Elon Musk y la ultraderecha europea: el nuevo megáfono digital de la política disruptiva
El magnate tecnológico ha logrado concentrar poder político a través de su plataforma X, alimentando la expansión global de agendas ultraconservadoras
Un imperio digital con impacto político real
No se puede negar que Elon Musk ha redefinido el concepto de influencia en la era digital. Desde que adquirió Twitter en octubre de 2022 por 44 mil millones de dólares y lo rebautizó como X, el empresario sudafricano ha usado la red social no solo para promover sus empresas, sino también para apoyar activamente a políticos, influencers y activistas ligados a la extrema derecha en Europa. El resultado no solo se mide en seguidores o retuits: hay implicaciones políticas tangibles y geopolíticas en juego.
Este artículo analiza cómo las interacciones de Musk con cuentas ultraconservadoras, según datos recopilados en un periodo de tres años, han potenciado la influencia de estos actores. Y lo que es más revelador: a quiénes está elevando, con qué mensaje, y hacia dónde lleva esto a Europa y las democracias occidentales.
El efecto Musk: seguidores, vistas y poder
Desde que Musk tomó control de la plataforma, su cuenta ha pasado de poco más de 100 millones de seguidores a superar los 220 millones. Ninguno de los otros diez perfiles más seguidos se ha acercado a ese ritmo de crecimiento. Por ejemplo, Taylor Swift solo aumentó sus seguidores en un 3% (unos 3 millones) desde octubre de 2022, mientras que el primer ministro indio Narendra Modi creció un 25% (21 millones).
Este poder de alcance masivo tiene consecuencias directas en otros usuarios. La AP analizó más de 20.000 publicaciones entre 2022 y 2024 de 11 figuras ultraconservadoras de seis países europeos y descubrió que sus vistas se disparaban al recibir una simple interacción de Musk. En días con interacciones, estos influencers veían incrementos del 300% hasta 4000% en el número de vistas en sus publicaciones.
Casos concretos: de la marginalidad al Parlamento Europeo
- Alice Weidel, líder de Alternativa para Alemania (AfD), vio cómo sus interacciones diarias pasaron de 230.000 vistas a 2,2 millones tras publicaciones compartidas por Musk. Posteriormente, su partido obtuvo su mejor resultado electoral histórico.
- Tommy Robinson, activista británico antiinmigración, fue reincorporado a la plataforma por Musk y posteriormente ganó casi un millón de nuevos seguidores.
- Fidias Panayiotou, influencer chipriota, logró un asiento en el Parlamento Europeo tras meses buscando el apoyo de Musk. Desde que lo abrazó en una reunión viral en 2023, acumuló millones de vistas y fue públicamente respaldado por Musk con el mensaje: “Vote for Fidias… genuinely cares about you!”
¿Una nueva internacional de la ultraderecha digital?
La interacción de Musk no es casual. Los perfiles beneficiados comparten una agenda común: halcones contra la migración, oposición a las políticas progresistas, ataques al ecologismo, y una visión absolutista de la libertad de expresión. Son ideas nacionales que, interconectadas por el altavoz de X, están formando una nueva red transnacional de poder.
Como recuerda Timothy Graham, profesor de tecnologías digitales en la Universidad Tecnológica de Queensland: “Musk no solo influye; moldea y dirige la atención global”. Estamos viendo una digitalización del poder político donde el algoritmo premia la afinidad ideológica con el dueño de la plataforma.
¿De qué se protege Europa?
La eurodiputada danesa Christel Schaldemose advierte: “Hay que hacer sonar todas las alarmas”. En su cargo como vicepresidenta del Parlamento Europeo, trabaja en la regulación contra la interferencia electoral y cree que el nuevo poder de Musk representa una forma de injerencia extranjera distinta: no proviene de Rusia ni China, sino de Estados Unidos.
Este temor no es infundado. Investigaciones recientes revelaron que incluso el vicepresidente estadounidense JD Vance se saltó el protocolo al reunirse con Weidel en Múnich tras su popularización en X. También se ha documentado que Matteo Salvini, líder del partido ultraderechista Liga en Italia y hoy vicepresidente del gobierno, ha aprovechado su proximidad con Musk para defender acuerdos para Starlink y frenar regulaciones de contenido europeas.
Ejército digital de Musk: más que una comunidad, un lobby informal
Muchos usuarios buscan activamente que Musk los retuitee. Naomi Seibt, apodada “la anti-Greta Thunberg”, etiquetó a Musk más de 600 veces a lo largo de tres años. Desde que Musk le respondió en junio de 2024, el crecimiento de su popularidad fue exponencial y se estima que ha ganado más de 320.000 nuevos seguidores.
Estas interacciones adquieren valor político en el sentido tradicional: Musk es visto como un “kingmaker” digital. Tal como lo define la lógica de las redes: quién te valida, te eleva. En este círculo, la validación de Musk equivale a una estampilla de legitimidad ante una audiencia global.
La paradoja del “libre discurso” y el sesgo de autoridad
Musk se autodefine como un “absolutista de la libertad de expresión”, pero su plataforma ha amplificado, casi exclusivamente, voces que comulgan con sus propias ideas. En vez de una plaza pública sin censura, X se ha transformado en un ecosistema ideológicamente direccionado. Además, según indica el último reporte de Social Blade antes de dejar de ofrecer datos de X (en marzo de 2024), la mayoría de las cuentas analizadas por AP tuvieron aumentos de seguidores de tres cifras porcentuales desde la adquisición de Musk.
Desde su nuevo trono digital, Musk ha logrado mucho más que dirigir una red social: ha redefinido el poder de la influencia en la política global. Las implicaciones de esta transformación serán objeto de estudio en los próximos años, especialmente si esta red informal de derecha dura continúa ganando presencia institucional en Europa.
¿El nuevo rostro del poder blando estadounidense?
Cuando solíamos hablar de soft power estadounidense, nos referíamos a Hollywood, McDonald’s o la NBA. Hoy, dentro del ecosistema digital, ese poder tiene un nuevo rostro: Elon Musk y X. En lugar de exportar cultura pop, se exportan ahora algoritmos ideológicos, conexiones políticas y resistencia a las normativas estatales. En tiempos de polarización profunda, este tipo de influencia puede desestabilizar consensos políticos y normativos construidos durante décadas.
Una conexión de 280 caracteres hoy tiene más peso que una reunión diplomática de alto nivel. La resistencia europea a las normativas de contenido, la expansión de Starlink y la presencia de influencers de la derecha pop en instituciones de poder son solo las primeras señales de un nuevo orden informativo en el que Musk juega un papel central.