Las nuevas tarifas de Trump: ¿estrategia necesaria o bomba económica a punto de estallar?

Una mirada crítica sobre el ambicioso plan arancelario de Trump, sus consecuencias económicas y la incertidumbre global que arrastra

Un nuevo capítulo en la guerra comercial mundial

Donald Trump ha vuelto a colocar al comercio internacional en el ojo del huracán con la reciente firma de un gigantesco paquete de aranceles que afecta a 68 países y a toda la Unión Europea. Anunciado con grandes promesas y expectativas, este movimiento genera más preguntas que certezas acerca del rumbo económico de Estados Unidos y sus relaciones globales.

En su estilo característico, el expresidente norteamericano —y nuevamente figura central del ámbito político— ha asegurado que estos impuestos aduaneros ayudarán a "hacer Estados Unidos grande y rico otra vez". Sin embargo, bajo el brillante envoltorio nacionalista, se deslizan consecuencias potencialmente devastadoras para la economía global.

Un impuesto global sin precedentes

El paquete arancelario impuesto por Trump cubre casi 3 billones de dólares en bienes importados. Entre los más afectados se encuentran tanto países aliados estratégicos como rivales comerciales directos. Su justificación: Estados Unidos estaría resarciéndose de años de abusos comerciales, déficits fiscales crecientes y pérdida de empleos manufactureros.

Según cifras del gobierno, ya se han recaudado más de 127 mil millones de dólares en aranceles en lo que va del año, el doble que el año anterior. Pero la pregunta de fondo es: ¿a qué precio?

Una economía al borde de la inflación

Más allá del ingreso fiscal, economistas han alertado sobre los riesgos inflacionarios. El índice de precios de consumo personal (PCE) subió un 2,6% interanual en junio, una señal clara de que la política arancelaria ya se está colando en los bolsillos de los consumidores estadounidenses.

La Reserva Federal, ante este panorama, ha decidido mantener sus tasas de interés, contradiciendo las demandas públicas de Trump para estimular la economía. El presidente, como de costumbre, no dudó en arremeter contra Jerome Powell, presidente de la Fed, en su red social Truth Social, llamándolo “TOTAL LOSER”.

El panorama internacional: tensión, acuerdos y desconfianza

Varias naciones han escapado de las tarifas más severas gracias a acuerdos exprés negociados en las últimas semanas. La Unión Europea, Japón, Corea del Sur, Indonesia y Filipinas accedieron a imposiciones del 15% para evitar tasas más altas.

Sin embargo, países como India enfrentarán tasas del 25%, lo que podría entorpecer su aspiración de volverse el gran sustituto de China en el mundo manufacturero. Otros como China deben lidiar con aranceles del 30% mientras responden con un 10% en represalia.

La confusión impera, incluso entre aliados. La Unión Europea aún esperaba confirmación escrita de su acuerdo, mientras que países como Suiza y Noruega no sabían qué tarifa se les aplicaría. Noruega, por ejemplo, recibió una tarifa base del 10%, pero Suiza terminó con un impuesto del 39%, más alto que el 31% inicialmente propuesto en abril.

¿Dónde queda el Congreso?

Uno de los aspectos más polémicos de estos nuevos aranceles es su dudosa legalidad. Trump argumenta que la Ley de Poderes Económicos en Emergencias Internacionales de 1977 le permite actuar sin aprobación del Congreso.

El uso de esta ley fue cuestionado por jueces federales, como Todd Hughes, de la Corte de Apelaciones del Circuito Federal: “Está pidiendo una autoridad sin límite”, declaró al abogado del Departamento de Justicia. No hay veredicto aún, pero el caso probablemente acabará en la Corte Suprema.

Impacto directo en empresas y consumidores

Empresas multinacionales ya han comenzado a sentir efectos nocivos. Ford Motor Company proyecta un impacto negativo de 2 mil millones de dólares en sus ganancias este año. Firmas más pequeñas, como Yon-Ka (cosmética francesa), han congelado contrataciones y reducido inversiones.

Para el consumidor común, esto podría traducirse en una subida de precios en productos básicos como alimentos importados, textiles, y dispositivos electrónicos. El temor es que estas medidas puedan alimentar una nueva ronda inflacionaria similar o peor a la post-pandemia.

¿Realmente buscan proteger empleos?

Uno de los pilares retóricos de Trump es el rescate de la industria nacional y la creación de empleos. Sin embargo, desde la instauración de sus primeras tarifas en abril pasado, EE. UU. ha perdido 14,000 empleos manufactureros, según datos oficiales.

Esto pone en entredicho el argumento principal del proteccionismo comercial. Históricamente, políticas similares en la década de 1930, como la Ley Smoot-Hawley, empeoraron la Gran Depresión. ¿Estamos acaso ante un error que podría repetirse?

Europa bajo presión

Europa ha optado por una estrategia de contención que muchos califican de debilidad. Algunos líderes, como el canciller alemán Friedrich Lang, justifican los compromisos arancelarios como “un mal necesario para mantener el apoyo estadounidense a Ucrania”.

Sin embargo, estas concesiones han generado una fuerte reacción interna. La Premier de Noruega, Marta Krag, ha sido criticada por supeditar la economía nacional a los designios del gobierno estadounidense. Mientras tanto, el primer ministro canadiense, Mark Carney, ya no considera confiable a EE. UU. como aliado estratégico y Trump se negó incluso a tomar su llamada el día del anuncio.

¿Una crisis silenciosa en formación?

Como bien advierte el economista Scott Lincicome, vicepresidente del Instituto Cato, lo que parecerá seguro el próximo viernes es un “récord histórico de impuestos a la importación, alta complejidad y una incertidumbre política que se mantendrá elevada”.

Y es precisamente esta incertidumbre la que está causando temor en los mercados. Las bolsas han reaccionado con cautela, y si bien no ha habido un desplome inmediato, inversores y multinacionales están en constante evaluación de riesgos.

Trump y su legado comercial

Durante su primera presidencia, Trump ya había protagonizado guerras comerciales, especialmente contra China. Pero esta nueva ola arancelaria no tiene precedentes por su escala, velocidad y diversidad geopolítica.

Sus defensores ven en él un arquitecto de la soberanía económica estadounidense. Sus críticos, un pirómano financiero con una visión cortoplacista.

Para muchos observadores del comercio internacional, la gran duda ahora es si estas medidas fortalecerán a EE. UU. o si pondrán al país en una vía lenta pero segura hacia el estancamiento económico y la pérdida de liderazgo global.

¿Qué se puede esperar ahora?

  • Una batalla legal en las cortes federales clave sobre la legalidad de las acciones de Trump.
  • Una posible escalada inflacionaria impulsada por mayores costes de importación.
  • Desacuerdos diplomáticos intensificados con países aliados.
  • Protestas políticas internas y presión en el Congreso para limitar los poderes presidenciales económicos.

El reloj sigue corriendo, y mientras tanto, el mundo entero observa un tablero económico vuelto a mezclar por las decisiones de un solo jugador. ¿Será jugada maestra o movimiento imprudente? Solo el tiempo, los tribunales y los mercados responderán.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press