr., “Li intentó corromper una institución fundamental del país: elecciones justas y transparentes exentas de influencia extranjera ilegal.”
Y no lo hizo con armas ni espionaje. Lo hizo con fotografías, cenas lujosas y falsas promesas de ciudadanía.