Ucrania bajo fuego: el drama continuo de Kyiv entre bombas y desesperación
Un análisis de los más recientes ataques rusos sobre la capital ucraniana, el impacto humano y político, y las implicaciones del ultimátum de Trump a Putin
Por tercera vez en menos de dos meses, Kyiv ha sido el blanco de un devastador ataque ruso con misiles y drones que ha dejado, hasta ahora, seis muertos —incluido un niño de seis años— y más de medio centenar de heridos. Las imágenes difundidas son estremecedoras: edificios derrumbados, ropa entre los árboles producto de la onda expansiva, humo en los cielos y ciudadanos que desafían las advertencias policiales para recuperar pertenencias en medio de los escombros.
Un ataque dirigido contra civiles
El jefe de la Administración Militar de la Ciudad de Kyiv, Tymur Tkachenko, confirmó que al menos 27 puntos de la ciudad fueron golpeados por proyectiles rusos, siendo los distritos de Solomianskyi y Sviatoshynskyi los más afectados. Uno de los impactos más graves provocó el colapso parcial de un edificio de nueve pisos.
Volodymyr Zelenskyy, presidente ucraniano, usó su canal oficial de Telegram para confirmar lo que muchos temían: "Ataque con misiles. Directamente sobre un edificio residencial. Hay personas bajo los escombros. Todos los servicios están en el lugar". Las palabras de Zelenskyy resonaron con crudeza en un contexto donde la línea entre frente de guerra y zona residencial se ha diluido por completo.
Una guerra que se siente cada vez más urbana
Desde que Rusia inició su invasión a gran escala en febrero de 2022, la capital ucraniana ha sufrido múltiples bombardeos. No obstante, en los últimos seis meses se ha evidenciado una intensificación de los ataques, particularmente con drones kamikazes (Shahed) y misiles guiados. Según el Ministerio de Defensa de Ucrania, más del 60% de los bombardeos en 2024 han tenido como objetivo zonas urbanas residenciales.
Expertos aseguran que este tipo de ofensiva busca debilitar psicológicamente a la población civil e instaurar un "terror cotidiano" que complique la moral nacional y el funcionamiento logístico del país.
“El objetivo no es militar. Es político, simbólico y emocional: quebrar la resistencia ucraniana desde dentro”, explicó la analista de seguridad europea, Veronika Butenko, a Euronews.
¿Dónde está la comunidad internacional?
La crudeza del ataque ha generado nuevamente llamados de atención por parte de diversas organizaciones humanitarias y gobiernos occidentales. Sin embargo, en el terreno diplomático, los avances hacia la paz parecen estancados.
En un inesperado anuncio reciente, el expresidente estadounidense Donald Trump comunicó que estaría dando un plazo reducido al presidente ruso, Vladimir Putin, para avanzar en acuerdos de paz: hasta el 8 de agosto. De no haber progresos, advirtió que Estados Unidos impondrá nuevas sanciones y tarifas arancelarias.
Este movimiento ha generado críticas tanto en Europa como dentro de Estados Unidos, ya que muchos interpretan el "ultimátum" como un acto político unilateral con poca viabilidad práctica.
La situación humanitaria en Kyiv
Más allá de las cifras frías, la tragedia tiene dimensiones profundamente humanas. En las calles de Kyiv, las escenas de dolor y rabia son constantes. Equipos de rescate trabajan contrarreloj para localizar a posibles sobrevivientes entre los escombros, mientras que los centros hospitalarios reportan una saturación creciente.
Según la portavoz del Ministerio de Salud ucraniano, Kateryna Horbunova, más del 70% de las víctimas de los últimos seis ataques masivos en Kyiv son civiles, y más de la mitad de ellos son mujeres y menores de edad.
“Estamos atendiendo tanto heridas físicas como trauma psicológico. Muchos niños presentan signos de estrés postraumático severo”, aseguró la psicóloga de emergencias Natalia Zhuk.
Además, las ONG locales denuncian una escasez crítica de insumos médicos, particularmente antibióticos, analgésicos avanzados y equipo quirúrgico.
Resistencias, dignidad y duelo
A pesar del caos, gran parte de la población de Kyiv ha mostrado una resiliencia compartida. Decenas de residentes desobedecieron las órdenes de la policía y regresaron a los edificios dañados para salvar documentos, mascotas o recuerdos familiares. “No vamos a dejar que Putin nos arrebate nuestra vida también”, dijo Oleksii Mykhailov, residente de Solomianskyi.
El primer ministro Yulia Svyrydenko y el ministro del Interior Ihor Klymenko visitaron las zonas afectadas, comprometiéndose a acelerar las labores de reconstrucción y atención a las víctimas.
¿Y ahora qué?
El futuro inmediato para Kyiv y Ucrania sigue siendo incierto. La respuesta rusa parece cada vez más ensañada, y los plazos marcados por líderes extranjeros no siempre coinciden con la realidad del conflicto en terreno.
Según datos del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), Rusia ha aumentado un 35% su producción militar en 2024, lo que podría augurar una nueva fase de ofensiva durante el segundo semestre del año.
Del lado ucraniano, los aliados occidentales —en particular, Alemania, Francia y Estados Unidos— continúan con el envío de armamento defensivo, aunque muchos analistas consideran que el apoyo ha perdido intensidad en contraste con el entusiasmo inicial en 2022.
Una guerra mediática paralela
Además de los enfrentamientos militares, el conflicto se libra también en el terreno de la información. Rusia ha redoblado sus esfuerzos propagandísticos para justificar los ataques argumentando supuestos movimientos militares ucranianos en zonas residenciales. Mientras tanto, Ucrania difunde escenas de destrucción y testigos oculares para mantener a la comunidad internacional informada —y presionada.
El equilibrio es frágil. La vida continúa en Kyiv, pero cada día comienza con temor: ¿cuál será el blanco esta noche? ¿Volverán los misiles?
En palabras de Mariia Lytvyn, voluntaria del distrito de Sviatoshynskyi: “El mundo se acostumbra a vernos sangrar. Lo trágico no es solo la guerra, sino que deje de dolerle a los demás”.