Cooperación espacial en tiempos de tensión: Rusia y EE. UU. mantienen viva la llama en la EEI
A pesar de las crecientes tensiones geopolíticas y nuevas alianzas, Roscosmos y NASA reafirman su colaboración en la Estación Espacial Internacional y mantienen puertas abiertas para el futuro lunar
En un escenario global marcado por tensiones políticas, sanciones económicas y nuevas alianzas estratégicas, la cooperación espacial entre Rusia y Estados Unidos parecía destinada a desaparecer. Sin embargo, en una reunión histórica celebrada en Florida, los líderes de Roscosmos y la NASA han demostrado que la ciencia, y en particular la exploración espacial, aún pueden tender puentes entre antiguos rivales.
Un encuentro esperado durante años
El director de Roscosmos, Dmitry Bakanov, visitó Estados Unidos por primera vez en más de siete años para reunirse con el nuevo administrador interino de la NASA, Sean Duffy. El objetivo era claro: reafirmar el compromiso de ambas agencias con la Estación Espacial Internacional (EEI) y discutir futuros proyectos conjuntos, incluida la exploración lunar.
La visita coincidió con el previsto lanzamiento de una tripulación internacional (EE. UU., Rusia y Japón) al laboratorio orbital a bordo de un cohete Falcon 9 de SpaceX, que fue retrasado por condiciones meteorológicas.
Según declaraciones de Roscosmos, los temas tratados incluyeron “el trabajo futuro en la Estación Espacial Internacional, cooperación en programas lunares, exploración conjunta del espacio profundo y otros proyectos espaciales en común”.
Una cooperación forjada en la historia
La colaboración entre Rusia (o desde la era soviética) y EE. UU. en el espacio no es nueva. Desde el histórico apretón de manos entre las naves Apolo y Soyuz en 1975, ambas potencias han mantenido una relación tan competitiva como cooperativa en el cosmos.
En el año 2000 se inauguró la EEI, uno de los proyectos científicos internacionales más ambiciosos de la humanidad. Desde entonces, los módulos rusos y estadounidenses han orbitado y operado juntos, con astronautas de ambos países compartiendo misiones de meses de duración.
Incluso en los momentos más tensos, como tras la invasión rusa de Ucrania en 2022, la cooperación espacial fue uno de los pocos dominios que continuó relativamente intacto. Según datos de NASA, más de 260 personas de 20 países han trabajado en la estación, incluyendo decenas de rusos y estadounidenses.
La EEI: un milagro de ingeniería y diplomacia
Con una inversión estimada de 150.000 millones de dólares, la EEI está diseñada para durar hasta 2030, pero su futuro post-década aún es incierto. La necesidad de apoyo mutuo es clave: los sistemas de propulsión orbital (rusos) y el suministro eléctrico (estadounidense) se complementan mutuamente.
Durante la pandemia, la estación fue uno de los pocos entornos en que rusos y estadounidenses colaboraban sin restricciones. Sin embargo, las sanciones impuestas a Rusia desde 2022 han forzado a Moscú a buscar otras alianzas, principalmente con China.
Compás de espera para el programa lunar Artemis
Uno de los puntos más debatidos durante la reunión entre Bakanov y Duffy fue la posible participación rusa en el ambicioso programa lunar Artemis, impulsado por la NASA y sus socios. Artemis busca establecer una presencia humana sostenible en la Luna para finales de esta década, comenzando con el retorno de astronautas estadounidenses en las próximas misiones Artemis II y III.
Inicialmente, Rusia mostró interés en colaborar, pero con el deterioro político y la presión de las sanciones occidentales, el Kremlin ha privilegiado un nuevo canal: su cooperación con China en el desarrollo de una base lunar conjunta.
“Nuestros expertos comenzarán a trabajar en estos temas en detalle”, afirmó Bakanov. “Agradezco a Duffy por mantener este diálogo, incluso con la tensión geopolítica actual.”
Aun así, y pese a estos desafíos, Roscosmos y NASA acordaron seguir colaborando en misiones a la EEI hasta el final de la década, abriendo la puerta a futuras conversaciones sobre exploración lunar conjunta.
Factores políticos inevitables
Bakanov dejó claro que cualquier avance requerirá la aprobación de los líderes de ambas naciones. Citó que tanto Vladimir Putin como Donald Trump (presidente interino por entonces) deberán dar luz verde para avanzar más allá de la EEI hacia nuevos horizontes lunares.
Además, Bakanov extendió una invitación oficial a Duffy para visitar Moscú y asistir al próximo lanzamiento en Baikonur (Kazajistán) de otro equipo conjunto hacia la EEI en noviembre próximo, como símbolo del compromiso bilateral.
China en el horizonte ruso
Paralelamente al diálogo con Estados Unidos, Rusia ha intensificado su cooperación con China en el ámbito espacial. Ambas naciones han firmado acuerdos bilaterales para la construcción de una estación de investigación lunar hacia 2035, según la Administración Espacial Nacional de China (CNSA).
Esto puede marcar un distanciamiento progresivo entre NASA y Roscosmos respecto al futuro lunar. Mientras Artemis avanza de la mano de la Agencia Espacial Europea (ESA), Japón y Canadá, Rusia y China cocinan su propio proyecto con total autonomía.
Un puente que merece ser preservado
Es innegable que el espacio ha sido históricamente un territorio donde la diplomacia ha brillado por encima de la política. Desde el Tratado del Espacio Exterior de 1967 hasta los esfuerzos por mantener la EEI en plena operación, queda claro que hay lugar para la ciencia incluso en épocas de conflicto.
“Pondré todos mis esfuerzos en mantener el canal de cooperación abierto entre Rusia y EE. UU., y espero que la NASA haga lo mismo”, concluyó Bakanov, apelando no solo al pragmatismo técnico, sino a la esperanza compartida de que el futuro del cosmos también sea el futuro de la humanidad unida.
En una época de desconfianza mutua, espionaje, sanciones e incluso amenazas nucleares, resulta reconfortante saber que todavía existe, allá arriba en la órbita baja terrestre, un laboratorio que sirve como símbolo de humanidad compartida: la Estación Espacial Internacional.