Reconfiguración diplomática en Siria: el nuevo gobierno busca aliados mientras se redefine el rol de Rusia
El derrumbe del régimen de Assad traza una nueva ruta política en Damasco: Rusia, entre la lealtad histórica y los nuevos intereses geopolíticos
En un sorpresivo giro político internacional, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, recibió en Moscú a Asaad Hassan al-Shibani, el canciller del nuevo gobierno sirio liderado por el presidente interino Ahmad al-Sharaa. Este encuentro marca el primer viaje oficial de alto nivel de Siria a Rusia luego del colapso del régimen de Bashar al-Assad, derrocado en una ofensiva rebelde pese al prolongado respaldo militar ruso.
Del aliado incondicional al exiliado incómodo
Durante más de una década, Moscú sostuvo militar y políticamente al régimen de Assad, salvándolo de la caída inminente en múltiples ocasiones. Las imágenes del Ejército ruso bombardeando Alepo y otras ciudades para detener los avances rebeldes dieron vueltas al mundo, presentando a Rusia como la muleta sin la cual Assad no habría caminado. Sin embargo, este papel de protector cambió abruptamente en 2024, cuando las fuerzas insurgentes lanzaron una ofensiva fulminante que obligó a Assad a abandonar Damasco rumbo al exilio en Rusia.
En un comunicado publicado en su cuenta de Facebook, Assad afirmó que intentó quedarse a luchar, pero que fue Rusia quien facilitó su salida, sin explicar motivos concretos. Desde entonces, se ha mantenido en silencio, sin apariciones públicas significativas.
El nuevo rostro de Damasco: Ahmad al-Sharaa
El ascenso de Ahmad al-Sharaa como presidente interino abre una nueva etapa para Siria. A pesar de que el nuevo gobierno llegó al poder tras un conflicto abierto con el régimen anterior, su estrategia diplomática no parece interesada en hacer tabla rasa. Por el contrario, ha mostrado un enfoque pragmático: acercarse a Moscú sin renegar del pasado reciente.
“Queremos a Rusia a nuestro lado”, dijo al-Shibani en Moscú. Un claro mensaje que deja entrever que el nuevo liderazgo busca reconstruir los vínculos con el aliado histórico, aunque con nuevas reglas.
Relaciones cambiantes: de la dependencia a la asociación
Durante la visita de la delegación rusa a Damasco en enero y la posterior llamada entre Putin y al-Sharaa en febrero, emergió una narrativa diferente: Rusia ya no es el tutor del régimen, sino un socio deseable en la etapa de reconstrucción de Siria.
Lavrov ratificó esta nueva posición tras el encuentro con al-Shibani: “Reafirmamos nuestro apoyo a la integridad territorial y la soberanía de Siria, y estamos listos para asistencias en la reconstrucción posconflicto”.
En el lenguaje diplomático, la omisión del nombre de Assad por parte de ambas partes fue más que notoria. La diplomacia rusa parece querer cerrar ese capítulo sin escándalos, a la vez que suavemente anuncia un respaldo al nuevo orden político sin renunciar completamente al pasado.
Israel, el otro jugador omnipresente
Siria continúa siendo un rompecabezas geopolítico en el que actores regionales como Israel juegan un rol importante. Recientemente, las Fuerzas de Defensa de Israel intervinieron en enfrentamientos entre fuerzas armadas sirias y grupos armados de la comunidad drusa, lo que ha generado tensiones en la nueva administración.
Al-Shibani agradeció a Rusia por su posición de “rechazo a las violaciones israelíes de la soberanía siria” y enfatizó que Siria, bajo su nuevo liderazgo, no representa una amenaza para Israel. “Queremos reconstruir, estamos cansados de 14 años de guerra”, afirmó. Una declaración que apunta más a captar el apoyo de la comunidad internacional que a modificar los equilibrios de poder regionales.
Transición con justicia: ¿rendición de cuentas o reforma a medias?
Uno de los puntos más controversiales abordados en la conferencia fue el inicio de un proceso de “justicia transicional”. Sin nombrar directamente a Assad, al-Shibani informó que una comisión revisará los acuerdos firmados por el régimen anterior con Rusia, en lo que puede leerse como una auditoría de la dependencia militar, económica e incluso energética que Assad consolidó con Moscú.
Además, se busca garantizar seguridad para las minorías y avanzar en mecanismos de reconciliación interna. “Muchos países quieren una Siria segura; otros desean una Siria dividida y débil. Nosotros optamos por la unidad”, sentenció el canciller.
Presencia rusa: entre bases militares y petróleo
Aunque la ayuda militar rusa fue clave en el pasado, su papel actual ha cambiado. Aunque mantiene fuerzas en algunas zonas costeras como Tartus –donde opera una base naval desde 1971–, su presencia ha decrecido en comparación con los años álgidos del conflicto. Actualmente, reportes indican que Moscú ha enviado cargamentos de petróleo a Siria desde 2024, en lo que parece ser una forma de mantener su influencia geoeconómica mientras reduce su inversión militar directa.
El simbolismo de que Assad terminara como huésped en Rusia no es menor: demuestra los límites del poder extranjero en sostener líderes impopulares por tiempo indefinido. Para Moscú, el realismo geopolítico parece haber vencido a la lealtad ideológica.
El futuro: ¿neutralidad estratégica o nuevo alineamiento?
En un escenario post-Assad, Siria necesita redefinir su política exterior. Las señales son claras: mantener relaciones con Rusia, contener tensiones con Israel, y buscar cierta neutralidad estratégica que le permita atraer inversiones, reconstruir su infraestructura y sanar su tejido social, profundamente dañado tras más de una década de guerra.
La comunidad internacional sigue observando con cautela. ¿Será capaz el nuevo liderazgo de conciliar la justicia para las víctimas del régimen anterior con la estabilidad política? ¿Será Rusia un aliado que coopere en esa tarea o buscará defender viejos contratos y zonas de influencia?
Por ahora, al menos en el lenguaje diplomático, Siria y Rusia han retomado el diálogo. Pero lo que vendrá después –especialmente con actores internacionales como Estados Unidos, Irán y Turquía aún activos en el territorio sirio– sigue siendo una incógnita cargada de historia y geopolítica.