Crisis humanitaria en Gaza: violencia, caos y desesperación en la lucha por la ayuda

Mientras crecen las presiones internacionales sobre Israel, los camiones de ayuda humanitaria enfrentan un panorama devastador: turbas desesperadas, saqueos y víctimas mortales son la nueva norma para acceder a alimento en Gaza.

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La Franja de Gaza, una de las zonas más densamente pobladas y castigadas del planeta, vive una nueva etapa de colapso humanitario. A pesar del aumento en los envíos de ayuda tras la presión internacional sobre Israel, los suministros rara vez llegan a quienes realmente los necesitan. En lugar de ser distribuidos por agencias como la ONU, los camiones son asaltados, saqueados y vaciados sin control, dejando una estela de caos, heridos y muertos.

Una escena cotidiana: desesperanza entre sacos de harina

Las imágenes que llegan desde Beit Lahiya, en el norte de Gaza, son perturbadoras. Decenas de hombres, mujeres y niños se lanzan sobre los convoyes humanitarios apenas cruzan las calles devastadas por los constantes bombardeos. Algunos cargan sacos de harina con todas sus fuerzas. Otros, caen heridos en medio del tumulto. En varios casos, incluso se han reportado muertos durante estos enfrentamientos espontáneos.

Las palabras de sobrevivientes y voluntarios son tan desoladoras como los rostros captados por los fotógrafos:

“No tenemos comida en casa desde hace días. Lo último que comimos fue pan seco. Sabía que era peligroso venir, pero mis hijos están hambrientos”, relató Mahmoud, un padre de tres niños herido por arma blanca durante un saqueo.

¿Por qué no llega la ayuda?

Según voceros de Naciones Unidas, gran parte de la ayuda que logra entrar a Gaza nunca llega a ser almacenada en los depósitos oficiales, pues son multitudes fuera de control las que interceptan los camiones desde su ingreso. Esto se debe a:

  • La falta de seguridad en las vías; no hay una presencia coordinada ni neutral que resguarde los convoyes.
  • Las fuerzas israelíes restringen las rutas de distribución y los lugares en los que los camiones pueden pasar.
  • Algunas bandas armadas aprovechan la situación para apoderarse de los bienes y traficar con ellos posteriormente.

Una bomba de tiempo social

En medio de este desgarrador contexto, se ha generado una especie de "mercado negro de ayuda". Diversas bandas armadas saquean camiones apenas ingresan, venden productos básicos como harina, leche en polvo o agua embotellada al triple o cuádruple de su precio. Esto empeora aún más la situación de las 2,3 millones de personas atrapadas en Gaza, ya golpeadas por la guerra, el hambre y el colapso sanitario.

De acuerdo al Programa Mundial de Alimentos (WFP), el 94% de los hogares en Gaza experimentan reducción severa del consumo de alimentos. Más del 50% ya se encuentra en lo que se considera hambruna catastrófica. Las condiciones para las personas con discapacidad, niños y madres embarazadas son especialmente alarmantes.

Cifras que impactan

  • Casi 80% de los hospitales en Gaza están fuera de servicio según la OMS (julio 2025).
  • Más de 35.000 muertos en ocho meses de conflicto, de los cuales al menos el 70% son mujeres y menores, según Médicos Sin Fronteras.
  • 1 de cada 3 menores de cinco años sufre de desnutrición aguda, de acuerdo al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

¿Y la comunidad internacional?

Si bien la presión global sobre Israel ha logrado que se incrementen las permitencias a la entrada de ayuda, organizaciones como Oxfam, Save the Children y Médicos Sin Fronteras denuncian que esto no basta. Según estos grupos, el problema principal no está únicamente en la entrada, sino también en la distribución segura. Sin rutas protegidas y libres de violencia, la ayuda se diluye entre el caos.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, expresó recientemente:

“Enviar ayuda a Gaza no significa únicamente dejar paquetes en la frontera. Se requiere un esfuerzo sistemático y coordinado para que llegue a los más vulnerables sin sangre derramada en el camino”.

Las víctimas invisibles

En las publicaciones de medios internacionales se ha visto a decenas de personas llorando por sus muertos afuera del hospital Hamad Al-Qatari. Jóvenes caen baleados o apuñalados mientras trataban de alcanzar un saco de arroz. Otros mueren aplastados entre las multitudes. Son víctimas colaterales de la desesperación, la ausencia de estructuras de poder legítimas dentro del enclave y de la brutalidad de una guerra prolongada.

¿Quién se hace responsable?

La situación ha generado un debate internacional sobre la responsabilidad legal y moral de los actores involucrados en el conflicto. Mientras Israel sostiene que muchos de los violentos incidentes son producto de la falta de control de Hamás, diversas ONGs responsabilizan al ejército israelí por obstaculizar la logística de los convoyes e impedir permisos de paso a organismos verificados.

Por su parte, Hamás y otras facciones armadas palestinas se han mantenido al margen en cuanto a proteger las rutas humanitarias, y no hay evidencia de que estén colaborando de forma activa en mantener la seguridad en torno a los repartos.

Un ciclo sin salida, por ahora

Con cifras alarmantes, sistemas de salud colapsados y nuevas víctimas diarias por intentar obtener un alimento básico, la situación en Gaza evidencia lo que la ONU ha calificado como una catástrofe humanitaria sin precedentes en el siglo XXI. Hasta que no se establezca un mecanismo internacional neutral para la distribución de ayuda —con logística supervisada y sin interferencias políticas o armadas—, los camiones seguirán siendo escenarios de violencia, desesperación y muerte.

Y para las familias palestinas que aún sobreviven con esperanzas mínimas, cada envase de harina o botella de agua no es solo alimento: es una decisión de vida o muerte.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press